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    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • ACUSADOS DE CORTARLE LA OREJA A SU HIJA

      Semyon y Daria Kostylyev criaron a sus tres hijos en Siberia. “En aquel entonces —recuerda Semyon—, a los testigos de Jehová se nos catalogaba como fanáticos. Nuestra segunda hija, Alla, empezó a ir a la escuela en 1961. Un día estaba jugando con otros niños, y accidentalmente uno de ellos le lastimó la oreja. Al otro día, la maestra le preguntó qué había pasado, pero ella no respondió, pues no quería delatar a su compañero. Sabiendo que Daria y yo éramos Testigos, la maestra llegó a la conclusión de que la habíamos golpeado para obligarla a hacer lo que dice la Biblia. La escuela denunció la situación a la fiscalía, y las investigaciones continuaron alrededor de un año. Hasta la empresa en la que yo trabajaba se vio involucrada. Por fin, en octubre de 1962 se nos citó para el juicio.

      ”Dos semanas antes del juicio, ya colgaba en el Palacio de la Cultura una pancarta que decía: ‘Pronto, juicio de peligrosa secta jehovista’. El delito del que nos acusaban a mi esposa y a mí era el de criar a nuestros hijos de acuerdo con la Biblia, con la agravante de crueldad. ¡El tribunal sostuvo que le habíamos cortado la oreja a la niña con el filo de un balde para obligarla a orar! La única testigo era la pequeña Alla, pero se la habían llevado a un orfanato de la ciudad de Kirensk, a unos 700 kilómetros [430 millas] al norte de Irkutsk, donde vivíamos.

      ”La sala estaba llena de miembros de la liga juvenil. Cuando el tribunal se retiró para deliberar, se formó un gran alboroto. Todos nos empujaban y nos insultaban, y no faltó quien nos ordenara quitarnos nuestra ropa ‘soviética’. La multitud entera gritaba que merecíamos morir, y hasta hubo uno que intentó acabar con nosotros allí mismo. La gente se enfurecía cada vez más, y los jueces no aparecían. Estuvieron una hora deliberando. Cuando la multitud avanzó hacia nosotros, una hermana y su esposo no creyente se interpusieron, suplicándoles que no nos tocaran. Literalmente nos arrebataron de las manos de la gente mientras intentaban explicarle que todas las acusaciones eran falsas.

      ”Por fin se presentó un juez, acompañado de los asesores del tribunal popular, y dictó la sentencia: pérdida de la patria potestad. A mí me arrestaron y me enviaron dos años a un campo correccional de trabajos forzados. A nuestra hija mayor también la mandaron a un orfanato, no sin antes decirle que sus padres pertenecían a una secta peligrosa y que eran una mala influencia en su crianza.

      ”A Boris, nuestro hijo varón, lo dejaron con mi esposa, pues solo tenía tres años. Al terminar mi condena, regresé a casa. La predicación no había cambiado; solo podíamos predicar de manera informal.”

      “NUESTROS HIJOS FUERON UNA CAUSA DE ORGULLO”

      “Al cumplir los 13 años, Alla salió del orfanato y se vino a vivir con nosotros. ¡Qué alegría sentimos al verla dedicarse a Jehová y bautizarse en 1969! Para entonces se estaba presentando un ciclo de conferencias sobre religión en el Palacio de la Cultura de nuestra ciudad, y quisimos asistir para ver qué decían ahora. Como siempre, de quien más hablaron fue de los testigos de Jehová. Uno de los conferenciantes, sosteniendo en alto una revista La Atalaya, sentenció: ‘Esta revista es peligrosa y dañina, y está socavando la unidad de nuestro Estado’. Luego dio un ejemplo para apoyar su afirmación: ‘Los miembros de esta secta obligan a sus hijos a leer estas revistas y a orar. En una familia, una niñita no quiso leerla, así que su padre le arrancó la oreja’. Aquello dejó muy sorprendida a Alla, pues allí estaba sentada, escuchando la conferencia, con las dos orejas intactas. Claro que no dijo nada, no fuera a ser que perdiera de nuevo a sus padres.

      ”Cuando Boris cumplió 13 años, se dedicó a Jehová y se bautizó. Cierto día, él estaba predicando en las calles con otros muchachos de su edad, a pesar de que nuestra obra todavía estaba prohibida. De pronto, un auto se detuvo, y se los llevaron al cuartel militar. Los militares los interrogaron y los registraron, pero como no llevaban ni la Biblia ni ninguna otra publicación bíblica, lo único que les encontraron fue un par de versículos copiados en un pedazo de papel, así que los dejaron ir. Al llegar a casa, Boris nos contó con gran satisfacción cómo él y los otros jovencitos habían sido perseguidos por el nombre de Jehová. Para nosotros, los padres, nuestros hijos fueron una causa de orgullo, pues vimos que Jehová los había cuidado en sus pruebas. Después del incidente con Boris, la KGB nos citó varias veces a Daria y a mí. En una ocasión, un agente nos dijo: ‘Estos muchachos deberían estar en una colonia penal juvenil. Es una lástima que todavía no tengan 14 años’. Acabaron imponiéndonos una multa.

      ”Hoy vivo con Boris y mis nietos, que también están andando en la verdad. Mi hija mayor vive en Uzbekistán. Aunque todavía no le sirve a Jehová, nos respeta y respeta la Biblia, y viene a menudo a visitarnos. Daria falleció en el 2001, fiel a Jehová hasta el fin. Mientras las fuerzas no me falten, sigo acompañando a la congregación a predicar en territorios apartados, buscando a quienes ‘estén correctamente dispuestos para vida eterna’ (Hech. 13:48). Estoy seguro de que Jehová cumplirá dentro de poco el deseo de todos nosotros, como se promete en Isaías 65:23.”

  • Rusia
    Anuario de los testigos de Jehová 2008
    • [Ilustración de la página 118]

      Semyon Kostylyev, en la actualidad

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