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    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • SE DA GRAN PUBLICIDAD A UN JUICIO

      Un funcionario del gobierno de Irkutsk envió un informe a Moscú que en parte decía: “[Los testigos de Jehová del oblast de Irkutsk] realizan sus actividades clandestinas a gran escala. Durante los últimos seis meses de 1959, las agencias de la KGB descubrieron cinco imprentas clandestinas”. Esas imprentas se encontraban en las ciudades siberianas de Zima y Tulun, así como en los pueblos de Kitoy, Oktiabrskii y Zalari. Una vez descubiertas, se arrestó a todos los que tenían alguna relación con ellas.

      Los primeros cuatro hermanos que fueron detenidos entregaron declaraciones escritas sobre las operaciones de impresión. Los investigadores, con toda astucia, los coaccionaron para que lo hicieran. Después, la KGB tergiversó los testimonios y los publicó en la prensa local. Los cuatro hermanos fueron puestos en libertad y se arrestó a otros ocho. El juicio iba a celebrarse en abril de 1960, en Tulun. La KGB lo preparó todo para que fuese un juicio llamativo y que recibiese mucha publicidad. Pensaban utilizar a los cuatro hermanos que recibieron libertad para que actuaran como testigos de cargo. Muchos miembros de las congregaciones llegaron a creer que estos hermanos se habían pasado a la KGB.

      La KGB también intentaba valerse de este juicio espectáculo para destruir la fe de los Testigos que asistieran y para poner a la población en su contra. Con este objetivo presente, antes del juicio, la KGB organizó visitas a un sótano donde los hermanos habían impreso publicaciones por varios años. Pronto empezaron a oírse rumores por toda la ciudad sobre las actividades de una “secta” clandestina. Cuando llegó el día del juicio, la sala se llenó: había más de trescientas personas, incluidos periodistas y reporteros de televisión, algunos de los cuales incluso habían venido desde Moscú. También había presentes muchos Testigos.

      DESORDEN EN LA SALA

      Sin que nadie lo esperara, los planes de la KGB empezaron a venirse abajo. Los cuatro hermanos que habían entregado declaraciones escritas se dieron cuenta de su error. De modo que, el día antes del juicio, los cuatro tomaron la firme determinación de hacer todo lo posible por dar gloria a Jehová. Durante el juicio declararon que se les había engañado y que su testimonio había sido tergiversado. A continuación anunciaron: “Estamos listos para sentarnos en el banquillo de los acusados junto a nuestros hermanos”. Se desató el desorden en la sala.

      Por otro lado, en el interrogatorio los hermanos consiguieron no involucrar a los demás con sus respuestas. Por ejemplo, cuando el juez le preguntó a Grigory Timchuk quién había construido la imprenta en su casa, este respondió: “Fui yo”. Cuando se le preguntó quién imprimía las publicaciones, respondió: “Yo”. Cuando se le preguntó quiénes las distribuían, respondió: “Lo hacía yo”. Cuando se le preguntó quién compraba el papel y lo entregaba, de nuevo respondió: “Eso también lo hacía yo”. Ante aquellas respuestas, el fiscal preguntó: “¿Quién es usted entonces? ¿Acaso es su propio encargado, proveedor y obrero?”.

      “LA CARTA NOS INFUNDIÓ MUCHO ÁNIMO”

      Cuando el fiscal vio que no tenía testigos a su favor, acusó a los hermanos de conspirar con extranjeros. Para probarlo, presentó una carta de Nathan H. Knorr, del Betel de Brooklyn. Mikhail Savitsky, uno de los hermanos que asistió al juicio, dice: “El fiscal empezó a leer en voz alta una carta interceptada por la KGB que el hermano Knorr había enviado a los hermanos de la Unión Soviética. Para todos los Testigos que estábamos en la sala, aquello fue un maravilloso regalo de Jehová. La carta nos infundió mucho ánimo. Contenía sabios consejos de la Biblia y nos instaba a servir con amor a nuestros hermanos espirituales y a mantenernos fieles ante las pruebas. Además, alentaba a todos los testigos de Jehová a confiar en Dios para todo, a pedirle sabiduría y guía, y también a colaborar estrechamente con los hermanos nombrados. El fiscal leyó la carta de principio a fin. Nosotros escuchamos absortos. Nos sentíamos como en una asamblea”. Aunque los hermanos recibieron diversas penas de prisión, los que asistieron al juicio se mantuvieron decididos a servir a Jehová.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • En Irkutsk y Tomsk, y más tarde en otras ciudades rusas, los grupos de hermanos separados de la organización siguieron creciendo en número. En marzo de 1958, los grupos separados ya habían formado su propio “comité del país” con la esperanza de que todas las congregaciones lo aceptaran.

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