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Los planes humanos para la seguridad internacionalLa Atalaya 1992 | 1 de marzo
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Los planes humanos para la seguridad internacional
“Cuando termine todo esto, queremos ser los sanadores. Queremos hacer cuanto podamos por facilitar lo que con optimismo yo llamaría un nuevo orden mundial.”—George Bush, presidente estadounidense, en enero de 1991, poco después del comienzo de la guerra contra Irak.[1]
“El concepto que tiene el presidente Bush de un Nuevo Orden Mundial recalca cuán importante es que rija el orden y que las naciones crean en su responsabilidad colectiva respecto a la libertad y la justicia. El fin de la Guerra Fría ha traído una nueva era.”—Palabras del embajador de los Estados Unidos en Australia, en agosto de 1991.[2]
“Esta noche, mientras veo desarrollarse el drama de la democracia alrededor del mundo, quizás... quizás estamos más cerca de ese nuevo mundo que nunca antes.”—George Bush, presidente estadounidense, en septiembre de 1991.[3]
MUCHOS líderes del mundo, como el presidente Bush, se expresan con optimismo sobre el futuro. ¿Está justificado ese optimismo? ¿Lo sostiene lo que ha sucedido desde la II Guerra Mundial? ¿Cree usted que de los políticos pueda venir la seguridad internacional?
El gran plan humano
“Durante los últimos dos años de la segunda guerra mundial —se explicó en el documental de televisión Goodbye War (Adiós a la guerra)— se mataba a más de un millón de personas cada mes.” En aquel tiempo las naciones vieron la urgente necesidad de trazarse un plan que impidiera otra guerra como aquella. Mientras seguía el conflicto, representantes de 50 naciones idearon el mayor plan del hombre para la seguridad internacional: la Carta de las Naciones Unidas. El preámbulo de aquella Carta expresó la determinación de “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra”. Los miembros en perspectiva de las Naciones Unidas se proponían “unir [sus] fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”.
Cuarenta y un días después, un avión dejó caer una bomba atómica sobre Hiroshima, Japón. La bomba estalló sobre el centro de la ciudad y mató a más de 70.000 personas. Aquella explosión, junto con la que le siguió tres días después sobre Nagasaki, puso fin eficazmente a la guerra con Japón. Puesto que Alemania, la aliada de Japón, se había rendido el 7 de mayo de 1945, de ese modo terminó la II Guerra Mundial. Sin embargo, ¿se puso fin así a todo guerrear?
No. Desde la II Guerra Mundial ha habido más de 150 guerras menores, en las que han muerto más de 19.000.000 de personas. Es patente que el gran plan —la ONU— todavía no ha traído seguridad internacional. ¿Qué ha pasado?
La Guerra Fría
Los planificadores de la ONU no previeron el rápido desarrollo de rivalidad entre los que habían sido aliados en la II Guerra Mundial. Muchos estados se pusieron de una parte o de la otra en aquella lucha por el poder, que se llamó la Guerra Fría y fue, en parte, una lucha entre el comunismo y el capitalismo. En vez de unir sus fuerzas para detener la guerra, los dos bloques de naciones apoyaron lados opuestos en conflictos regionales —y así pelearon entre sí— en Asia, África y las Américas.
A fines de los años sesenta la Guerra Fría aflojó. Aquel aflojamiento culminó en 1975, cuando 35 estados firmaron el llamado Acuerdo de Helsinki. Entre los participantes estuvieron la Unión Soviética y los Estados Unidos, junto con sus respectivos aliados europeos. Todos prometieron laborar por la “paz y seguridad” y ‘abstenerse de amenazar con el uso de la fuerza, o de usarla, contra la integridad territorial o la independencia política de otros estados, o de emplear la fuerza de cualquier manera opuesta a los propósitos de las Naciones Unidas’.
Pero aquellas ideas no dieron el fruto deseado. A principios de los años ochenta la lucha entre las superpotencias recrudeció. La situación empeoró tanto que en 1982 el recién electo secretario general de las Naciones Unidas, el Dr. Javier Pérez de Cuéllar, reconoció el fracaso de su organización y advirtió sobre una “nueva anarquía internacional”.
No obstante, hoy día el secretario general de la ONU y otros líderes expresan optimismo. Informes de prensa hablan de “la era posterior a la Guerra Fría”. ¿Cómo se produjo ese cambio?
“La era posterior a la Guerra Fría”
Un factor que merece mencionarse fue una reunión de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, donde estuvieron representadas 35 naciones. En septiembre de 1986 estas naciones firmaron el llamado Documento de Estocolmo, y reafirmaron en él su compromiso respecto al Acuerdo de Helsinki de 1975a. El Documento de Estocolmo contiene muchas reglas para el control de las actividades militares. “Los resultados de los pasados tres años son animadores, y lo que se ha hecho empieza a proyectarse más allá de las obligaciones de que habla el Documento de Estocolmo”, informó el SIPRI (siglas en inglés para el Instituto de Estocolmo para la Investigación de la Paz Internacional) en su Yearbook 1990.
Luego, en 1987, las superpotencias concordaron en destruir todos sus misiles de lanzamiento desde tierra con alcances de entre 500 y 5.500 kilómetros (entre 300 y 3.400 millas). “La destrucción física de los misiles y lanzacohetes adelanta como se había previsto, y cada lado va observando debidamente las estipulaciones de los acuerdos”, dice el SIPRI.
Se han tomado otras medidas para disminuir el peligro de una guerra nuclear. Por ejemplo, en 1988 las superpotencias firmaron un acuerdo con relación a “misiles balísticos intercontinentales y mísiles balísticos para lanzamiento desde submarinos”. Antes de lanzar proyectiles de ese tipo, cada lado tiene que dar notificación al otro, “no menos de veinticuatro horas de antemano, de la fecha proyectada, la zona de lanzamiento y la zona de impacto”. Según el SIPRI, esos acuerdos “casi eliminan la posibilidad de que incidentes locales lleven a una guerra nuclear mundial”.
Mientras tanto, los planes para mejorar la seguridad internacional aceleran. En mayo de 1990, durante una reunión de alto nivel entre las superpotencias en Washington, D.C., el entonces presidente soviético Mijail Gorbachov propuso que los dos bloques de naciones europeas firmaran un tratado de paz. En julio representantes de las 16 naciones occidentales de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) se reunieron en Londres. Su contestación a la propuesta de Mijail Gorbachov fue que ambos lados firmaran una “declaración conjunta en la que declaramos solemnemente que ya no somos adversarios, y confirmamos nuestra intención de abstenernos de amenazar con la fuerza y emplearla”. El titular de primera plana de un periódico africano dijo que aquello era “un paso gigantesco hacia la paz mundial”.
Después, en vísperas de una reunión de alto nivel entre las superpotencias en Helsinki, Finlandia, un portavoz del gobierno estadounidense dijo que “la probabilidad de guerra [en el Oriente Medio] está llevando a un nuevo plan colectivo para la paz mundial”. La paz se había retrasado cuando Irak invadió Kuwait, y pareció que el Oriente Medio sería presa de las llamas. Pero, por la autoridad de las Naciones Unidas, fuerzas bélicas internacionales encabezadas por los Estados Unidos hicieron que las fuerzas invasoras retrocedieran a su propio país. La unidad internacional de propósito que se manifestó en esa guerra puso en algunos la esperanza de que hubiera nacido una nueva era de cooperación.
Desde entonces los sucesos mundiales han ido más allá. Especialmente la mismísima naturaleza de lo que fue la Unión Soviética cambió radicalmente. Se permitió que los estados del Báltico declararan su independencia, y otras repúblicas de la Unión Soviética siguieron su ejemplo. Salieron a la luz violentas rivalidades étnicas en zonas que habían parecido homogéneas bajo el control comunista centralizado. Para el fin de 1991 la Unión Soviética había cesado de existir oficialmente.
Estos cambios radicales en el escenario político mundial significan una oportunidad para la Organización de las Naciones Unidas. En cuanto a esto, The New York Times dijo: “El relajamiento de las tensiones mundiales y el nuevo espíritu de cooperación entre los Estados Unidos y la Unión Soviética podrían significar un papel nuevo y más poderoso en los asuntos internacionales para la organización mundial”.
¿Ha llegado finalmente la hora de que esa organización —ya en existencia por 47 años— manifieste sus méritos? ¿Estamos realmente por entrar en lo que los Estados Unidos han llamado “un nuevo siglo —y un nuevo milenio— de paz, libertad y prosperidad”?
[Nota a pie de página]
a Ese acuerdo es el primero y el más importante de una serie de acuerdos firmados en Helsinki por Canadá, los Estados Unidos, la Unión Soviética y otros 32 países. El nombre oficial del acuerdo principal es Estatuto Final de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa. Su objetivo principal era disminuir la tensión internacional entre Oriente y Occidente (World Book Encyclopedia).
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¿Tendrán éxito los planes para la seguridad internacional?La Atalaya 1992 | 1 de marzo
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¿Tendrán éxito los planes para la seguridad internacional?
PARECE que, por la misericordia de Dios, la Guerra Fría que ha dominado al mundo por más de 40 años ha cesado”, declara One World, una revista del CEI (Consejo Ecuménico de las Iglesias). “Acontecimientos significativos en Europa central y oriental [...] parecen dar buena indicación de que habrá paz y seguridad en Europa y el resto del mundo”, añade el escritor anglicano John Pobee, miembro del Programa de educación teológica del CEI.
Los representantes del CEI no son los únicos que enlazan a Dios con los planes del hombre para la seguridad internacional. En abril de 1991, poco después de la guerra en el golfo Pérsico, el papa Juan Pablo envió al que entonces era secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, el siguiente mensaje: “Los obispos de las iglesias católicas del Oriente Medio y de Occidente confían en la labor de las Naciones Unidas [...] Esperan que, mediante las Naciones Unidas y sus organizaciones especializadas, los que están en grave necesidad debido a la guerra reciente sean objeto de la comprensión y la solidaridad internacionales”.
Además, el Vaticano estuvo entre los 35 estados que formularon y firmaron tanto el Acuerdo de Helsinki de 1975 como el Documento de Estocolmo de 1986. Cuando las Naciones Unidas proclamaron el año 1986 como el “Año Internacional de la Paz”, el papa respondió invitando a representantes de las religiones principales del mundo a participar en una celebración de la “Jornada Ecuménica de Oración por la Paz”. En octubre de 1986, representantes de las fes budista, hindú, islámica, sintoísta, anglicana, luterana, ortodoxa griega, judía y otras se sentaron juntos en Asís, Italia y se turnaron en orar por la paz mundial.
Unos años después, el arzobispo anglicano de Canterbury presentó en Roma un sermón en que recordó a los presentes aquella ocasión. “En Asís —dijo— vimos que el obispo de Roma [el papa] pudo reunir a las iglesias cristianas. Pudimos orar, hablar y obrar juntos por la paz y el bienestar de la humanidad [...] Mi impresión ante aquella iniciativa de orar por la paz mundial fue que estaba en la presencia del Dios que dijo: ‘Mira, estoy haciendo algo nuevo’.”
A pesar de que no estuvieron representadas en Asís, otras religiones también ven con optimismo los planes humanos para la seguridad internacional. Un artículo de fondo de la revista Die Kerkbode, la publicación oficial de la Iglesia Holandesa Reformada de Sudáfrica, informó: “Estamos en transición hacia un nuevo orden mundial. Lo que parecía inconcebible hace unos años está desarrollándose ante nuestros mismos ojos. La reconciliación que se está efectuando en el gran escenario mundial entre la Unión Soviética y Occidente tiene grandes repercusiones en lo regional. En nuestra parte del mundo, grupos que siempre habían estado en oposición entre sí y que eran enemigos declarados están hablando unos con otros, y por todas partes surge el empuje hacia ‘la paz’ [...] Desde el punto de vista cristiano, todo esfuerzo por poner paz entre la gente debe recibirse con gusto. Podemos orar por la paz en nuestros tiempos”.
¿Está bendiciendo Dios los planes del hombre para la seguridad internacional?
¿Qué dice la Biblia?
Con relación a confiar en los esfuerzos humanos, la Biblia advierte claramente: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna. Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. (Salmo 146:3, 4.) El progreso actual hacia la paz puede parecer animador. Pero tenemos que ser realistas. Lo que el hombre puede hacer es limitado. Con frecuencia la complejidad de los sucesos va más allá de lo que pueden manejar. Rara vez pueden discernir las corrientes o fuerzas ocultas que frustran sus mejores planes.
Setecientos años antes de que Jesús viniera a la Tierra —en los días del profeta Isaías—, líderes judíos procuraban alcanzar seguridad mediante tratados internacionales con países vecinos, algo similar a lo que está sucediendo hoy. También en aquellos días los líderes religiosos apoyaban lo que hacían los políticos. Pero Isaías advirtió: “¡Planeen un proyecto, y será desbaratado! ¡Hablen cualquier palabra, y no subsistirá[!]”. (Isaías 8:10.) Su proyecto fue un fracaso desastroso. ¿Pudiera ocurrir lo mismo hoy?
¡Claro que sí!, pues Dios anunció por el mismo profeta que Él tiene Su propia manera de traer seguridad a la Tierra. No lo hará mediante ninguna organización humana, sino mediante un descendiente del rey israelita David. (Isaías 9:6, 7.) Ese Heredero del rey David es Jesucristo, quien, interrogado por Poncio Pilato, admitió que era un Rey, pero dijo: “Mi reino no es parte de este mundo”. (Juan 18:36; Lucas 1:32.) De hecho, el Reino de Jesús sería celestial. Y ese Reino —no las Naciones Unidas ni ninguna nación política terrestre— traería seguridad duradera y confiable a esta Tierra. (Daniel 2:44.)
Jesucristo predijo que su Reino empezaría a gobernar desde los cielos en un tiempo en que habría “guerras e informes de guerras” y en que ‘se levantaría nación contra nación y reino contra reino’. El cumplimiento de las profecías señala a 1914 como el tiempo en que eso tuvo lugar, y muestra que los años desde entonces son “la conclusión del sistema de cosas”. (Mateo 24:3, 6-8.)
¿Qué significa esto? Que el tiempo que le queda al sistema mundial actual es limitado, y pronto se acabará. ¿Es eso motivo para que estemos preocupados o tristes? No si reflexionamos en la crueldad, la injusticia, la opresión, las guerras y todo el sufrimiento que han caracterizado a este sistema de cosas. Verdaderamente será un alivio vivir bajo un gobernante de quien la Biblia, la Palabra de Dios, dice: “Sobre él tiene que asentarse el espíritu de Jehová, el espíritu de sabiduría y de entendimiento, el espíritu de consejo y de poderío, el espíritu de conocimiento y del temor de Jehová”. (Isaías 11:2.)
Seguridad verdadera en la Tierra
En realidad no habrá seguridad verdadera en la Tierra sino hasta que se cumpla en escala mundial bajo el Reino de Dios la siguiente profecía de Isaías: “Voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón”. (Isaías 65:17.) Sin importar cuánto oren por este mundo los líderes religiosos, los planes humanos para la seguridad internacional no pueden reemplazar el camino de Dios para paz y seguridad.
La seguridad mundial y permanente que el Reino de Dios introducirá será gloriosa. La siguiente es tan solo una de sus descripciones bíblicas: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzarán espada, nación contra nación, ni aprenderán más la guerra. Y realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar; porque la boca misma de Jehová de los ejércitos lo ha hablado”. (Miqueas 4:3, 4.)
Solo la seguridad que Dios mismo garantiza puede ser permanente y confiable. Por eso, en vez de cifrar su confianza en nobles, ¿por qué no confía en Dios? Entonces hallará que estas palabras del salmista son verdaderas: “Feliz es el que tiene al Dios de Jacob por ayuda suya, cuya esperanza está en Jehová su Dios, el Hacedor del cielo y de la tierra, del mar, y de todo lo que en ellos hay, Aquel que observa apego a la verdad hasta tiempo indefinido”. (Salmo 146:5, 6.)
[Recuadro en la página 7]
La Iglesia Católica y la política internacional
“Aunque Cristo dijo que su reino ‘no era de este mundo’, eclesiásticos de alto rango y el papado como institución han tenido intensa participación en luchas políticas internacionales y nacionales desde los tiempos de Constantino.”—The Catholic Church in World Politics (La Iglesia Católica en la política mundial), por el profesor Eric Hanson, de la Universidad de Santa Clara, jesuita.
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