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RumaniaAnuario de los testigos de Jehová 2006
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Sin embargo, el rápido crecimiento en el número de proclamadores del Reino no se produjo sin oposición. De hecho, desde el inicio de la primera guerra mundial, los hermanos sintieron la persecución del clero y los políticos.
Los opositores se aprovechan del fervor bélico
Enardecidos por el nacionalismo y a instancias del clero, los políticos no sintieron ninguna compasión por quienes no estaban dispuestos a defender la bandera y morir por la patria. Por eso, cuando estalló la primera guerra mundial, muchos hermanos fueron encarcelados y condenados. Algunos hasta fueron ejecutados, como el recién casado Ioan Rus, de la localidad de Petreştii de Mijloc, al sur de Cluj-Napoca.
Daniel, sobrino nieto de Ioan, relata: “En 1914 llamaron a filas a Ioan Rus. Debido a que se negó a ir a la guerra, lo llevaron a Bucarest, donde lo sentenciaron a la pena de muerte. Lo obligaron a cavar su propia tumba y a quedarse junto a ella ante un pelotón de fusilamiento. Como el oficial al mando le permitió pronunciar unas palabras finales, él decidió hacer una oración en voz alta. Impresionados por la oración, los soldados cambiaron de idea y no quisieron ejecutarlo. Entonces, el oficial llevó a uno de los hombres aparte y le prometió un permiso de tres meses con sueldo a condición de que disparase al prisionero. El soldado accedió y se ganó el permiso”.
En 1916, los hermanos Kiss y Szabó también fueron detenidos y recibieron una sentencia de cinco años de prisión. Como se les declaró “peligrosos”, los tuvieron aislados durante dieciocho meses en una prisión de máxima seguridad de Aiud. ¿Por qué los consideraron peligrosos? Según el juez, “por haber proclamado enseñanzas diferentes a las oficiales”. Así es, los encerraron no solo por negarse a matar, sino por enseñar verdades bíblicas que estaban en conflicto con la doctrina tradicional.
Desde la prisión, los dos hermanos escribían a las congregaciones y los grupos para animar a los publicadores. Una de sus cartas decía en parte: “Queremos que sepan que nos sentimos felices de que nuestro bondadoso Padre celestial, quien se merece nuestra gratitud, alabanza y honra, haya permitido que brille la luz de La Torre del Vigía. Creemos que nuestros hermanos aprecian La Torre del Vigía y la protegen como a una vela que parpadea en medio de una tormenta”. Los hermanos Kiss y Szabó fueron puestos en libertad en 1919, lo que les permitió ayudar a abrir la sucursal al año siguiente.
Se intensifica la oposición del clero
Después que terminó la primera guerra mundial, en 1918, el clero siguió oponiéndose al pueblo de Jehová. Un sacerdote criticó públicamente a los Estudiantes de la Biblia por sus enseñanzas sobre la inmortalidad del alma y la figura de María. “El deseo de conseguir una mejor vida en la Tierra está enloqueciendo [a los Estudiantes de la Biblia] —escribió—. Dicen que todos somos hermanos y hermanas, y que ninguna nacionalidad es superior.” Además se quejó de que resultaba difícil tomar acción legal contra los Estudiantes de la Biblia, porque “da[ba]n la apariencia de ser personas bondadosas, religiosas, pacíficas y humildes”.
En 1921, los sacerdotes de Bucovina escribieron a los Ministerios del Interior y de Justicia solicitando que se proscribiera la obra de los Estudiantes de la Biblia. Había clérigos furiosos con el pueblo de Dios en prácticamente todas las zonas donde había progresado la verdad. Las Iglesias Ortodoxa y Católica, entre otras, organizaron campañas de odio contra los hermanos en las que se incitaba a los fieles —individualmente o en grupos— a que los atacaran. La sucursal envió una carta a la sede mundial diciendo: “En este país, los miembros del clero ocupan muchos puestos en la administración pública, y nuestra obra, hasta cierto punto, está a su merced. Todo iría bien si cumplieran la ley, pero abusan del poder”.
El Ministerio de Asuntos Religiosos respondió al aluvión de quejas del clero aprobando el uso de las “fuerzas de orden público” para impedir la predicación y las reuniones del pueblo de Jehová. Así, la policía se convirtió en un instrumento al servicio de las iglesias y comenzó a apresar a los hermanos bajo la falsa acusación de perturbar el orden. Sin embargo, como la ley no estaba claramente definida, las sentencias eran muy dispares. Además, la buena conducta de los hermanos representaba un problema. “Los Estudiantes de la Biblia no pueden ser condenados —declaró un juez—, porque son de los hombres más pacíficos que existen.”
Con todo, la persecución se intensificó, y a finales de 1926 se proscribió La Torre del Vigía. Pero aquella prohibición no detuvo el suministro de alimento espiritual. Lo que los hermanos hicieron fue sencillamente cambiar el nombre de la revista. A partir del 1 de enero de 1927, la edición en rumano se llamó La Siega; luego, La Luz de la Biblia, y por último, La Aurora. Y en húngaro se llamó Peregrino cristiano, Evangelio y Revista para los creyentes en la sangre de Cristo.
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[Ilustración de la página 84]
Cuando se intensificó la persecución, las publicaciones se editaron con diversos títulos
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