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Disfrútelos sin riesgos¡Despertad! 1989 | 22 de junio
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En el territorio de los osos
En otra ocasión, una pareja estaba terminando las últimas etapas de una excursión por Boundary Creek, fuera de Waterton, en la parte sur de la provincia de Alberta (Canadá), cuando de repente vieron un oso que bajaba por el sendero hacia ellos. La mujer, que llevaba una mochila a la espalda, se echó al suelo en posición fetal, con las manos sobre la nuca y las rodillas dobladas contra el estómago. Su marido se quedó de pie a unos seis metros de ella, paralizado de miedo al ver acercarse al oso.
Este se dirigió inmediatamente hacia la mujer y se puso a arañar la mochila que llevaba a la espalda tratando de conseguir alimento, pero también le arañó la espalda, la cadera y las nalgas. El esposo se dio cuenta de que tenía que hacer algo, así que metió la mano en su mochila y arrojó unos bocadillos al suelo. Al hacerlo, se le cayó un cazo y dio contra una roca; el ruido hizo que el oso desistiese y echase a huir hacia el bosque, lo que permitió que la pareja se marchara apresuradamente. Tuvimos que dar muerte al oso, pues ya había estado implicado en otros incidentes con personas.
Esto nos enseña una lección: si llevamos una mochila y se nos acerca un oso, debemos soltarla. Muchas veces los osos se acercan a la gente para que dejen caer sus mochilas y así conseguir el alimento que hay en su interior; aprenden muy deprisa a hacerlo. La mochila, la cámara o cualquier otro objeto que deje caer puede distraer al oso, y a usted le dará tiempo a escapar.
Los fotógrafos deben tener cuidado para que su afán por sacar fotografías no les haga acercarse demasiado a los osos. En la primavera de 1988 un hombre y su esposa que estaban acampados en un lugar del Parque Nacional de Glacier vieron a lo lejos a una osa parda con tres oseznos. El hombre tomó su cámara con motor y se fue a la ladera que quedaba enfrente de los osos, un lugar seguro, donde sacó las primeras fotografías. No obstante, como parecía que a los osos no les importaba su presencia, se confió demasiado.
Con mucho cuidado, atravesó la ladera hasta que estuvo en el mismo sendero que los osos. Cuando posteriormente se revelaron las fotografías de su cámara, se vieron exposiciones consecutivas de los osos en las que cada vez aparecían más cerca. No hay duda de que el hombre quería conseguir la foto de su vida, por lo que se acercó demasiado a la osa, hasta el punto de pisar su terreno, y, como consecuencia, la obligó a tomar la decisión de huir o atacar.
Las últimas fotografías mostraron que la osa ya había tenido bastante... ¡y embistió! El fotógrafo trató de trepar a un árbol, pero fue demasiado tarde. La osa lo alcanzó y lo dejó herido de muerte.
En la zona del lago Louise, en el Parque Nacional de Banff, ocurrió otro incidente relacionado con los osos. Una osa parda que estaba con sus dos oseznos mordió en el muslo y en la mano a un hombre, algo sumamente extraño, pues no es normal que una osa deje a sus cachorros sin protección y embista desde unos ciento cincuenta metros, como ocurrió en este caso, para atacar a una persona sin razón aparente.
Presentíamos que el perro del montañero se había acercado a la osa y que esta lo había perseguido cuando regresaba hacia su amo. Le insinuamos esta posibilidad, pero la negó, y citó las reglas del parque de que no se debe llevar ningún perro suelto, sino que en todo momento debe estar sujeto con la correa para poder controlarlo. Entonces me dirigí al guarda que estaba conmigo y le dije que tendríamos que dar muerte a la osa. La reacción inmediata del montañero fue preguntar por qué.
“Parece que la osa atacó sin provocación alguna —respondimos—, así que hay que matarla.”
Pensó en ello por un momento y entonces confesó: “Está bien. Tienen razón. Sucedió tal y como dijeron. Mi perro estaba suelto y provocó a la osa”.
Algunas personas creen que cuando van de excursión por zonas despobladas, un perro les servirá de protección, pero sucede justo lo contrario. Al ver un oso, un perro que no esté adiestrado suele correr hacia él, ladrar y luego hacer que el oso lo persiga hasta donde está su indefenso amo.
También se nos informó que en otra ocasión un oso mordió a un niño. Descubrimos que dos niños estaban jugando en un banco de grava mientras su padre pescaba cerca de allí. De repente, un oso salió a toda prisa de la maleza, agarró a uno de los pequeños y se lo llevó a rastras. El padre corrió tras él y recuperó al niño, pues el oso lo había abandonado.
Creemos que se trató de un caso de identidad equivocada. Al ver a los niños jugando a gatas, el oso tal vez los confundió con cervatos o crías de alce, y luego, al darse cuenta de que su presa era humana, la abandonó por su propia voluntad. Lamentablemente, aquel mordisco fue suficiente para causar la muerte del niño. Así que recuerde: el que los osos estén en un parque no significa que estén domesticados. Pueden atacar a los niños y, como muestra este caso, a veces lo hacen. De modo que mantenga a sus hijos cerca de usted.
Otra cosa que hay que recordar cuando se está en el territorio de los osos es que se debe hacer ruido para no sorprenderlos. También se está más seguro si se va en grupo; un grupo de unas siete personas alejará a casi cualquier oso. Por otro lado, si usted apenas ha hecho ruido y ve a un oso que no se ha percatado de su presencia, quizás lo mejor sea que no haga ningún ruido súbito e inesperado que pueda provocar su ataque. A veces, cuando un oso se ve sorprendido, simula atacar, resoplando o gruñendo y acercándose a la persona en actitud amenazante. Esa es su manera de advertirle que está demasiado cerca. Entonces es el momento de usar discreción y retroceder en silencio, dejando esa zona para el oso, pues por mucho que usted discutiera, siempre tendría las de perder.
Tómese el tiempo necesario para leer la información que los parques publican sobre los osos a fin de saber qué hacer y qué buscar cuando esté en su territorio.
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Disfrútelos sin riesgos¡Despertad! 1989 | 22 de junio
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Veamos un caso: un día un guarda circulaba por una carretera de un parque muy transitada cuando vio que un automovilista había aparcado en el arcén y que uno de los ocupantes del vehículo estaba dando de comer a un oso a través de la ventanilla. El guarda se acercó a pie al conductor para hablarle de ello mientras en el otro lado seguían dando comida al animal. Cuando se les informó que lo que hacían era peligroso e iba contra la ley, el pasajero subió en seguida la ventanilla, ante lo que el oso, contrariado, se fue corriendo hacia el otro lado del automóvil, donde el guarda todavía hablaba con el conductor. El sorprendido oso se detuvo en seco a apenas un metro del guarda y esperó, con toda la apariencia de estar diciendo: “Esperaré mi turno, guarda, pero ¡dése prisa!, ¿quiere?”.
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Disfrútelos sin riesgos¡Despertad! 1989 | 22 de junio
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[Fotografía en la página 7]
Cuando se está en el territorio de los osos pardos, es vital ejercer mucha precaución
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