A pesar del trabajo que con tanto amor y abnegación efectuaban aquellas hermanas y aquellos adolescentes, la cantidad de alimento espiritual que se producía todavía no bastaba. Para ayudar, los hermanos polacos que vivían en Rusia y regresaban a su país llevaban informes a la sucursal de Polonia. Y los hermanos ucranianos y rusos que se desplazaban a Rusia introducían alimento espiritual, clichés, tinta y otros artículos.

El Yearbook (Anuario) de 1947 comentaba: “Los Testigos no tienen publicaciones impresas ni La Atalaya en su atractivo formato. [...] En muchos casos todavía se está copiando laboriosamente a mano, y así es como se pasa a otros [...]. A veces detienen a nuestros mensajeros, y si les encuentran encima una Atalaya, los meten en la cárcel”.

”Las publicaciones bíblicas, introducidas en el país con mucha dificultad, nos daban ‘el poder que es más allá de lo normal’ (2 Cor. 4:7).