Ponderando las noticias
Esperanza falsa
Según un informe del periódico The Wall Street Journal, algunos que procuran “enfatizar más lo personal” en la muerte abandonan ahora las formas convencionales de entierro y recurren a la práctica antigua de la momificación. Por un precio básico de $7.500 (E.U.A.) “se mantiene al cliente por dos meses sumergido en vino, hierbas y conservadores, se le añade una capa de aceites perfumados y se le envuelve en lino, vidrio fibroso, polietileno y yeso”, dice además el Journal. Por $100.000 (E.U.A.), o más, hay revestimientos de oro o ataúdes que siguen la forma del cuerpo y están hechos de bronce con joyas incrustadas.
Sin embargo, lo que atrae a los clientes no es solo lo singular de la momificación. Uno que pensaba usar el proceso dijo que “si es cierto lo que dicen algunos cristianos de que Cristo nos va a sacar del sepulcro en el Día del Juicio, entonces quiero estar en la mejor forma posible”.
Como sucedía entre los antiguos egipcios que creían que el cuerpo debería conservarse para el regreso del alma en la vida futura, esas esperanzas por lo general se fundan en creer que el alma es inmortal. Líderes religiosos han enseñado que en el Día del Juicio se juntarán de nuevo el cuerpo y el alma de cada justo y de cada inicuo para que las personas pasen a disfrutes de la vida celestial o a la condena de un infierno de fuego.
Sin embargo, la Biblia no enseña la doctrina de una inmortalidad inherente. Al contrario, enseña que el alma es mortal. “El alma que peca... ella misma morirá.” (Ezequiel 18:4.) Así, la esperanza bíblica de una vida futura no depende de que haya un alma inmortal que sobreviva, sino de que Dios resucite a la persona con su propio patrón o modelo de vida. La persona será devuelta a un cuerpo humano apropiado que tendrá la misma identidad personal y los recuerdos de la persona al morir. Correctamente, Jesús podía decir: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán”. (Juan 5:28, 29.)
Educación malsana
Durante los pasados diez años, un colegio universitario del Estado de Nueva York ha estado ofreciendo un curso en sexualidad humana que añade tres puntos a los acumulados por los estudiantes para obtener un título. “Se requiere que los estudiantes salgan en ‘excursiones’ a hablar con rameras y visitar bares de homosexuales o playas donde se practica el desnudismo”, informa un columnista del periódico New York Post. Se dice que el libro de texto del curso instruye explícitamente en prácticas sexuales que envuelven la boca, y que promueve la masturbación. Según el Post, como parte del curso los estudiantes ven una película que muestra a “parejas en el acto de tener relaciones sexuales”, así como “vistas en primer plano de la anatomía masculina y la femenina”. ¿Qué pudiera estar más lejos de las normas de la castidad y la virtud? (Filipenses 4:8, 9.)
Aunque los jóvenes deben conocer las realidades de la vida y tener una actitud sana respecto a ellas, la responsabilidad principal de suministrar tal instrucción recae sobre sus padres. (Proverbios 22:6.) Es obvio que cualquier curso que promueva las prácticas sexuales fuera del matrimonio, y que exija que los estudiantes vean películas pornográficas y exploren la homosexualidad y la prostitución, jamás podría ser aceptable a los verdaderos adoradores de Dios. La Biblia dice claramente que los que practican la fornicación (relaciones sexuales antes de contraer matrimonio), el adulterio (relaciones extramaritales) y la homosexualidad son personas que tienen “apetitos sexuales vergonzosos” y participan en lo que es “obsceno”. Respecto a tales prácticas la Biblia manda: “Que se abstengan de la fornicación”. Más que eso, añade: ‘Que la fornicación ni siquiera se mencione entre ustedes’. (Romanos 1:24-32; 1 Tesalonicenses 4:3; Efesios 5:3, 5; Gálatas 5:19, 21.)
“No son parte del mundo”
El año pasado, la Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc. se reunió con la Junta de Avalúo de la Ciudad de Nueva York para solicitar un cambio en la clasificación de una zona con miras a construir un edificio residencial de 19 pisos. Aunque la mayoría de los miembros de la junta se opusieron al proyecto de construcción, el alcalde de la Ciudad de Nueva York, Edward Koch, favoreció con los dos votos que le correspondían el cambio en la zona. En una explicación escrita de su votación, el alcalde Koch dijo que “a los testigos de Jehová [...] solo se les puede considerar buenos vecinos. [...] Los tengo en gran estima”. Entonces añadió: “Se me ha dicho que por razones religiosas no votan en ninguna elección, y puede que esto contribuya a las dificultades de este proyecto, porque es muy difícil que no votantes venzan en un asunto controversial cuando funcionarios elegidos afrontan el asedio de muchísimas personas”.
El alcalde Koch merece encomio por su valor e imparcialidad frente a tantos opositores del proyecto. Aunque el resultado pudiera haber sido diferente si los testigos de Jehová participaran en las elecciones políticas, ellos permanecen firmes en su posición de neutralidad respecto a los asuntos políticos... sin importar lo que les cueste. Para los verdaderos cristianos la postura es clara, pues Jesús dijo: “No son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo”. (Juan 17:16.)