-
RumaniaAnuario de los testigos de Jehová 2006
-
-
La primera asamblea de distrito del país
El fin de semana del 28 y 29 de septiembre de 1946, los testigos de Jehová celebraron la primera asamblea de distrito en Rumania. La cita fue en el Arenele Romane de Bucarest. Los ferrocarriles rumanos aceptaron no solo proporcionar un tren especial, sino rebajar el precio del pasaje a la mitad. El convoy transportó más de mil asambleístas desde algunos de los lugares más lejanos del país. Muchos de ellos portaban carteles, lo que despertó bastante curiosidad a lo largo del recorrido. Sin embargo, el viaje no estuvo exento de incidentes.
El clero se enteró de la asamblea y trató de detener el tren. El viernes antes de la asamblea, los Testigos comenzaron a acudir a la estación a las nueve de la mañana, con la idea de recibir a sus hermanos que llegarían durante la siguiente hora. Esperaron pacientes hasta las seis de la tarde, hora en que por fin apareció el tren en el andén. Faltan palabras para describir la emoción que embargó tanto a los visitantes como a los anfitriones mientras se fundían en abrazos. Había policías armados para mantener el orden, pero estuvieron de más.
La mayor parte de Bucarest había sido destruida durante la guerra, incluidas 12.000 viviendas, así que el alojamiento era muy escaso. Los hermanos, pues, tuvieron que hacer gala de su ingenio. Para contar con más “camas”, compraron gran cantidad de heno y lo esparcieron por el terreno de un hermano que vivía en el barrio de Berceni. Como hizo un calor insólito aquellos días finales de septiembre, las familias visitantes pudieron acostarse con sus hijos en un cómodo colchón de paja bajo los cielos estrellados. Hoy existe en ese mismo lugar un bonito Salón del Reino.
A los 3.400 que asistieron el sábado por la mañana les emocionó el anuncio de que La Atalaya volvía a imprimirse quincenalmente en rumano y en húngaro. De hecho, aquella mañana se distribuyeron entre el auditorio 1.000 ejemplares de la primera edición. Durante un tiempo, la revista contuvo cuatro artículos de estudio para que los hermanos pudieran ponerse al día con la información que se habían perdido debido a la guerra.
El domingo por la mañana se dedicó a la predicación. Por todas partes se veían grupos de publicadores anunciando la conferencia pública. Portaban carteles en los que se representaban un martillo, una espada y un yunque, y se leía: “‘Forjarán sus espadas en rejas de arado’. Dios inspiró estas palabras. Dos profetas las escribieron. Pero ¿quién las pone en práctica?”. Los publicadores llevaban las invitaciones y las revistas que ofrecían en bolsas de tela blanca que podían colgarse del hombro, identificadas con las palabras “Testigos de Jehová” o “Proclamadores del Reino de Dios” o “Proclamadores de la Teocracia”.
Aquella misma tarde, Martin Magyarosi inició su discurso diciendo: “Hoy, las grandes potencias celebran una conferencia de paz en París. Aquí, en nuestra asamblea, somos 15.000. Si se registrara a cada uno de los testigos de Jehová presentes, no se hallarían espadas ni pistolas. ¿Por qué razón? ¡Porque ya hemos forjado nuestras espadas en rejas de arado!”. El discurso fue impactante y oportuno, pues las secuelas de la guerra eran evidentes.
En la reunión también estuvieron presentes el fiscal general, un secretario del Ministerio del Interior, varios policías y un grupo de sacerdotes ortodoxos. Tanto los hermanos como los policías pensaban que los sacerdotes iban a provocar disturbios, como habían amenazado; sin embargo, solo uno de ellos trató de interrumpir el programa. Cuando los hermanos lo vieron dirigiéndose hacia el orador durante el discurso público, lo interceptaron, lo agarraron fuerte por los brazos y lo condujeron hasta los asientos. “No hace falta que un sacerdote ortodoxo hable en esta asamblea —le susurraron al oído—, pero con gusto lo invitamos a que tome asiento y escuche.” No volvió a intentarlo. Más tarde, el fiscal general dijo que le habían agradado las intervenciones y que estaba muy impresionado por el orden guardado por los testigos de Jehová.
Un hermano escribió más tarde respecto a la asamblea: “La conspiración del enemigo fracasó por completo, y los hermanos regresaron a sus hogares muy felices”. También manifestaron un nuevo espíritu de paz y unidad, lo cual fue animador porque muchos de ellos habían acudido a la asamblea con sentimientos encontrados debido a las divisiones que habían surgido durante la guerra.
-
-
RumaniaAnuario de los testigos de Jehová 2006
-
-
[Ilustración de la página 105]
Cartel de la asamblea de distrito celebrada en 1946
-