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Barbados, AntillasAnuario de los testigos de Jehová para 1989
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Dos años más tarde llegaron dos misioneros de Galaad: Lloyd Stull y William Cammers. Estos dos hermanos junto con Leanna Mathurin componían toda la población de testigos de Jehová de la isla.
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Barbados, AntillasAnuario de los testigos de Jehová para 1989
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Santa Lucía, predominantemente católica, presentó ciertos desafíos a la obtención de alojamiento apropiado para los misioneros, pero el hermano Stull dice: “Adoptamos el punto de vista de que cualquier cosa que necesitáramos se nos proveería por medio del ministerio de casa en casa”. Y así fue; vez tras vez sus necesidades se vieron satisfechas.
En el transcurso de los años se enviaron más misioneros a Santa Lucía. Entre ellos estaban Fred Dearman, de Estados Unidos, y William y Edith Honsinger, de Canadá, quienes aún sirven fielmente en sus asignaciones. La bendición de Jehová verdaderamente se ha manifestado en sus obras de amor, pues ahora hay cuatro excelentes Salones del Reino que satisfacen las necesidades de cinco congregaciones y sus 380 celosos publicadores.
Mareos en los viajes a las asambleas
En aquellos primeros años, los hermanos tenían que usar balandros, veleros, goletas o cualquier otro tipo de embarcación para viajar a las islas donde se celebraban las asambleas. No había ninguna línea aérea regular. Para los que eran avezados marineros, viajar en barco no presentaba ningún problema. Pero para algunos, como era el caso del hermano Stull, normalmente se convertía en una experiencia desagradable, pues durante el viaje tenía náuseas.
Un hermano describió uno de esos viajes de esta manera: “Como el hermano Stull no es buen marinero, se puso muy enfermo en el barco. Además, para empeorar las cosas, lo que debería haber sido un viaje de un día se convirtió en un viaje de tres días debido a la turbulencia del mar.
”Hubo que dormir en cubierta, ya que la bodega y la cabina del barco estaban ocupadas con cargamento. Había una lona alquitranada con la que protegerse. Pero con el tiempo, tanto la lluvia como el agua del mar calaban. El hermano Stull se encontraba tan enfermo que ni siquiera tenía fuerzas para guarecerse, de modo que la mayor parte del tiempo estuvo expuesto a los elementos. Durante el día, cuando brillaba el sol, lo hacíamos rodar hacia un lado para que se secara, y luego hacia el otro lado para completar el secado, hasta la próxima racha de mal tiempo, cuando se repetía la experiencia.”
La angustiosa experiencia seguía hasta que los hermanos divisaban la isla donde se celebraba la asamblea. Pero ni siquiera entonces terminaba la pesadilla. La marea se invertía, por lo que el barco se adentraba de nuevo en el mar y perdían de vista la isla. Cuando finalmente llegaban a puerto, ¡qué desilusión saber que las autoridades de inmigración y aduanas se habían ido ya y tenían que pasar otra noche a bordo!
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