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Un gobernante sobrehumano deseadoLa Atalaya 1987 | 15 de septiembre
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Sin embargo, Jesús sabe lo que planean. Por eso, se apresura a evitar que lo recluten a la fuerza. Despide a las muchedumbres, hace que sus discípulos entren en la embarcación y partan de regreso a Capernaum, y entonces se retira a la montaña a orar. Aquella noche Jesús está allí completamente solo.
Poco antes del amanecer Jesús mira desde el elevado lugar donde está y observa que un viento fuerte levanta grandes olas en el mar. A la luz de una luna casi llena, puesto que se acerca el tiempo de la Pascua, Jesús ve que sus discípulos luchan por adelantar en la barca azotada por las olas. Aquellos hombres reman con toda la fuerza.
Al ver esto, Jesús desciende de la montaña y empieza a andar hacia la barca sobre las aguas. Cubre una distancia de cinco o seis kilómetros (tres o cuatro millas) y alcanza a sus discípulos. Sin embargo, continúa como si fuera a pasarlos de largo. Cuando ellos lo ven, claman: “¡Es un fantasma!”.
Jesús los fortalece diciendo: “Soy yo; no tengan temor”.
Pero Pedro dice: “Señor, si eres tú, mándame venir a ti sobre las aguas”.
“¡Ven!”, contesta Jesús.
Entonces Pedro sale de la barca y anda sobre las aguas hacia Jesús. Pero al mirar a la tempestad de viento le da miedo, y, empezando a hundirse, clama: “¡Señor, sálvame!”.
Inmediatamente Jesús extiende la mano y lo ase, diciendo: “Hombre de poca fe, ¿por qué cediste a la duda?”.
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Un gobernante sobrehumano deseadoLa Atalaya 1987 | 15 de septiembre
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[Ilustración de la página 9 (completa)]
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