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  • Cuando asaltan los ladrones armados
    La Atalaya 1998 | 15 de diciembre
    • Qué hacer cuando llegan los ladrones

      Ahora bien, ¿qué debe hacer si los ladrones entran en su casa y usted se ve enfrentado a ellos? Recuerde que la vida es más importante que las posesiones. Cristo Jesús dijo: “No resistan al que es inicuo; antes bien, al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y si alguna persona quiere [...] hacerse dueño de tu prenda de vestir interior, deja que se lleve también tu prenda de vestir exterior” (Mateo 5:39, 40).

      Ese es un consejo sabio. Aunque los cristianos no están obligados a dar información sobre sus bienes a los delincuentes, estos probablemente se pongan violentos si perciben cierta resistencia, falta de cooperación o engaño. Muchos de ellos, “habiendo llegado a estar más allá de todo sentido moral”, pierden los estribos fácilmente y se comportan de manera violenta y despiadada (Efesios 4:19).

      Samuel vive en un edificio de apartamentos. Los ladrones bloquearon la entrada y la salida de este y se pusieron a saquear un apartamento tras otro. Samuel oyó disparos, ruidos de puertas abiertas a golpes y a gente gritar, llorar y lamentarse. Era imposible escapar. Samuel dijo a su esposa y a sus tres hijos que se arrodillaran en el piso, alzaran las manos sobre la cabeza, cerraran los ojos y esperaran. Cuando los ladrones irrumpieron en el apartamento, Samuel les habló con la mirada baja, pues sabía que si les veía el rostro, pensarían que los podría identificar más tarde. “Entren —les dijo—. Llévense todo lo que quieran. Siéntanse libres de llevarse cualquier cosa. Somos testigos de Jehová, y no vamos a oponer resistencia.” Los ladrones se sorprendieron. Durante aproximadamente una hora, entraron en total doce hombres armados en grupos. A pesar de que se llevaron joyas, dinero y equipo electrónico, no golpearon ni machetearon a la familia, como hicieron a otras personas del edificio. La familia de Samuel dio gracias a Jehová por seguir con vida.

      Este ejemplo demuestra que cuando se trata de dinero y posesiones, las víctimas de asaltos que no oponen resistencia pueden reducir las probabilidades de que se les haga daño.a

      Dar testimonio puede proteger al cristiano de sufrir daño. Cuando unos ladrones entraron en el hogar de Ade, les dijo: “Sé que su situación es difícil, y que por eso hacen esto. Los testigos de Jehová creemos que llegará el día en que todos tendremos suficiente alimento para nosotros mismos y para nuestra familia. Todo el mundo vivirá en paz y felicidad bajo el Reino de Dios”. Ese comentario socavó la agresividad de los ladrones. Uno de ellos dijo: “Sentimos haber venido a su casa, pero tiene que comprender que tenemos hambre”. Aunque robaron las posesiones de Ade, no lo tocaron ni a él ni a su familia.

      Cómo mantenerse tranquilo

      No es fácil mantenerse tranquilo en una situación peligrosa, sobre todo cuando el objetivo de los ladrones es aterrorizar a sus víctimas para que se sometan a ellos. La oración le ayudará a este respecto. Jehová oirá su clamor por ayuda, aunque sea breve y silencioso. La Biblia asegura: “Los ojos de Jehová están hacia los justos, y sus oídos están hacia su clamor por ayuda” (Salmo 34:15). Jehová lo oye y puede darle la sabiduría que necesita para afrontar la situación con calma (Santiago 1:5).

      Además de la oración, hay otra ayuda para mantenerse tranquilo: decidir de antemano qué hacer y qué no hacer en caso de ser víctima de un robo. Claro, es imposible prever en qué situación se hallará. Pero es provechoso que tenga presentes algunos principios, tal como es prudente que recuerde las medidas de seguridad que hay que tomar en caso de que se declare un incendio en el edificio donde se encuentra. La previsión le ayudará a mantenerse tranquilo, a no ser presa del pánico y a no salir herido.

  • Cuando asaltan los ladrones armados
    La Atalaya 1998 | 15 de diciembre
    • a Claro está, la cooperación tiene sus límites. Los siervos de Jehová no cooperan en absoluto si ello implica desobedecer la ley de Dios. Por ejemplo, una cristiana no se sometería voluntariamente a que la violaran.

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