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    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 26

      “Ninguno de ustedes perderá la vida”

      En medio de un naufragio, Pablo demuestra mucha fe y amor por los demás

      Basado en Hechos 27:1-28:10

      1, 2. ¿Qué tipo de viaje le esperaba a Pablo, y qué razones tenía para estar nervioso?

      FESTO le había dicho a Pablo: “A César irás”. Y seguro que Pablo no deja de pensar en lo que pasará cuando se presente ante César. Pero al menos, después de dos años encerrado, el viaje a Roma le permitirá cambiar de aires (Hech. 25:12). Claro, no todos los recuerdos que tiene del mar son agradables, con suaves brisas y vistas espectaculares. Así que la idea de hacer este largo viaje y de tener que presentarse ante el emperador debe ponerlo muy nervioso.

      2 Ya ha estado muchas veces “en peligro [...] en el mar”. Por ejemplo, le ha tocado vivir tres naufragios y hasta ha pasado un día y una noche en altamar (2 Cor. 11:25, 26). Además, no va a ser igual que en sus viajes misioneros, en los que era un hombre libre. Ahora va preso y, para colmo, el trayecto de Cesarea a Roma es larguísimo: más de 3.000 kilómetros (2.000 millas). ¿Vivirá para contarlo? Y, suponiendo que llegue sano y salvo, no hay que olvidar que lo juzgará la potencia del mundo de Satanás más poderosa en estos momentos. ¿Terminará condenándolo a muerte?

      3. ¿A qué estaba totalmente decidido Pablo, y qué veremos en este capítulo?

      3 Con todo lo que usted ya sabe de Pablo, ¿verdad que nunca se lo imaginaría paralizado de miedo? Él sabía que en Roma se enfrentaría a dificultades, pero aún no sabía exactamente a cuáles. Así que, ¿para qué iba a angustiarse por cosas que estaban fuera de sus manos? Eso solo le robaría la alegría que le daba la predicación (Mat. 6:27, 34). Además, Jehová quería que aprovechara todas las oportunidades para dar testimonio sobre el Reino, incluso hasta a las autoridades más altas (Hech. 9:15). Y estaba totalmente decidido a cumplir con su deber, pasara lo que pasara. Como nosotros también queremos hacer lo mismo, acompañémoslo en este viaje histórico, y en el camino veamos lo que podemos aprender de Pablo.

      “Teníamos los vientos en contra” (Hechos 27:1-7a)

      4. ¿En qué tipo de barco inició Pablo su viaje, y qué hermanos lo acompañaron?

      4 Pablo y otros prisioneros estaban bajo la custodia de un oficial romano llamado Julio. Este oficial decidió que irían en un barco mercante que acababa de llegar a Cesarea. El barco venía de Adramitio, un puerto de la costa occidental de Asia Menor situado frente a la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos. Primero navegaría hacia el norte y luego hacia el oeste. En el trayecto haría varias escalas para cargar y descargar mercancías. Este tipo de barcos no estaban pensados para llevar pasajeros, así que no tenían comodidades y menos para los presos (vea el recuadro “Navegación y rutas comerciales”). Afortunadamente, Pablo no era el único cristiano entre tanto delincuente. Lo acompañaban como mínimo dos de sus fieles amigos: Aristarco y Lucas. Y, como sabemos, fue Lucas el que escribió lo que pasó. Lo que no sabemos es si les permitieron viajar gratis como sirvientes de Pablo o si tuvieron que pagar su pasaje (Hech. 27:1, 2).

      NAVEGACIÓN Y RUTAS COMERCIALES

      En la antigüedad, los barcos estaban diseñados principalmente para transportar cargas, y no para llevar personas. Si alguien quería viajar por mar a determinado sitio, tenía que buscar un barco mercante que fuera hacia allá, negociar el precio del pasaje y esperar hasta que saliera el barco.

      Miles de barcos cruzaban el Mediterráneo trayendo y llevando alimentos y otros productos. Por lo general, el pasajero tenía que dormir en cubierta, quizá bajo una especie de tienda de campaña que él mismo montaba de noche y recogía por la mañana. También llevaba todo lo necesario para el trayecto, como víveres y mantas o cobijas.

      La duración de los viajes dependía por completo de los vientos. Por otra parte, entre mediados de noviembre y mediados de marzo prácticamente nadie navegaba porque en esa parte del mundo hace muy mal tiempo.

      Un barco antiguo y cuatro de sus elementos principales mencionados desde atrás (la popa) hacia adelante (la proa). 1. Remos timoneros. 2. Vela mayor. 3. Anclas. 4. Trinquete.

      5. ¿Con quiénes se encontró Pablo en Sidón, y qué nos enseña este detalle?

      5 Después de navegar por un día y recorrer 110 kilómetros (70 millas), hicieron una parada en el puerto de Sidón, en la costa siria. Por lo visto, Julio no trató a Pablo como a un delincuente común, tal vez porque era ciudadano romano y no se había demostrado que fuera culpable (Hech. 22:27, 28; 26:31, 32). Hasta lo dejó bajar a tierra para encontrarse con otros cristianos y cristianas. Con todo el tiempo que había estado encerrado, ¡seguro que lo recibieron con mucho cariño! Pregúntese: “¿Qué oportunidades podría tener yo para ser así de hospitalario?”. Recuerde que, si las aprovecha, a cambio recibirá mucho ánimo (Hech. 27:3).

      6-8. ¿Cómo fue el viaje de Sidón a Cnido, y qué oportunidades debió de aprovechar Pablo?

      6 Después salieron de Sidón y fueron hacia el norte. Luego giraron hacia el oeste a lo largo de la costa de Cilicia, sin hacer escalas y pasando cerca de Tarso, la ciudad donde creció Pablo. Pero entonces Lucas menciona un detalle preocupante: “Teníamos los vientos en contra” (Hech. 27:4, 5). Así que la situación se había puesto peligrosa. De todos modos, seguro que Pablo aprovechó toda ocasión durante el viaje para predicarles a otros presos y pasajeros, así como a la tripulación y los soldados, e incluso a quienes se fue encontrando en los puertos donde pararon. Y nosotros, ¿aprovechamos también toda oportunidad para predicar?

      7 Más tarde llegaron a Mira, un puerto en la costa sur de Asia Menor. Allí, Pablo y los demás tuvieron que cambiar de barco para dirigirse a su destino final: Roma (Hech. 27:6). En el siglo primero, Egipto era el principal proveedor de cereales para Roma, y muchos barcos cargados de trigo atracaban en Mira. Julio encontró uno de ellos y subió a bordo con los soldados y prisioneros. Por lo visto, este barco era mucho mayor que el primero, pues llevaba un valioso cargamento de trigo y 276 personas, entre tripulantes, soldados, prisioneros y quizás otros viajeros que iban a Roma. Al cambiar de barco, el territorio de predicación de Pablo creció, y podemos estar seguros de que les predicó a tantos como pudo.

      8 Desde Mira se dirigieron a Cnido, ciudad del extremo suroeste de Asia Menor. Por lo general, ese recorrido podía hacerse más o menos en un día si los vientos eran favorables. Pero Lucas nos cuenta: “Después de navegar lentamente durante bastantes días, llegamos con dificultad a Cnido” (Hech. 27:7a). Al parecer, tardaron tanto porque las condiciones climáticas habían empeorado (vea el recuadro “El Mediterráneo y los vientos en contra”). ¡Pobres viajeros! ¡Qué incómodo y desesperante debió de ser viajar en un mar tan agitado!

      EL MEDITERRÁNEO Y LOS VIENTOS EN CONTRA

      En el mar Mediterráneo o mar Grande, los vientos y las estaciones determinaban considerablemente adónde y cuándo se podía navegar por él. En su parte oriental, los vientos solían soplar de oeste a este entre junio y septiembre. Esto facilitaba mucho los viajes hacia esa dirección, como pudo comprobarlo Pablo al regresar de su tercer viaje misionero. En esa ocasión, él y sus compañeros partieron de Mileto, pasaron por Rodas y atracaron en Pátara. Desde allí navegaron casi en línea recta hasta llegar a Tiro, en la costa de Fenicia. Lucas señala que dejaron Chipre a la izquierda, lo que implica que pasaron por el sur de la isla (Hech. 21:1-3).

      ¿Y cómo se hacía para navegar en la otra dirección, hacia occidente? Si los vientos lo permitían, se podía seguir una ruta parecida. Pero eso a veces era casi imposible. Una obra de consulta explica por qué: “En invierno, la atmósfera del Mediterráneo es mucho menos estable, y grandes ciclones se desplazan en dirección este. Estos van acompañados de vientos muy fuertes —a veces huracanados—, lluvias torrenciales y hasta nevadas” (The International Standard Bible Encyclopedia). En estas condiciones, viajar era muy peligroso.

      En casi todas las estaciones, los barcos podían desplazarse hacia el norte siguiendo la costa de Palestina y continuar hacia el oeste por Panfilia. En esa parte del mar Mediterráneo había brisas procedentes de tierra firme y corrientes con dirección oeste que empujaban los barcos hacia esa dirección. Eso fue lo que pasó en la primera parte de este viaje que Pablo hizo a Roma. Sin embargo, los vientos podían volverse en contra (Hech. 27:4). El barco cargado de cereales que menciona Lucas tal vez haya ido desde Egipto hacia el norte y luego haya girado hacia las aguas más seguras entre Chipre y Asia Menor. Luego, el capitán pretendía continuar hacia el oeste desde Mira para bordear el extremo sur de Grecia y subir por la costa occidental de Italia (Hech. 27:5, 6). Pero el viento y la época del año hicieron que el barco cambiara de rumbo.

      “La tormenta nos sacudía violentamente” (Hechos 27:7b-26)

      9, 10. ¿Qué dificultades enfrentaron cerca de Creta?

      9 El capitán pretendía continuar hacia el oeste desde Cnido, pero Lucas dice: “El viento no nos dejaba avanzar” (Hech. 27:7b). Mientras estaban cerca de la costa, la corriente los ayudaba. Pero, al ir alejándose y salirse de la corriente, un viento desfavorable del noroeste los empujó hacia el sur, probablemente a gran velocidad. Entonces, tal como habían aprovechado la isla de Chipre para resguardarse del viento, ahora hicieron lo mismo con la isla de Creta: una vez que pasaron el cabo de Salmone —en el extremo este de la isla— y llegaron a la costa sur, quedaron protegidos de los fuertes vientos y la situación mejoró un poco. Aunque debieron de sentir un gran alivio, no les duró mucho. Se les venía encima el invierno, que era poco amigo de los marineros.

      10 Incluso con la protección de la isla de Creta, les estaba costando controlar el barco, pues Lucas explica: “Bordeando la costa con dificultad, llegamos a un lugar llamado Bellos Puertos”. Encontraron un lugar seguro para detenerse en esa pequeña bahía, situada al parecer justo antes de la región donde la costa empieza a ir hacia el norte. ¿Cuánto tiempo estuvieron allí? Lucas dice que fue “bastante tiempo”. Pero no podían dejar pasar más días, porque ya era septiembre u octubre. Cuanto más tiempo se quedaran allí, más peligroso sería navegar (Hech. 27:8, 9).

      11. ¿Qué recomendó Pablo, pero qué decisión se tomó?

      11 Es posible que algunos pasajeros le pidieran su opinión a Pablo porque había viajado mucho por el Mediterráneo. Él recomendó que no siguieran navegando, pues si lo hacían sufrirían “daños y graves pérdidas”, quizás incluso de vidas humanas. Sin embargo, el piloto y el dueño del barco prefirieron seguir adelante, quizás para intentar llegar lo antes posible a un puerto más seguro. Convencieron a Julio, y la mayoría opinó que debían seguir avanzando por la costa hasta llegar al puerto de Fenice, que tal vez tenía una bahía más grande y adecuada para pasar el invierno. Cuando vieron que soplaba una suave brisa del sur, se confiaron y se hicieron a la mar (Hech. 27:10-13).

      12. ¿A qué peligros se enfrentaron cuando se alejaron de Creta, y cómo trataron los marineros de evitar una tragedia?

      12 Las cosas se complicaron todavía más con la llegada de “un viento muy fuerte” del noreste. Por un tiempo contaron con la protección de “una isla pequeña llamada Cauda”, a 65 kilómetros (40 millas) de Bellos Puertos. Aun así, corrían el peligro de ser arrastrados al sur y encallar en los bancos de arena cerca de la costa africana. Los marineros estaban desesperados por evitar esa tragedia. Entonces subieron a bordo el esquife, el pequeño bote que llevaban a remolque. La tarea no fue nada fácil, porque debía de estar inundado. Luego reforzaron el casco del barco pasándole por debajo cuerdas gruesas o cadenas para mantener unidas las tablas. Además, recogieron los aparejos —probablemente las velas— y lucharon por mantener el barco cara al viento a fin de aguantar la tormenta. ¡Qué angustia! Pero ni estas medidas sirvieron, pues Lucas dice: “La tormenta nos sacudía violentamente”. Al tercer día echaron por la borda las jarcias —cuerdas, poleas, etc.—, al parecer para aligerar el barco y mantenerlo a flote (Hech. 27:14-19).

      13. ¿Cómo tuvo que ser la vida a bordo del barco durante la tormenta?

      13 Todos debían de estar muertos de miedo. Pero Pablo y sus compañeros estaban tranquilos y seguros de que sobrevivirían, pues Jesús —y luego un ángel— le había asegurado a Pablo que daría testimonio en Roma (Hech. 19:21; 23:11). Con todo, la tormenta siguió golpeando el barco día y noche durante dos semanas. Además, como no paraba de llover y el cielo estaba cubierto de nubes negras, el piloto no podía ver el Sol ni las estrellas para saber dónde estaban o adónde se dirigían. Ni siquiera podían comer. Aunque, con el frío, la lluvia, el miedo y el estómago revuelto, ¿quién iba a tener hambre?

      14, 15. a) Al hablar con la gente del barco, ¿por qué les recordó Pablo lo que ya les había advertido? b) ¿Qué nos recuerda la esperanza que le dio Pablo a la gente?

      14 Pablo se puso de pie y les recordó que ya les había advertido lo que iba a pasar. Pero no lo hizo con la intención de echárselo en cara, sino de dejar claro que valía la pena escucharlo. Luego añadió: “Ahora les pido que tengan valor, porque ninguno de ustedes perderá la vida. Solo se perderá el barco” (Hech. 27:21, 22). ¡Qué alivio debieron haber sentido! Además, seguro que Pablo se sintió muy contento de que Jehová lo usara para devolverles la esperanza a aquellas personas. Y es que Jehová se preocupa por todos y cada uno de los seres humanos. Le importan tanto que “no desea que ninguno sea destruido, sino que todos lleguen a arrepentirse” (2 Ped. 3:9). Por lo tanto, ¡qué urgente es que hagamos todo lo posible por llevarle su mensaje de esperanza al mayor número de personas! Recordémoslo siempre: están en juego miles de millones de vidas, y para Jehová todas son muy valiosas.

      15 Es muy posible que Pablo ya hubiera hablado con muchos en el barco sobre la esperanza en las promesas de Dios (Hech. 26:6; Col. 1:5). Pero ahora, cuando el naufragio parecía inevitable, les dio buenas razones para tener la esperanza de que sobrevivirían: “Anoche se apareció a mi lado un ángel del Dios al que pertenezco [...] y me dijo: ‘No tengas miedo, Pablo. Tú tienes que presentarte ante César; además, Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo’. Así que tengan valor, señores, porque le creo a Dios y sé que pasará exactamente lo que me ha dicho. Sin embargo, tendremos que naufragar cerca de una isla” (Hech. 27:23-26).

      “Todos llegaron a tierra sanos y salvos” (Hechos 27:27-44)

      Pablo, en la bodega de un barco carguero, orando rodeado de gente frente a unas cajas con unos panes encima. Algunos pasajeros agotados inclinan la cabeza mientras otros observan.

      “Le dio gracias a Dios delante de todos” (Hechos 27:35).

      16, 17. a) ¿Qué momento aprovechó Pablo para orar, y qué efecto tuvo su oración? b) ¿Cómo se cumplió lo que Pablo había predicho?

      16 Durante esas dos semanas espantosas, el barco fue arrastrado unos 870 kilómetros (540 millas). Entonces los marineros notaron algo que los hizo pensar que se acercaban a tierra, tal vez el ruido de las olas rompiendo en la orilla. Decidieron echar anclas desde la popa para evitar que los arrastrara la corriente y para poner la proa mirando hacia tierra firme por si podían hacer encallar el barco en la playa. En ese momento, los marineros trataron de escapar, pero Pablo les dijo al oficial del ejército y a los soldados: “Si estos hombres no se quedan en el barco, ustedes no pueden salvarse”. Así que los soldados impidieron que se escaparan. Aprovechando que el barco estaba un poco más estable, Pablo animó a todos a comer y volvió a asegurarles que sobrevivirían. Luego “le dio gracias a Dios delante de todos” (Hech. 27:31, 35). Con aquella oración llena de gratitud, dejó un buen ejemplo no solamente para Lucas y Aristarco, sino también para todos nosotros. Podemos preguntarnos: “Cuando oro delante de otros, ¿son mis oraciones una fuente de ánimo y consuelo para ellos?”.

      17 Después de orar, “todos se animaron y empezaron a comer algo” (Hech. 27:36). Luego arrojaron el cargamento de trigo por la borda para aligerar el barco y que así estuviera menos sumergido y fuera más fácil acercarse a la orilla. Al hacerse de día, cortaron las cuerdas de las anclas, aflojaron los amarres de los remos timoneros e izaron una pequeña vela (llamada trinquete) para maniobrar mejor al dirigirse a tierra. La proa terminó encallando en un banco de arena o lodo, y la popa comenzó a hacerse pedazos por el oleaje. Algunos soldados pensaron en matar a los presos para que no huyeran, pero Julio lo impidió. Les mandó a todos que llegaran a la orilla nadando o flotando sobre los restos del barco. Tal como había predicho Pablo, los 276 pasajeros “llegaron a tierra sanos y salvos” (Hech. 27:44). Ahora bien, ¿en dónde estaban?

      “Una bondad extraordinaria” (Hechos 28:1-10)

      18-20. ¿Cómo demostró la gente de Malta “una bondad extraordinaria”, y qué milagro ocurrió?

      18 Resulta que estaban en una isla llamada Malta, al sur de Sicilia (vea el recuadro “¿Qué isla era Malta?”). Cuando sus habitantes vieron llegar a los náufragos empapados y temblando, los trataron con “una bondad extraordinaria” (Hech. 28:2). Estaba lloviendo y hacía frío, así que encendieron un fuego para que se calentaran. Y entonces ocurrió un milagro.

      19 Como Pablo quería ayudarles, juntó unas cuantas ramas y las echó en el fuego. De repente, salió una víbora venenosa, lo mordió en la mano y se le quedó agarrada. La gente de allí pensó que había sido un castigo divino.a

      20 El relato añade que “se quedaron esperando a que él se hinchara”. Según una obra de consulta, la expresión griega que aquí se traduce como “se hinchara” es “un término médico”. Y es lógico que Lucas lo usara, porque él era médico (Hech. 28:6; Col. 4:14). El caso es que Pablo se sacudió la serpiente y no le pasó nada.

      21. a) ¿Qué expresiones de esta parte del relato son buenos ejemplos de exactitud? b) ¿Qué milagros hizo Pablo, y cómo reaccionó la gente de Malta?

      21 En aquella región vivía Publio, un hombre rico que tenía unos terrenos. Es posible que fuera el funcionario romano con más autoridad en Malta. Lucas lo llama “el hombre más importante de la isla”, que es exactamente el mismo título que aparece en dos inscripciones encontradas en la isla. Publio fue muy hospitalario con Pablo y sus compañeros, y los tuvo durante tres días en su casa. Sin embargo, su padre estaba enfermo. De nuevo, Lucas utiliza los términos médicos exactos para explicar lo que tenía: “Estaba postrado en cama con fiebre y disentería”. Pablo hizo una oración, puso las manos sobre él y lo sanó. La gente se quedó tan impresionada que le empezó a llevar a otros enfermos para que los curara. También les llevaron regalos a él y a sus compañeros, y les dieron todo lo necesario para lo que les quedaba de viaje (Hech. 28:7-10).

      22. a) ¿Cómo elogió un especialista el relato de Lucas sobre el viaje a Roma? b) ¿Qué veremos en el próximo capítulo?

      22 La narración que acabamos de repasar sobre esta parte del viaje es muy exacta. De hecho, un especialista elogió así este relato de Lucas: “Se destaca por ser uno de los pasajes más gráficos y descriptivos de la Biblia. Aporta detalles tan exactos sobre la navegación en el siglo primero y las condiciones climáticas en el Mediterráneo oriental que [...] tiene que haberse basado en algún diario”. Puede que el propio Lucas tomara esas notas durante el viaje. Si fue así, en la siguiente parte del viaje también tuvo mucho sobre qué escribir. Ahora bien, ¿qué pasaría con Pablo cuando llegaran por fin a Roma? Veámoslo en el próximo capítulo.

      ¿QUÉ ISLA ERA MALTA?

      Hay diferentes opiniones sobre qué isla era la “Malta” en la que naufragó Pablo. Algunos dicen que es una isla que está frente a la costa occidental de Grecia, junto a la isla de Corfú. Otros piensan que, como el nombre griego que se usa en Hechos es Melítē, la isla debe ser Mljet, llamada en latín Melite Illyrica, situada en el mar Adriático frente a la costa de Croacia.

      Otra opción es que sea la actual isla de Malta. Claro, es cierto que Hechos 27:27 menciona “el mar de Adria”. Pero, en tiempos de Pablo, este mar abarcaba un área más grande que el actual mar Adriático, pues incluía el mar Jónico, las aguas del este de Sicilia y las del oeste de Creta. Así que la actual Malta se encontraba dentro del mar de Adria.

      Entonces, ¿cuál es? Pues bien, el barco donde viajaba Pablo fue arrastrado hacia el sur, desde Cnido hasta más abajo de Creta. Teniendo en cuenta los vientos de la tormenta, es muy poco probable que el barco luego girara y subiera tan al norte que llegara a Mljet o a la isla próxima a Corfú. Lo más lógico es que el barco fuera más hacia el oeste y naufragara en la actual isla de Malta, al sur de Sicilia.

      a La gente de Malta conocía ese tipo de serpientes. Eso demuestra que en aquella época había víboras en la isla, aunque ahora ya no hay. Tal vez desaparecieron porque su hábitat fue cambiando con los siglos o porque la población humana se fue extendiendo y acabó exterminándolas.

  • “Ninguno de ustedes perderá la vida”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
  • Estuvo “dándoles un testimonio completo”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 27

      Estuvo “dándoles un testimonio completo”

      Pablo está preso en Roma y sigue predicando

      Basado en Hechos 28:11-31

      1. ¿De qué estaban seguros Pablo y sus compañeros, y por qué?

      ALREDEDOR del año 59, un barco sale de la isla mediterránea de Malta con rumbo a Italia. Probablemente es un enorme carguero de trigo, y en la proa lleva un mascarón de “los Hijos de Zeus” —los gemelos Cástor y Pólux— para que protejan a la tripulación (vea la nota de estudio de Hechos 28:11 en la Biblia de estudio). A bordo también viaja Pablo, que es un prisionero y va escoltado, y lo acompañan Lucas y Aristarco (Hech. 27:2). Pero ellos no buscan la protección de los hijos de Zeus ni de ningún dios griego. Ellos sirven a Jehová, y él les había asegurado que Pablo llegaría a Roma para dar testimonio de la verdad y hablar ante César (Hech. 23:11; 27:24).

      2, 3. ¿Qué ruta siguió el barco, y quién estuvo al lado de Pablo durante todo el viaje?

      2 El barco para en Siracusa, bella ciudad de Sicilia casi tan importante como Atenas y Roma. Tres días después sale para la ciudad de Regio, en la punta de “la bota” de Italia. Entonces, un viento del sur hace que vaya tan rápido que en menos de dos días recorre unos 320 kilómetros (200 millas) hasta el puerto de Puteoli, cerca de la actual Nápoles (Hech. 28:12, 13).

      3 Pablo se encuentra en la última etapa del viaje a Roma, donde se presentará ante el emperador Nerón. Durante todo el viaje, “el Dios de todo consuelo” ha estado a su lado (2 Cor. 1:3). Y, como veremos, Dios seguirá cerca de él y Pablo seguirá hablando de Dios con el mismo entusiasmo de siempre.

      “Pablo le dio gracias a Dios y se sintió muy animado” (Hechos 28:14, 15)

      4, 5. a) ¿Cómo recibieron a Pablo y sus compañeros en Puteoli, y cómo es posible que él disfrutara de tanta libertad? b) ¿Qué pueden lograr los cristianos gracias a su buena conducta incluso estando en la cárcel?

      4 ¿Qué hicieron Pablo y sus compañeros en Puteoli? Dejemos que nos lo cuenten: “Allí encontramos hermanos y nos suplicaron que nos quedáramos con ellos siete días” (Hech. 28:14). ¡Qué bonito ejemplo de hospitalidad! Y sin duda esos hermanos recibieron más de lo que dieron, pues salieron mucho más animados por estar con estos misioneros. Ahora bien, ¿cómo es posible que Pablo disfrutara de tanta libertad estando preso? Posiblemente porque se había ganado la confianza de los guardias.

      5 En nuestros días se han dado situaciones parecidas. Gracias a su conducta cristiana, a muchos siervos de Jehová les han dado libertades y privilegios especiales estando en la cárcel o en campos de concentración. Por ejemplo, un hombre en Rumania estaba cumpliendo una condena de 75 años por robo. Entonces empezó a estudiar la Biblia y a servir a Jehová. Gracias a que su conducta mejoró muchísimo, las autoridades de la prisión le dijeron que se encargara de ir a la ciudad a hacer las compras para la cárcel, ¡sin nadie que lo vigilara! Claro, cuando los siervos de Dios tienen una buena conducta, lo mejor de todo es que la gloria va para Jehová (1 Ped. 2:12).

      6, 7. ¿Cómo demostraron un gran amor los hermanos de Roma?

      6 Desde Puteoli, Pablo y sus compañeros probablemente caminaron unos 50 kilómetros (30 millas) hasta Capua por la calzada llamada Vía Apia. Esta famosa calzada llevaba a Roma y estaba pavimentada con grandes losas de roca volcánica. A lo largo del camino había magníficas vistas de los campos italianos y, en algunos puntos, del mar Mediterráneo. La calzada también atravesaba los pantanos Pontinos, una zona de aguas estancadas a unos 60 kilómetros (40 millas) de Roma y donde se encontraba la Plaza del Mercado de Apio. Cuando los hermanos de Roma se enteraron de que Pablo y sus compañeros estaban por allí, fueron a encontrarse con ellos. Algunos viajaron hasta el mercado y otros los esperaron en las Tres Tabernas, área de descanso situada a unos 50 kilómetros (30 millas) de Roma. ¡Eso es amor! (Hech. 28:15).

      7 La Plaza del Mercado de Apio era un lugar tan desagradable que los viajeros ni siquiera podían descansar. De hecho, el famoso escritor romano Horacio dijo que el mercado era un “hormiguero de marineros y de pillos mesoneros” —o posaderos sinvergüenzas—, y él mismo se había negado a cenar allí porque el agua “era detestable”. Pero, a pesar de todas las incomodidades, el grupo de hermanos de Roma esperó con gusto a que llegaran Pablo y los demás cristianos para acompañarlos en la última etapa del viaje.

      8. ¿Por qué le dio Pablo las gracias a Dios cuando alcanzó a ver a los hermanos?

      8 El relato dice: “Al verlos, Pablo le dio gracias a Dios y se sintió muy animado” (Hech. 28:15). Pablo sintió un gran alivio y cobró fuerzas tan solo con ver a aquellos queridos hermanos que tal vez conocía de antes. Ahora bien, ¿por qué le dio las gracias a Dios? Él sabía que el amor que le habían demostrado es una cualidad del fruto del espíritu de Jehová (Gál. 5:22). Hoy también el espíritu santo mueve a los cristianos a hacer sacrificios unos por otros y animar a los necesitados (1 Tes. 5:11, 14).

      9. ¿Cómo podemos imitar a los hermanos que fueron a recibir a Pablo?

      9 Por ejemplo, muchos hermanos permiten que el espíritu santo los impulse a ser hospitalarios con los siervos de tiempo completo, como los superintendentes de circuito y los misioneros. Muchos de estos siervos de tiempo completo han hecho grandes sacrificios para hacer más por Jehová. Por eso, cuando el superintendente de circuito visite su congregación, haría bien en preguntarse: “¿Cómo puedo apoyar más la visita? ¿Me sería posible invitarlos a él y a su esposa —si está casado— a que vengan a mi hogar? ¿Puedo ofrecerme para salir a predicar con ellos?”. Si lo hace, recibirá muchas bendiciones. Eso fue lo que les pasó a los hermanos de Roma cuando escucharon las experiencias tan animadoras que les contaron Pablo y sus compañeros. ¡Imagínese lo alegres que se sintieron! (Hech. 15:3, 4).

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