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ResurrecciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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El apóstol Pablo citó unas palabras de las Escrituras Hebreas —Oseas 13:14— que indican que se abolirá la muerte y se dejará sin poder al Seol (heb. scheʼóhl; gr. hái·dēs). (1Co 15:54, 55.) Algunas versiones traducen el término scheʼóhl por “sepultura” y “hoyo”. Las Escrituras dicen que es el lugar adonde van los muertos. (Gé 37:35; 1Re 2:6; Ec 9:10.) Los usos de este término en las Escrituras Hebreas y los de su equivalente hái·dēs en las Escrituras Griegas Cristianas muestran que no se refiere a una sepultura individual, sino a la sepultura común de toda la humanidad. (Eze 32:21-32; Rev 20:13; véanse HADES; SEOL.) Dejar sin poder al Seol significaría liberar a los que están en él, es decir, vaciar la sepultura común de la humanidad. Por supuesto, esto requeriría una resurrección, es decir, que se levantara de su condición inanimada de muerte o de la sepultura a los que están allí.
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ResurrecciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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Un firme propósito de Dios. Jesucristo señaló a los saduceos, una secta que no creía en la resurrección, que los escritos de Moisés registrados en las Escrituras Hebreas —Escrituras que ellos poseían y en las que afirmaban creer— prueban que hay una resurrección; alegó que cuando Jehová dijo que era “el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”, personajes que en realidad estaban muertos, indicó que para Él era como si aquellos hombres estuvieran vivos, porque Él, “el Dios, no de los muertos, sino de los vivos”, se proponía resucitarlos.
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ResurrecciónPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
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¿Cuándo se dio por primera vez la esperanza de la resurrección? Después que Adán pecó y como consecuencia se acarreó la muerte a sí mismo y la introdujo entre sus futuros descendientes, Dios dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”. (Gé 3:15.)
El que causó originalmente la muerte tiene que ser eliminado. Jesús dijo a los judíos religiosos que se oponían a él: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él”. (Jn 8:44.) Estas palabras prueban que fue el Diablo quien habló por medio de la serpiente, y que fue un homicida desde el principio de su proceder mentiroso y diabólico. En la visión que posteriormente Cristo dio a Juan, reveló que a Satanás el Diablo también se le llama “la serpiente original”. (Rev 12:9.) Satanás se apoderó de la humanidad, pues al inducir a Adán a rebelarse contra Dios, consiguió tener bajo su influencia a los hijos de Adán. De modo que en la primera profecía, registrada en Génesis 3:15, Jehová dio la esperanza de que esta serpiente sería eliminada. (Compárese con Ro 16:20.) No solo se aplastará a Satanás la cabeza, sino que se desbaratarán, destruirán o desharán todas sus obras. (1Jn 3:8; NM, BAS, CI.) El cumplimiento de esta profecía exige que se anule la muerte adámica, lo que implica una resurrección de los descendientes de Adán que están en el Seol (Hades) como resultado de los efectos heredados del pecado. (1Co 15:26.)
La esperanza de libertad implica una resurrección. El apóstol Pablo habla de la situación que Dios permitió que existiese después que el hombre pecó, así como del propósito que tuvo al permitirla: “Porque la creación fue sujetada a futilidad [por haber nacido todos en pecado y haber sido condenados a la muerte], no de su propia voluntad [a los hijos de Adán se les trajo al mundo en esta situación, aunque no lo habían elegido ni podían cambiar lo que Adán había hecho], sino por aquel [Dios, en su sabiduría] que la sujetó, sobre la base de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. (Ro 8:20, 21; Sl 51:5.) Con el fin de experimentar el cumplimiento de esta esperanza de gloriosa libertad, los que han muerto tendrían que ser resucitados, libertados de la muerte y de la sepultura. Así que mediante su promesa de una “descendencia” venidera que aplastaría la cabeza de la serpiente, Dios colocó una maravillosa esperanza ante la humanidad. (Véase DESCENDENCIA, SEMILLA.)
El fundamento de la fe de Abrahán. Del registro bíblico se desprende que cuando Abrahán intentó ofrecer a su hijo Isaac, tenía fe en el poder y el propósito de Dios de levantar a los muertos. Como se declara en Hebreos 11:17-19, recibió a Isaac de entre los muertos “a manera de ilustración”. (Gé 22:1-3, 10-13.) El fundamento de la fe de Abrahán en una resurrección era la promesa que Dios le había hecho en cuanto a la “descendencia”. (Gé 3:15.) Además, tanto Abrahán como Sara ya habían experimentado algo comparable a una resurrección cuando Dios revivificó sus facultades reproductivas. (Gé 18:9-11; 21:1, 2, 12; Ro 4:19-21.) Job expresó una fe similar al decir cuando sufría intensamente: “¡Oh que en el Seol me ocultaras, [...] que me fijaras un límite de tiempo y te acordaras de mí! Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir? [...] Tú llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo”. (Job 14:13-15.)
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