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    Anuario de los testigos de Jehová 2012
    • LA HISTORIA DE JEAN Y CHANTAL

      Jean de Dieu Mugabo, un hermano muy alegre y cariñoso, comenzó a estudiar con los testigos de Jehová en 1982. Antes de su bautismo en 1984 ya había sido encarcelado tres veces debido a su postura basada en la Biblia. En 1987 se casó con Chantal, que también se había bautizado en 1984. Para cuando comenzó el genocidio, Jean y Chantal tenían tres hijas. Las dos mayores estaban en casa de sus abuelos, que vivían en otro pueblo, y la pequeña, de tan solo seis meses, estaba con ellos.

      Durante el primer día del genocidio (7 de abril de 1994), los soldados del gobierno y los milicianos de la Interahamwe comenzaron a asaltar los hogares tutsis. A Jean lo arrestaron y lo apalearon; pero logró escapar, y junto con otro Testigo, se refugió en un Salón del Reino cercano. Mientras tanto, y sin saber lo que había ocurrido con su esposo, Chantal intentaba por todos los medios salir de la ciudad con su bebé a fin de reunirse con sus otras dos hijas.

      Jean cuenta lo que le pasó después: “El Salón del Reino donde nos refugiamos había sido antes una panadería y tenía una gran chimenea. La primera semana nos escondimos en el auditorio mismo, y una hermana hutu buscaba la manera de traernos comida sin ser descubierta. Más adelante tuvimos que ocultarnos entre el falso techo y las láminas metálicas del tejado. Pero durante el día nos asábamos. En la desesperación por hallar otro escondite, le hicimos un agujero a la chimenea quitando algunos ladrillos. Allí pasamos más de un mes en cuclillas.

      ”Para colmo, no muy lejos había un control de carretera, y los de la Interahamwe solían entrar al salón para guarecerse de la lluvia o conversar. Desde donde estábamos podíamos escuchar sus voces. Hubo momentos en que pensé que ya no podía más, pero tanto mi compañero como yo le pedíamos continuamente a Jehová que nos diera aguante. La hermana continuó trayéndonos comida siempre que le fue posible, y por fin, el 16 de mayo, vino a decirnos que el Frente Patriótico Ruandés había tomado el control de la zona y que podíamos salir.”

      Pero ¿qué sucedió con Chantal, la esposa de Jean? Ella misma relata: “Conseguí abandonar la casa junto con mi bebé el 8 de abril. Pronto me encontré con dos hermanas: Immaculée, quien tenía una tarjeta de identidad que confirmaba que era hutu, y Suzanne, una tutsi. Queríamos llegar a Bugesera, un pueblo como a 50 kilómetros [30 millas] de donde estábamos. Allí vivían mis padres, con quienes estaban mis otras dos hijas. Sin embargo, nos enteramos de que había controles en todas las carreteras que salían de la ciudad, así que decidimos irnos a una aldea que quedaba justo a las afueras de Kigali. Immaculée tenía allí un familiar Testigo llamado Gahizi. Él era hutu y, pese a las amenazas de sus vecinos, nos recibió en su casa e hizo todo lo posible por protegernos. Lamentablemente, cuando los soldados del gobierno y la Interahamwe se enteraron de que Gahizi había albergado tutsis, lo mataron.

      ”Tras matar a Gahizi, los soldados nos llevaron a un río para ejecutarnos. Asustadísimas, esperábamos el fin. De pronto surgió una discusión entre los soldados. Uno de ellos dijo: ‘No mates mujeres, nos traerá mala suerte. Ahora solo hay que matar hombres’. Entonces, uno de varios hermanos que nos había seguido hasta allí nos llevó a su casa. Su nombre era André Twahirwa y llevaba solo una semana de bautizado. A pesar de que sus vecinos protestaron, nos alojó esa noche. Al otro día nos acompañó hasta Kigali, donde esperaba encontrar un lugar seguro para escondernos. Con su ayuda, cruzamos varios controles de carretera muy peligrosos y, en todos, Immaculée llevaba a mi niña en brazos. De ese modo, si nos detenían a mí y a Suzanne, la bebé se salvaría. Tanto Suzanne como yo ya habíamos roto nuestra tarjeta de identidad con el fin de pasar por hutus.

      ”Pero en el último de los controles, los de la Interahamwe le pegaron a Immaculée y le dijeron: ‘¿Qué haces con estas tutsis?’. Como a Suzanne y a mí no nos dejaron pasar, Immaculée y André siguieron hasta la casa de los hermanos Rwakabubu. Más tarde, André y otros dos Testigos, Simon y Mathias, arriesgaron sus vidas para ayudarnos a cruzar el control de carretera. A mí me llevaron a casa del hermano Rwakabubu, y a Suzanne la dejaron con unos parientes.

      ”No obstante, en casa de los Rwakabubu corría peligro de ser descubierta, así que los hermanos me trasladaron al Salón del Reino. No fue nada fácil llegar hasta el salón, donde se habían refugiado diez hermanos y hermanas tutsis, así como otras personas. Immaculée, siempre tan leal, no quiso abandonarme. Decía que si me mataban a mí, se aseguraría de salvar a mi bebé.”c

      Cerca del salón vivía Védaste Bimenyimana, un hermano casado con una tutsi. Védaste acababa de encontrar un lugar seguro donde ocultar a su familia. Tras dejarlos allí, ayudó a los que estaban en el salón a hallar un refugio adecuado. Felizmente, todos sobrevivieron.

      Tras el genocidio, Jean y Chantal se enteraron de que habían sido asesinados más de cien familiares suyos, entre ellos sus padres y sus dos hijas, de tan solo dos y cinco años de edad. ¿Cómo se sintieron al escuchar estas devastadoras noticias? Chantal confiesa: “Al principio, el dolor era insoportable y nos sentíamos aturdidos. Nadie se imaginaba que los muertos llegaran a ser tantos. Lo único que pudimos hacer fue dejar el asunto en manos de Jehová y aferrarnos a la esperanza de volver a ver a nuestras niñas en la resurrección”.

  • Ruanda
    Anuario de los testigos de Jehová 2012
    • [Ilustración de la página 214]

      De izquierda a derecha: (atrás) André Twahirwa, Jean de Dieu, Immaculée, Chantal (con bebé) y Suzanne; (adelante) niños de los Mugabo: Jean-Luc y Agapé

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