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    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • CONFERENCIAS SOBRE EL ATEÍSMO HACEN QUE ALGUNOS APRENDAN LA VERDAD

      En la guerra ideológica contra los testigos de Jehová, las autoridades de la Unión Soviética se valieron de conferencias que fomentaban el ateísmo. Al respecto, Viktor Gutshmidt comenta: “El campo donde estábamos detenidos era frecuentado por oradores que presentaban conferencias para fomentar el ateísmo. Los hermanos siempre hacían preguntas, y a veces los conferenciantes eran incapaces de responder a las preguntas más simples. Normalmente, el salón se llenaba, y todo el mundo estaba muy atento. Los asistentes venían por voluntad propia, pues sentían curiosidad por lo que dirían los Testigos al terminar la conferencia.

      ”Un día visitó el campo un conferenciante que había sido sacerdote de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Todos sabían que había renegado de su fe y que se había hecho ateo mientras cumplía condena en un campo de trabajos forzados.

      —¿Era usted ateo antes de ir a prisión, o se hizo ateo después? —le preguntó un hermano cuando terminó su discurso.

      —Piensa en esto —respondió él—: un hombre fue al espacio, pero no vio a ningún Dios allá arriba.

      —Cuando usted era sacerdote, ¿de verdad se imaginaba que Dios estaría observando a la gente desde una distancia de poco más de 200 kilómetros [120 millas] de la Tierra? —le preguntó el hermano. El conferenciante se quedó mudo. Este tipo de conversaciones hacían pensar a muchos prisioneros y, con el tiempo, algunos comenzaron a estudiar la Biblia con nosotros.

      ”En una de aquellas conferencias, una hermana pidió permiso para hablar.

      —Adelante; casi estoy seguro de que eres testigo de Jehová— dijo el conferenciante.

      —¿Qué diría de una persona que se parara en medio de un sembradío, sin que hubiera nadie más, y gritara: ‘¡Te voy a matar!’? —preguntó ella.

      —Pues no diría que es muy inteligente —contestó él.

      —Entonces, si Dios no existe, ¿por qué pelear contra él? Si no existe, no hay con quién pelear. —Todo el mundo soltó una sonora carcajada.”

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    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • “En 1957 —relata el hermano Gutshmidt— vino en cierta ocasión un conferenciante al Palacio de la Cultura de los mineros de Inta, donde estaban reunidas trescientas personas. El conferenciante enumeró las creencias de los testigos de Jehová y explicó nuestra forma de predicar. Después de describir detalladamente el método de predicación, que consistía en una serie de presentaciones en quince visitas, señaló: ‘Si usted no da señal de objetar, el predicador de seguro volverá. Y si en la segunda visita sigue sin objetar, volverá por tercera vez’.

      ”En dos horas detalló seis de las visitas palabra por palabra y de acuerdo al método que seguíamos, leyendo de sus notas todos los textos bíblicos citados. Yo estaba entonces cumpliendo condena en un campo de trabajos forzados, pero mi esposa, Polina, me mandó una carta relatándome el suceso y diciéndome que los hermanos presentes en la conferencia no daban crédito a lo que oían. Después de la conferencia, el periódico publicó comentarios negativos sobre los Testigos, pero con una descripción muy completa de lo que es el Reino. Además, la conferencia entera se transmitió por radio. Así, miles de residentes se enteraron del mensaje que llevamos los testigos de Jehová y la forma en que lo hacemos.

      ”En 1962 llegó un orador de Moscú para dar una conferencia sobre los testigos de Jehová. Tras comentar su historia moderna, explicó: ‘Millones de dólares llegan cada mes a Brooklyn en la forma de donaciones voluntarias para sostener las actividades de los Testigos en distintos países. Pero ninguno de los dirigentes tiene siquiera un armario para su ropa. Todos, desde el ama de llaves hasta el presidente, comen juntos en el mismo comedor, y no hay distinción entre ellos. Todos se llaman “hermano” y “hermana”, tal como nosotros nos llamamos “camarada”’.

      ”Hubo un momento de silencio absoluto en la sala. Entonces el hombre añadió: ‘Pero no vamos a adoptar su ideología, por buena que parezca, porque nosotros queremos crear todo esto sin Dios, con nuestras propias manos y nuestras propias mentes’.

      ”Era la primera vez que escuchábamos que las propias autoridades decían la verdad sobre los testigos de Jehová, y eso nos animó en gran manera. Por otro lado, tales conferencias le brindaron a mucha gente la oportunidad de conocer, por boca de sus mismos dirigentes, la verdad sobre los Testigos. Con todo, necesitaban ver por sí mismos cómo las enseñanzas de la Biblia podían ayudarles a mejorar su vida.”

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    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • [Ilustración y recuadro de las páginas 131 y 132]

      “Polina, ¿por qué lloras?”

      POLINA GUTSHMIDT

      AÑO DE NACIMIENTO 1922

      AÑO DE BAUTISMO 1962

      OTROS DATOS Se casó con Viktor Gutshmidt. En prisión le llamó la atención la bondad de los Testigos.

      YO DEFENDÍA con lealtad y convicción el ideal comunista, pero fueron los mismos comunistas los que me arrestaron en mayo de 1944 y me enviaron a un campo de trabajos forzados en Vorkutá. Estuve tres años sin saber la razón de mi arresto. Al principio pensé que solo se trataba de un error, y esperaba el momento de mi liberación. Pero ese momento no llegó. Me condenaron a diez años de trabajos forzados por supuestas declaraciones antisoviéticas.

      Como tenía conocimientos médicos, trabajé en el hospital de la prisión durante los primeros años de mi condena. En 1949 me trasladaron a un campo de Inta para prisioneros políticos. Allí el régimen era mucho más estricto. Se respiraba un ambiente de resentimiento, grosería, inmoralidad, indiferencia y desesperación. Para agravar las cosas, empezaron a esparcirse rumores de que pronto iban a fusilarnos a todos o a condenarnos a cadena perpetua. Para algunos, aquello fue demasiado y perdieron la razón. Todos odiaban a todos y nadie confiaba en nadie, pues abundaban los informantes en el campo. Cada quien vivía en su propio mundo y sobrevivía como podía. Imperaban la ambición y el egoísmo.

      Pero había unas cuarenta mujeres muy diferentes. Siempre estaban juntas y eran sorprendentemente bonitas, limpias, bondadosas y amigables. La mayoría eran jóvenes, y había incluso algunas niñas. Me enteré de que eran creyentes religiosas, testigos de Jehová. Los demás prisioneros las trataban de distintas maneras. Algunos eran malvados y rudos; otros las admiraban por su forma de ser, sobre todo por el amor que se tenían entre ellas. Por ejemplo, si alguna Testigo enfermaba, las otras se turnaban para cuidarla por las noches. En el campo, esto era completamente fuera de lo común.

      Me sorprendió ver que este grupo de mujeres se componía de tantas nacionalidades y que, aun así, se llevaran bien unas con otras. Para entonces, yo ya había perdido todo interés por la vida. Un día me sentí tan deprimida, que me senté a llorar. Entonces, una de las chicas se me acercó y me dijo: “Polina, ¿por qué lloras?”.

      “Estoy cansada de vivir”, respondí.

      La joven, Lidia Nikulina, se puso a consolarme. Me habló del sentido de la vida, de cómo Dios resolverá los problemas de la humanidad, y de muchas otras cosas. Cuando salí en libertad, en julio de 1954, ya había aprendido muchas cosas de los testigos de Jehová. Así que tuve el placer de unirme a ellos.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • [Ilustración de la página 129]

      Viktor Gutshmidt con su hermana (de pie, atrás), sus hijas y Polina, su esposa, un mes antes de ser arrestado (1957)

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