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Satanás: ¿personaje mítico, o siniestra realidad?La Atalaya 2002 | 15 de octubre
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Según The Catholic Encyclopedia, “durante unos mil años [la doctrina de que el rescate se pagó al Diablo] fue parte importante de la historia de la teología” y se mantuvo como enseñanza eclesiástica. Otros Padres de la Iglesia, entre ellos Agustín (siglos IV y V E.C.), abrazaron la idea de que el pago se había hecho a Satanás. Finalmente, en el siglo XII, los teólogos católicos Anselmo y Abelardo llegaron a la conclusión de que el sacrificio de Cristo no se ofreció al Diablo, sino a Dios.
Supersticiones medievales
Aunque la mayoría de los concilios católicos curiosamente guardaron silencio sobre la figura de Satanás, en el año 1215, el cuarto Concilio de Letrán presentó lo que la New Catholic Encyclopedia denomina “solemne profesión de fe”. El canon 1 proclama: “El diablo y demás demonios, por Dios ciertamente fueron creados buenos por naturaleza; mas ellos, por sí mismos, se hicieron malos”. Luego añade que su ocupación es tentar a la humanidad, idea que obsesionó a muchas mentes durante la Edad Media. En efecto, el Maligno estaba siempre detrás de lo que parecía extraño, fueran enfermedades inexplicables, muertes súbitas o malas cosechas. En el año 1233, el papa Gregorio IX emitió varias bulas en las que condenaba a los herejes, una de ellas dirigida contra los luciferianos, acusados de adorar al Diablo.
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Satanás: ¿personaje mítico, o siniestra realidad?La Atalaya 2002 | 15 de octubre
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Ante tales tentativas, la Iglesia Católica reaccionó reafirmando en el Concilio Vaticano I (1869-1870) que creía en la existencia de Satanás, y reiterando esta postura un tanto tímidamente en el Concilio Vaticano II (1962-1965).
Como reconoce la New Catholic Encyclopedia, oficialmente “la lglesia respalda la creencia en los ángeles y los demonios”. Sin embargo, el diccionario católico francés Théo admite que “muchos cristianos actuales rehúsan explicar la existencia del mal en el mundo mediante el diablo”. En los últimos años, muchos teólogos católicos han tratado de mantener un precario equilibrio entre la doctrina oficial católica y el pensamiento moderno.
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