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    Anuario de los testigos de Jehová 2006
    • “¿Piensa dispararme?”

      El clero arremetía contra los testigos de Jehová en sus sermones y, además, seguía presionando al Gobierno para que proscribiera la obra. Por su parte, el Ministerio de Asuntos Religiosos, el brazo político del clero, siguió usando a la policía para acosar a los hermanos. En cierta ocasión, el jefe de policía y un agente entraron ilegalmente en una casa que se usaba para celebrar reuniones.

      —Quiero ver su permiso para celebrar servicios religiosos —le dijo el jefe de policía al dueño de la casa, un hermano al que llamaremos Jorge.

      Jorge se imaginaba que no llevaba una orden de registro, así que le preguntó:

      —¿Con qué autoridad ha entrado en mi casa?

      Como no le respondió, el hermano le pidió que se marchara. El oficial se dirigió a la puerta a regañadientes, pero al salir, le ordenó al agente que lo acompañaba que se quedara en la entrada y arrestara a Jorge si intentaba abandonar la casa. Cuando más tarde el hermano salió, el policía intentó detenerlo “en nombre de la ley”.

      —¿En nombre de qué ley? —preguntó Jorge.

      —Tengo una orden de arresto —aseguró el policía.

      Jorge conocía bien la ley, pues había sido policía, así que le pidió que le mostrara esa orden; pero tal como imaginaba, no había ninguna. Como no pudo detenerlo de forma legal, el policía lo apuntó con su arma, pensando que así Jorge se asustaría.

      —¿Piensa dispararme? —le preguntó Jorge.

      —No, no soy tonto —replicó el agente.

      —Entonces, ¿por qué ha cargado el arma?

      El policía se dio cuenta de que lo que hacía no tenía ningún sentido, así que se marchó. Para que no volviera a ocurrir un incidente parecido, Jorge denunció al jefe de policía por allanamiento de morada. Sorprendentemente, este fue multado y sentenciado a quince días de prisión.

      En otro caso, un hermano mayor dio un magnífico testimonio en un tribunal. El juez le mostró dos libros publicados por los testigos de Jehová y lo acusó de distribuir propaganda religiosa.

      “Si usted me condenara por proclamar la Palabra de Dios —declaró el hermano—, no sería para mí un castigo, sino un honor. El Señor Jesucristo dijo a sus seguidores que se regocijaran cuando fueran perseguidos por causa de la justicia, pues así habían tratado a los profetas de la antigüedad. Es más, Jesús mismo fue perseguido y colgado en un madero, no por obrar mal, sino por hablar la verdad que Dios le había revelado.”

      El hermano continuó: “Por lo tanto, si este tribunal me condena por proclamar el mensaje de Jesús acerca del Reino mediante estos dos libros, estarán condenando a un hombre que no ha cometido delito alguno”. Al final, el juez desestimó los cargos.

      ‘En ningún lugar de la Tierra atraviesan dificultades tan graves’

      Después de 1929, la caída de los precios de los productos agrícolas, el desempleo generalizado y la inestabilidad política contribuyeron al rápido progreso del fascismo y otras ideologías políticas extremistas. Además, durante la década de 1930, Rumania fue cayendo poco a poco en la esfera de influencia de la Alemania nazi. Todo ello no presagiaba nada bueno para los testigos de Jehová. De hecho, el Year Book (Anuario) de 1936 señaló: “En ningún lugar de la Tierra atraviesan los hermanos dificultades tan graves como en Rumania”. De 1933 a 1939 se interpusieron 530 demandas contra los testigos de Jehová. Los fiscales solicitaban una y otra vez que se proscribiera la obra y se clausurara la oficina de Bucarest.

      Finalmente, el 19 de junio de 1935 a las ocho de la mañana, la policía se presentó en la oficina con lo que resultó ser una orden ilegal. Confiscaron varios archivos y más de doce mil folletos, y dejaron a un agente de guardia. Sin embargo, un hermano se escapó por la puerta de atrás y se puso en contacto con un abogado que también era senador. El hombre, que simpatizaba con nuestra obra, telefoneó a las autoridades competentes y logró que se anulara aquella operación y se devolvieran todos los archivos. Sin embargo, aquel respiro no duró mucho tiempo.

      El 21 de abril de 1937, el Ministerio de Asuntos Religiosos emitió una orden que se publicó en el boletín oficial y en los periódicos, según la cual las actividades de los testigos de Jehová quedaban terminantemente prohibidas en Rumania. Además, todo el que distribuyera o incluso leyera sus publicaciones podría ser encarcelado y castigado, y sus publicaciones serían confiscadas.

      Los hermanos apelaron aquel decreto, pero como el ministro implicado sabía que no tenía argumentos sólidos, pospuso la vista en tres ocasiones. Entonces, antes de que llegara la fecha de la última vista, el rey Carol II estableció una dictadura en el país. En junio de 1938 se emitió una nueva orden contra los testigos de Jehová, y los hermanos volvieron a apelar. Además, enviaron al rey un memorando oficial asegurándole que las publicaciones de los testigos de Jehová eran educativas y no subversivas, y no trataban de quebrantar el orden público. Como prueba de ello, el documento incluso reseñaba el fallo favorable que había emitido anteriormente un tribunal superior. El monarca remitió el memorando al Ministerio de Asuntos Religiosos. ¿Cuál fue el resultado? El 2 de agosto de 1938, el ministerio clausuró la oficina de Bucarest.

      Durante esta época difícil, varios hermanos e incluso familias enteras fueron enjuiciados y encarcelados. En algunas ocasiones su único delito había sido entonar cánticos del Reino en la intimidad de su hogar. Las sentencias oscilaban entre los tres meses y los dos años de prisión. ¿Cómo descubrían a estos hermanos? Había personas que, a instancias del clero, se disfrazaban de obreros o mendigos para espiar a los hermanos.

      Se arrestaba también a todo el que poseía publicaciones nuestras. Un hermano que trabajaba de maderero en el bosque se llevó consigo la Biblia y el Year Book. Cierto día, la policía efectuó un registro de los artículos personales de todos los trabajadores y encontró las publicaciones del hermano. Lo arrestaron y se lo llevaron caminando hasta el juzgado, a 200 kilómetros [125 millas] de distancia, donde fue condenado a seis meses de cárcel. Las prisiones, por cierto, estaban mugrientas e infestadas de piojos, además de atestadas de gente. Por si fuera poco, la única comida que había era una sopa muy aguada.

  • Rumania
    Anuario de los testigos de Jehová 2006
    • El nuevo gobierno suspendió la Constitución y emitió un decreto en el que se reconocían solo nueve religiones, entre las que figuraban las principales: las Iglesias Ortodoxa, Católica y Luterana. La proscripción sobre los testigos de Jehová seguía vigente. Los actos de terrorismo eran frecuentes, y en octubre de 1940, el ejército alemán invadió el país. En estas circunstancias extremas, la correspondencia entre Rumania y la oficina central europea, situada en Suiza, prácticamente se interrumpió.

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