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  • Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino
    La Atalaya 2003 | 15 de noviembre
    • Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino

      “Agripa dijo a Pablo: ‘En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano’.” (HECHOS 26:28.)

      1, 2. ¿Qué llevó al apóstol Pablo a comparecer ante el gobernador Festo y el rey Herodes Agripa II?

      EN EL año 58 E.C., el gobernador romano Porcio Festo recibió en Cesarea a sus invitados el rey Herodes Agripa II y Berenice, la hermana de este, quienes llegaron “con mucha pompa, y entraron en la audiencia junto con comandantes militares así como varones de eminencia de la ciudad”. Cuando Festo dio la orden, trajeron ante ellos al apóstol cristiano Pablo. ¿Cómo es que este seguidor de Jesucristo llegó a estar de pie ante el gobernador Festo para ser juzgado? (Hechos 25:13-23.)

      2 Hallamos la respuesta en lo que Festo dijo a sus visitantes: “Rey Agripa, y todos ustedes los varones que están presentes con nosotros, ustedes contemplan a este hombre respecto de quien toda la multitud de los judíos junta ha recurrido a mí, tanto en Jerusalén como aquí, diciendo a voces que no debe seguir viviendo. Pero yo percibí que él no había cometido nada que mereciera la muerte. Por eso, cuando este hombre mismo apeló al Augusto, decidí enviarlo. Mas respecto a él no tengo ninguna cosa segura que escribir a mi Señor. Por eso lo traje ante ustedes, y especialmente ante ti, rey Agripa, a fin de que, habiéndose efectuado el examen judicial, consiga yo algo que escribir. Porque me parece irrazonable enviar a un preso y no significar también los cargos contra él” (Hechos 25:24-27).

      3. ¿Por qué acusaron a Pablo ciertos guías religiosos?

      3 De las palabras de Festo se desprende que sobre Pablo pesaban cargos de sedición, delito castigado con la muerte (Hechos 25:11). Pero Pablo era inocente. Aquellas acusaciones se debían a los celos de los guías religiosos de Jerusalén, quienes se oponían a la obra de proclamar el Reino que Pablo efectuaba y le habían cobrado profundo rencor por ayudar a otras personas a hacerse discípulos de Jesucristo. Fuertemente custodiado, el apóstol fue trasladado de Jerusalén a la ciudad portuaria de Cesarea, donde apeló a César. Desde allí fue conducido a Roma.

      4. ¿Qué sorprendente comentario hizo el rey Agripa?

      4 Imagine a Pablo en el palacio del gobernador ante un grupo en el que figura una persona que tiene a su mando una importante sección del Imperio romano. El rey Agripa se dirige a Pablo y le dice: “Se te permite hablar”. Cuando el apóstol lo hace, algo extraordinario ocurre. Sus palabras comienzan a hacer mella en el rey, hasta el punto de que este le dice: “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano” (Hechos 26:1-28).

      5. ¿Por qué fueron tan eficaces las palabras que Pablo le dirigió a Agripa?

      5 ¡Figúrese! Con su hábil defensa, Pablo logró que el penetrante poder de la Palabra de Dios influyera en un gobernante (Hebreos 4:12). ¿Por qué fue tan eficaz su exposición? ¿Y qué podemos aprender del apóstol que nos ayude en nuestra labor de hacer discípulos? Cuando analizamos sus palabras, dos elementos sobresalen claramente: 1) fue persuasivo y 2) empleó con habilidad su conocimiento de la Palabra de Dios, como el artesano que maneja con destreza una herramienta.

  • Ayudemos al prójimo a aceptar el mensaje del Reino
    La Atalaya 2003 | 15 de noviembre
    • La persuasión que motiva el corazón

      10. ¿Cómo inició Pablo su defensa ante Agripa?

      10 Veamos ahora con más detenimiento la defensa de Pablo recogida en el capítulo 26 de Hechos. Fíjese en cómo inició su discurso. A pesar de que el rey Agripa mantenía una relación escandalosa con su hermana Berenice, Pablo encontró una base justificada para encomiarlo y la usó como introducción: “Acerca de todas las cosas de que soy acusado por judíos, rey Agripa, me considero feliz de que sea ante ti ante quien haya de presentar mi defensa este día, especialmente por cuanto eres perito en todas las costumbres así como también en las controversias entre los judíos. Por eso te ruego que me oigas con paciencia” (Hechos 26:2, 3).

      11. ¿Cómo demostró Pablo su respeto por Agripa, y con qué buen resultado?

      11 ¿Ha observado que Pablo usó el título de rey para dirigirse a Agripa, reconociendo el puesto encumbrado de aquel personaje? Así le demostró respeto y, con su acertada selección de palabras, le otorgó la honra debida (1 Pedro 2:17). El apóstol lo reconoció como un experto en las complejas costumbres y leyes de sus súbditos judíos, y dijo que se consideraba feliz de presentar su defensa ante un mandatario tan bien informado. El que Pablo fuera cristiano no hizo que se comportara como si se sintiera superior a Agripa (Filipenses 2:3). Más bien, rogó al rey que lo escuchara con paciencia, creando de ese modo un clima propicio para que tanto Agripa como los demás oyentes aceptaran lo que iba a decirles. De este modo colocó un fundamento, un terreno común sobre el cual levantar sus argumentos.

      12. ¿Cómo puede motivar el corazón de los oyentes al proclamar el Reino?

      12 Al presentar el mensaje del Reino, trate de motivar el corazón de la persona desde el principio, como hizo Pablo ante Agripa. Lo logrará si le muestra respeto sincero y se interesa por sus circunstancias particulares y modo de pensar (1 Corintios 9:20-23).

      Usemos hábilmente la Palabra de Dios

      13. ¿Cómo puede usted imitar a Pablo en cuanto a motivar a sus oyentes?

      13 Pablo deseaba motivar a sus oyentes a actuar en armonía con las buenas nuevas (1 Tesalonicenses 1:5-7). Para ello trató de llegar a su corazón figurado, el asiento de los motivos. Volvamos a su defensa ante Agripa y observe cómo ‘manejó la palabra de Dios correctamente’ al citar a Moisés y los profetas (2 Timoteo 2:15).

      14. Explique cómo se valió Pablo de la persuasión ante Agripa.

      14 Pablo sabía que, aunque fuera de nombre, Agripa era judío. Apelando a los conocimientos que el monarca tenía del judaísmo, explicó que con su predicación realmente no estaba “diciendo ninguna cosa salvo las que los Profetas así como Moisés declararon que habían de efectuarse” en cuanto a la muerte y resurrección del Mesías (Hechos 26:22, 23). Entonces le preguntó directamente: “¿Crees tú, rey Agripa, a los Profetas?”. Agripa se enfrentaba a un dilema. Si decía que rechazaba a los profetas, su reputación de judío creyente se derrumbaría. Pero si concordaba con el razonamiento del apóstol, se pondría en una posición de público acuerdo con él y se arriesgaría a que lo llamaran cristiano. Pablo respondió con habilidad a su propia pregunta diciéndole: “Yo sé que crees”. ¿Qué respuesta salió del corazón de Agripa? “En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano.” (Hechos 26:27, 28.) Aunque aquel rey no se convirtió al cristianismo, parece que el mensaje de Pablo hizo alguna mella en su corazón (Hebreos 4:12).

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