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Vivamos en conformidad con la ley del CristoLa Atalaya 1996 | 1 de septiembre
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la organización de Jehová y cada una de las congregaciones también tienen que establecer reglas y procedimientos para mantener el orden. (1 Corintios 14:33, 40.) Los cristianos ni siquiera podrían reunirse si no contaran con reglas respecto a cuándo, dónde y cómo celebrar sus reuniones. (Hebreos 10:24, 25.) Cumplir la ley del Cristo también implica cooperar con las directrices razonables de los hermanos a quienes se ha conferido autoridad en la organización. (Hebreos 13:17.)
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Vivamos en conformidad con la ley del CristoLa Atalaya 1996 | 1 de septiembre
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En la congregación
8. a) ¿Cuál debe ser siempre nuestra meta en la congregación? b) ¿En qué circunstancias se han pedido o tratado de establecer reglas?
8 En la congregación también tenemos la meta de edificarnos unos a otros con amor. (1 Tesalonicenses 5:11.) De modo que todos los cristianos ejercen cautela para no añadir más cargas a otros imponiéndoles sus propias ideas sobre cuestiones de elección personal. A veces, algunos escriben a la Sociedad Watch Tower y piden reglas para juzgar libros, películas, o incluso determinados juguetes. Sin embargo, la Sociedad no está autorizada para analizar tales asuntos y emitir juicios sobre ellos. En la mayoría de los casos, estas son cuestiones que cada persona o cabeza de familia debe decidir individualmente, basándose en su amor a los principios bíblicos. Otros tienden a convertir en reglas las sugerencias o directrices de la Sociedad. Por ejemplo, en La Atalaya del 15 de marzo de 1996 se publicó un artículo oportuno que animaba a los ancianos a hacer visitas de pastoreo periódicas a los miembros de la congregación. ¿Tenía el propósito de establecer reglas? No. Los que pueden seguir las sugerencias obtienen muchos beneficios, pero algunos ancianos no están en condición de hacerlo. De igual manera, en el artículo “Preguntas de los lectores” de La Atalaya del 1 de abril de 1995 se dijo que los extremismos, como los festejos inmoderados o los ademanes de victoria, restaban dignidad a la ocasión del bautismo. Algunos han llevado este consejo maduro a los extremos, estableciendo incluso la regla de que es impropio mandar una tarjeta de felicitación.
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