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  • Las enseñanzas de Jesús pueden hacerlo feliz
    La Atalaya 2009 | 15 de febrero
    • Las enseñanzas de Jesús pueden hacerlo feliz

      “[Jesús] subió a la montaña; y [...] vinieron a él sus discípulos; y él [...] se puso a enseñarles.” (MAT. 5:1, 2)

      1, 2. a) ¿En qué circunstancias pronunció Jesús el Sermón del Monte? b) ¿Cómo comenzó Jesús su discurso?

      NOS encontramos en el año 31 de nuestra era. Jesús ha interrumpido brevemente su gira de predicación por Galilea para ir a Jerusalén a celebrar la Pascua (Juan 5:1). Ya de vuelta en Galilea, pasa toda la noche pidiéndole a Dios su guía para escoger a los doce apóstoles. Al día siguiente, una multitud lo busca y él cura a los enfermos. Entonces se va a la ladera de una montaña y, allí sentado, empieza a enseñar a sus discípulos y a la gente (Mat. 4:23–5:2; Luc. 6:12-19).

      2 Jesús comienza su discurso —que ha llegado a conocerse como el Sermón del Monte— explicando que la felicidad proviene de tener una buena relación con Dios (léase Mateo 5:1-12). La felicidad se define como un estado de bienestar caracterizado por emociones que van desde la satisfacción hasta una gran alegría. Las nueve felicidades, o bienaventuranzas, que Jesús pronunció destacan las razones por las que los cristianos son felices, y son tan provechosas hoy como lo fueron hace casi dos mil años. Examinémoslas una por una.

      “Los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”

      3. ¿Qué significa tener conciencia de la necesidad espiritual de uno?

      3 “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.” (Mat. 5:3.) Quienes sienten esa necesidad comprenden lo pobres que son en sentido espiritual y lo necesitados que están de la misericordia de Dios.

      4, 5. a) ¿Por qué son felices quienes están conscientes de su necesidad espiritual? b) ¿Cómo podemos satisfacer nuestra necesidad espiritual?

      4 Los que están conscientes de su necesidad espiritual son felices porque “a ellos pertenece el reino de los cielos”. Al aceptar a Jesús como el Mesías prometido, sus primeros discípulos recibieron la oportunidad de gobernar con él en el Reino celestial de Dios (Luc. 22:28-30). Sea que tengamos la esperanza de ir al cielo o la de vivir para siempre en un paraíso terrestre bajo dicho gobierno, seremos felices si reconocemos nuestra necesidad espiritual y completa dependencia de Dios.

      5 No todo el mundo está consciente de su necesidad espiritual; mucha gente carece de fe y no valora las cosas sagradas (2 Tes. 3:1, 2; Heb. 12:16). Si queremos satisfacer esa necesidad, debemos aplicarnos al estudio de la Biblia, participar con entusiasmo en la obra de hacer discípulos y asistir con regularidad a las reuniones (Mat. 28:19, 20; Heb. 10:23-25).

      “Felices son los que se lamentan”

      6. ¿Quiénes son “los que se lamentan”, y por qué son felices?

      6 “Felices son los que se lamentan, puesto que ellos serán consolados.” (Mat. 5:4.) “Los que se lamentan” son el mismo tipo de personas que “los que tienen conciencia de su necesidad espiritual”. No es que se lamenten por su situación en la vida, sino porque son pecadores y porque les duele ver el sufrimiento que causa la imperfección. Pero ¿por qué dijo Jesús que son felices si están lamentándose? Porque hallan consuelo en su relación con Jehová y porque ejercen fe en él y en su Hijo (Juan 3:36).

      7. ¿Cuál debería ser nuestro sentir sobre el mundo de Satanás?

      7 ¿Nos lamentamos nosotros por las muchas injusticias que se cometen en el mundo de Satanás? ¿Cómo debemos ver este mundo y lo que ofrece? El apóstol Juan responde: “Todo lo que hay en el mundo —el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno— no se origina del Padre” (1 Juan 2:16). Pero ¿qué podemos hacer si percibimos que “el espíritu del mundo” —es decir, la actitud dominante del mundo alejado de Dios— está debilitando nuestra espiritualidad? Oremos con fervor, estudiemos la Biblia y busquemos la ayuda de los ancianos. Cuanto más nos acerquemos a Jehová, más consuelo hallaremos, sea cual sea la causa de nuestras angustias (1 Cor. 2:12; Sal. 119:52; Sant. 5:14, 15).

      “Felices son los de genio apacible”

      8, 9. a) ¿Qué implica ser apacible? b) ¿Por qué son felices los apacibles?

      8 “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra.” (Mat. 5:5.) La apacibilidad, o mansedumbre, no es señal de debilidad; tampoco es una amabilidad fingida (1 Tim. 6:11). La persona apacible hace la voluntad de Jehová y se deja guiar por él. Esta cualidad se refleja asimismo en su manera de tratar a los demás, tal como lo muestra la exhortación del apóstol Pablo a los cristianos de Roma (léase Romanos 12:17-19).

      9 ¿Por qué dijo Jesús “felices son los de genio apacible”? Porque, como él mismo aseguró, “ellos heredarán la tierra”. Jesús, quien fue un ejemplo de apacibilidad, es el principal Heredero de la Tierra (Sal. 2:8; Mat. 11:29; Heb. 2:8, 9). Los “coherederos con Cristo”, que también son apacibles, compartirán dicha herencia (Rom. 8:16, 17). Y muchas otras personas mansas vivirán para siempre en la Tierra como súbditos del Reino mesiánico (Sal. 37:10, 11).

      10. ¿Cómo perjudicaría la falta de apacibilidad nuestra relación con los demás y nuestras posibilidades de recibir privilegios de servicio?

      10 Al igual que Jesús, debemos ser apacibles. Pero ¿qué pasaría si tuviéramos fama de ser agresivos o de tratar con dureza a los demás? Seguramente los ahuyentaríamos. Por otra parte, si un hermano quisiera asumir responsabilidades en la congregación, esa conducta se lo impediría (1 Tim. 3:1, 3). Pablo le dijo a Tito que les recordara a los cristianos de Creta que no fueran belicosos, que fueran razonables y que trataran a todos con apacibilidad (Tito 3:1, 2). Sin duda, las personas apacibles son una gran bendición para los demás.

      “Felices son los que tienen hambre y sed de justicia”

      11-13. a) ¿Qué implica tener hambre y sed de justicia? b) ¿Cómo se satisface a quienes tienen hambre y sed de justicia?

      11 “Felices son los que tienen hambre y sed de justicia, puesto que ellos serán saciados.” (Mat. 5:6.) La justicia de la que habla Jesús es una cualidad que consiste en cumplir la voluntad y las leyes de Dios. El salmista dijo que ansiaba las justas decisiones judiciales de Jehová (Sal. 119:20). ¿Sentimos ese mismo deseo? ¿Valoramos la justicia tanto como él?

      12 Jesús dijo que quienes tuvieran hambre y sed de justicia serían felices porque serían “saciados”, o sea, quedarían satisfechos. Esto fue posible debido a que el espíritu santo de Jehová comenzó a dar “al mundo evidencia convincente [...] respecto a la justicia” después del Pentecostés del año 33 (Juan 16:8). Mediante su fuerza activa, Dios inspiró a un grupo de hombres a fin de que escribieran las Escrituras Griegas Cristianas, que tan útiles son “para disciplinar en justicia” (2 Tim. 3:16). Además, ese mismo espíritu nos ayuda a vestirnos “de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia” (Efe. 4:24). Es muy consolador saber que, gracias al sacrificio redentor de Jesús, quienes se arrepienten y buscan el perdón de sus pecados pueden llegar a ser considerados justos por Dios (léase Romanos 3:23, 24).

      13 Quienes tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra verán completamente saciada su hambre y sed de justicia en el justo nuevo mundo de Dios. Mientras tanto, resolvámonos a obedecer en todo momento las normas divinas. Jesús dijo: “Sigan [...] buscando primero el reino y la justicia de Dios” (Mat. 6:33). Si así lo hacemos, tendremos “mucho que hacer en la obra del Señor” y nos sentiremos verdaderamente felices (1 Cor. 15:58).

      ¿Por qué son felices los misericordiosos?

      14, 15. a) ¿De qué maneras podemos mostrar misericordia? b) ¿Por qué son felices los misericordiosos?

      14 “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia.” (Mat. 5:7.) El sentimiento que mueve a los misericordiosos es su compasión por los demás. Jesús, por ejemplo, alivió milagrosamente el sufrimiento de muchas personas debido a que se apiadó de ellas (Mat. 14:14). Una manera en que podemos mostrar misericordia es perdonando a quienes pecan contra nosotros, tal como Jehová perdona misericordiosamente a quienes se arrepienten de sus faltas (Éxo. 34:6, 7; Sal. 103:10). Otra manera es aliviando el sufrimiento de los más desfavorecidos con palabras y acciones bondadosas. En particular, demostramos que nos compadecemos de nuestros semejantes al hablarles de las verdades bíblicas. Así seguimos el ejemplo de Jesús, quien, movido por la compasión, “comenzó a enseñarles muchas cosas” a las personas que acudieron a él (Mar. 6:34).

      15 Sin duda concordamos con lo que dijo Jesús: “Felices son los misericordiosos, puesto que a ellos se les mostrará misericordia”. Si tratamos a los demás con compasión, lo más seguro es que ellos nos traten igual. Además, la misericordia con que hemos tratado al prójimo triunfará sobre el juicio, es decir, impedirá que recibamos un juicio adverso cuando tengamos que rendirle cuentas a Dios por nuestras acciones (Sant. 2:13). Como vemos, solo los misericordiosos recibirán el perdón de sus pecados y la vida eterna (Mat. 6:15).

      ¿Por qué son felices las personas de corazón puro?

      16. ¿Qué caracteriza a las personas “de corazón puro”, y en qué sentido ven a Dios?

      16 “Felices son los de corazón puro, puesto que ellos verán a Dios.” (Mat. 5:8.) Si tenemos un “corazón puro”, eso se percibirá en nuestros sentimientos, deseos y motivos. Actuaremos con “amor procedente de un corazón limpio” (1 Tim. 1:5). Y como recompensa, nos contaremos entre los que “verán a Dios”. Esto no significa que todos vayamos a ver a Jehová de manera literal. En realidad, “ningún hombre puede [verlo] y sin embargo vivir” (Éxo. 33:20). Ahora bien, todos podemos “ver” a Jehová al examinar las cualidades de Jesús, pues él reflejó a la perfección la personalidad de su Padre. Jesús mismo dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también” (Juan 14:7-9). Quienes servimos a Dios en la Tierra también podemos verlo en el sentido de que observamos lo que él hace por nosotros (Job 42:5). Y por supuesto, los ungidos verán cara a cara a su Padre celestial cuando resuciten como seres espirituales (1 Juan 3:2).

      17. ¿Cómo se comportan quienes son puros de corazón?

      17 El corazón que es moral y espiritualmente puro no se entretiene con cosas que Jehová considera inmundas (1 Cró. 28:9; Isa. 52:11). Si tenemos un corazón puro, nuestras palabras y acciones también serán puras, y nuestro servicio a Dios no tendrá ningún rastro de hipocresía.

      Los pacíficos llegan a ser hijos de Dios

      18, 19. ¿Cómo actúan los pacíficos?

      18 “Felices son los pacíficos, puesto que a ellos se les llamará ‘hijos de Dios’.” (Mat. 5:9.) A las personas pacíficas de las que habló Jesús no solo se las reconoce por lo que hacen, sino también por lo que no hacen. Por ejemplo, no pagan “daño por daño” a nadie. Más bien, hacen siempre “lo que es bueno [...] para con todos” (1 Tes. 5:15).

      19 El término griego que se traduce “pacíficos” en Mateo 5:9 significa literalmente “pacificadores”, es decir, personas que promueven la paz. Los pacíficos no hacen nada que pueda “[separar] a los que se han familiarizado entre sí” (Pro. 16:28). Además, se esfuerzan por buscar “la paz con todos” (Heb. 12:14).

      20. ¿Quiénes son ya “hijos de Dios”, y quiénes llegarán a serlo en el futuro?

      20 Los pacíficos son felices porque a ellos “se les llamará ‘hijos de Dios’”. Jehová ha adoptado a los fieles cristianos ungidos, de modo que son “hijos de Dios” y gozan de una íntima relación con él. Tienen ese honor gracias a que ejercen fe en Cristo y adoran con fervor al “Dios de amor y de paz” (2 Cor. 13:11; Juan 1:12). ¿Y qué se puede decir de las “otras ovejas”? Aunque Jesús será su “Padre Eterno” durante su Reinado Milenario, al final de este período, él mismo se sujetará a Jehová, y los miembros de este pacífico grupo llegarán a ser hijos de Dios en todo el sentido de la palabra (Juan 10:16; Isa. 9:6; Rom. 8:21; 1 Cor. 15:27, 28).

      21. ¿Cómo actuaremos si estamos “viviendo por espíritu”?

      21 Si estamos “viviendo por espíritu”, los demás notarán que somos pacíficos. No estaremos “promoviendo competencias unos con otros”, o “provocándonos” (Gál. 5:22-26; Nueva Versión Internacional, 1979). Más bien, nos esforzaremos por ser “pacíficos con todos los hombres” (Rom. 12:18).

      Somos felices a pesar de que se nos persigue

      22-24. a) ¿Por qué son felices quienes son perseguidos por causa de la justicia? b) ¿Qué veremos en los siguientes dos artículos?

      22 “Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.” (Mat. 5:10.) Después de decir estas palabras, Jesús agregó: “Felices son ustedes cuando los vituperen y los persigan y mentirosamente digan toda suerte de cosa inicua contra ustedes por mi causa. Regocíjense y salten de gozo, puesto que grande es su galardón en los cielos; porque de esa manera persiguieron a los profetas antes de ustedes” (Mat. 5:11, 12).

      23 Al igual que los profetas de la antigüedad, los cristianos sabemos que la gente nos criticará, nos calumniará y nos perseguirá “por causa de la justicia”. Pero si aguantamos esas dificultades, tendremos la satisfacción de haber agradado y honrado a Jehová (1 Ped. 2:19-21). El sufrimiento no puede disminuir la alegría que sentimos por el privilegio de servir a Jehová ahora y en el futuro. No puede opacar la felicidad de quienes gobernarán con Cristo en el Reino celestial ni de quienes serán súbditos terrestres de ese Reino para siempre. Estas bendiciones demuestran que contamos con el favor de Dios y que él es generoso con nosotros.

      24 Pero hay mucho más que podemos aprender del Sermón del Monte. En los siguientes dos artículos analizaremos otras lecciones valiosas. Veamos, primero, cómo aplicar en nuestra vida las enseñanzas de Jesús.

  • Déjese moldear por las enseñanzas de Jesús
    La Atalaya 2009 | 15 de febrero
    • Déjese moldear por las enseñanzas de Jesús

      “Aquel a quien Dios envió habla los dichos de Dios.” (JUAN 3:34)

      1, 2. ¿A qué pueden compararse las enseñanzas del Sermón del Monte, y por qué puede decirse que están basadas en “los dichos de Dios”?

      UNO de los diamantes tallados más grandes que se conocen es la Estrella de África, una valiosísima gema de 530 quilates. Sin embargo, de mucho más valor aún son las gemas espirituales que hallamos en el Sermón del Monte. No podía ser de otro modo, pues las enseñanzas, o dichos, de Jesús provienen de Jehová. Refiriéndose a Jesús, la Biblia dice: “Aquel a quien Dios envió habla los dichos de Dios” (Juan 3:34-36).

      2 Aunque debió de tardar menos de media hora en pronunciarlo, Jesús incluyó en el Sermón del Monte veintiuna citas de ocho libros de las Escrituras Hebreas. Está claro, pues, que su discurso se basó firmemente en “los dichos de Dios”. Veamos cómo podemos poner en práctica algunas de las valiosas enseñanzas de este sermón magistral.

      “Primero haz las paces con tu hermano”

      3. Después de advertir a sus discípulos de las consecuencias de la ira, ¿qué consejo dio Jesús?

      3 Dos aspectos del fruto del espíritu de Dios son el gozo y la paz (Gál. 5:22, 23). Y como los cristianos tenemos dicho espíritu, somos felices y pacíficos. Jesús no quería que sus discípulos dejaran de serlo, así que les habló de las terribles consecuencias de la ira prolongada (léase Mateo 5:21, 22). Entonces declaró: “Por eso, si estás llevando tu dádiva al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí enfrente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas vuelto, ofrece tu dádiva” (Mat. 5:23, 24).

      4, 5. a) ¿Qué era la “dádiva” a la que se refirió Jesús en Mateo 5:23, 24? b) ¿Cuánta importancia tiene hacer las paces con un hermano ofendido?

      4 La “dádiva” de la que Jesús habló podía ser cualquier ofrenda que se presentara en el templo de Jerusalén, como los sacrificios de animales. Estas ofrendas eran importantes, pues formaban parte de la adoración que el pueblo de Israel le rendía a Jehová. Sin embargo, Jesús destacó algo de mayor importancia aún: si un hermano está ofendido con uno, hay que hacer las paces con él antes de ofrecer cualquier dádiva a Dios.

      5 ¿Qué lección encierran las palabras de Jesús? Que la forma en que tratamos a los demás repercute directamente en nuestra relación con Jehová (1 Juan 4:20). Por eso, las ofrendas que se hacían a Dios en tiempos antiguos no servían de nada si el que las hacía trataba mal a su prójimo (léase Miqueas 6:6-8).

      La humildad es clave

      6, 7. ¿Por qué se necesita humildad para hacer las paces con un hermano ofendido?

      6 Muy probablemente, hacer las paces con un hermano ofendido pondrá a prueba nuestra humildad. La persona humilde no discute con sus hermanos en la fe para hacer valer los derechos que supuestamente tiene. Eso crearía un ambiente tenso, parecido al que existió entre algunos cristianos de la antigua Corinto, a quienes el apóstol Pablo escribió estas profundas palabras: “Significa del todo derrota para ustedes el que estén teniendo litigios unos con otros. ¿Por qué no dejan más bien que les hagan injusticias? ¿Por qué no dejan más bien que los defrauden?” (1 Cor. 6:7).

      7 Jesús no dijo que debemos ir a hablar con nuestro hermano para convencerlo de que nosotros tenemos la razón y él está equivocado. Más bien, nuestro objetivo debe ser restaurar la paz. Debemos expresar con sinceridad lo que pensamos, pero también debemos reconocer que la otra persona se siente herida. Y, por supuesto, si hemos actuado mal, tenemos que disculparnos humildemente.

      “Si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar”

      8. Resuma lo que dijo Jesús en Mateo 5:29, 30.

      8 En su Sermón del Monte, Jesús dio sabios consejos en cuestiones de moralidad. Él sabía que los miembros de nuestro cuerpo imperfecto pueden ejercer en nosotros una influencia peligrosa. Por eso dijo: “Si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti. Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo sea arrojado en el Gehena. También, si tu mano derecha te está haciendo tropezar, córtala y échala de ti. Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo vaya a parar al Gehena” (Mat. 5:29, 30).

      9. ¿En qué sentido pueden hacernos tropezar tanto el ojo como la mano?

      9 El ojo del que habló Jesús representa la capacidad de fijar nuestra atención en algo, y la mano simboliza las acciones que realizamos con las manos. Si nos descuidamos, estas partes del cuerpo pueden hacernos “tropezar” e impedir que andemos con Dios (Gén. 5:22; 6:9). Por consiguiente, si nos sentimos tentados a desobedecer a Dios, debemos tomar medidas tan drásticas como arrancarnos un ojo o cortarnos una mano, por decirlo así.

      10, 11. ¿Qué nos ayudará a no caer en la inmoralidad sexual?

      10 ¿Cómo podemos impedir que nuestros ojos se fijen en cosas inmorales? Job, un fiel siervo de Dios, declaró: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso, ¿cómo pudiera mostrarme atento a una virgen?” (Job 31:1). Job era un hombre casado que estaba resuelto a no violar las leyes morales de Dios. Y nosotros debemos tener esa misma actitud, sea que estemos casados o solteros. Para evitar la inmoralidad sexual necesitamos la guía del espíritu santo, el cual produce autodominio en los que aman a Dios (Gál. 5:22-25).

      11 Así, hacemos bien en preguntarnos: “¿Permito que mis ojos despierten en mí un apetito por imágenes o textos inmorales, que tan fácilmente se encuentran en libros, Internet o programas de televisión?”. Recordemos estas palabras del discípulo Santiago: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte” (Sant. 1:14, 15). Por lo tanto, si alguien que está dedicado a Dios “sigue mirando” a una persona del sexo opuesto con intenciones inmorales, tiene que hacer cambios radicales; debe, por decirlo así, arrancarse el ojo y tirarlo (léase Mateo 5:27, 28).

      12. ¿Qué exhortación de Pablo nos ayudará a luchar contra los deseos carnales?

      12 Las manos pueden convertirse en un instrumento peligroso, pues con ellas es posible violar gravemente las normas morales de Jehová. Por eso, debemos estar resueltos a permanecer puros siguiendo esta exhortación de Pablo: “Amortigüen [o “den muerte a”] [...] los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Col. 3:5; Traducción en lenguaje actual). Estas palabras ponen de relieve las contundentes medidas que hay que tomar para luchar contra los deseos carnales.

      13, 14. ¿Por qué es esencial huir de los pensamientos y actos inmorales?

      13 Con tal de salvar la vida, muchas personas han permitido que les amputen una extremidad. Pues bien, para huir de los pensamientos y actos inmorales que pueden acabar con nuestra vida espiritual, es esencial que, en sentido figurado, nos arranquemos un ojo o nos cortemos una mano. Mantener la pureza mental, moral y espiritual es la única manera de escapar del Gehena, es decir, de la destrucción eterna.

      14 Debido al pecado heredado y la imperfección, exige esfuerzo mantenernos puros. Pablo dijo: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo” (1 Cor. 9:27). Por consiguiente, resolvámonos a aplicar los consejos de Jesús en cuestiones de moralidad. Jamás hagamos algo que demuestre falta de gratitud por su sacrificio redentor (Mat. 20:28; Heb. 6:4-6).

      “Practiquen el dar”

      15, 16. a) ¿Qué ejemplo de generosidad dio Jesús? b) ¿Qué significan las palabras de Lucas 6:38?

      15 Jesús nos enseñó a ser generosos tanto por sus palabras como por su ejemplo. De hecho, estuvo dispuesto a venir a la Tierra por el bien de la humanidad imperfecta (léase 2 Corintios 8:9). De buena gana dejó atrás su gloria celestial para nacer como hombre y dar su vida por seres humanos pecadores. Gracias a su sacrificio, algunos de ellos obtendrían riquezas en el cielo al convertirse en sus coherederos en el Reino (Rom. 8:16, 17). Y Jesús ciertamente nos animó a ser generosos cuando dijo:

      16 “Practiquen el dar, y se les dará. Derramarán en sus regazos una medida excelente, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida con que ustedes miden, se les medirá en cambio.” (Luc. 6:38.) La expresión “derramarán en sus regazos” alude a la costumbre que tenían algunos vendedores de llenar una especie de bolsa que el cliente formaba sujetando con su cinturón el pliegue de su amplia prenda exterior de vestir. Las palabras de Jesús recalcan que nuestros actos espontáneos de generosidad pueden hacer que recibamos a cambio “una medida excelente”, quizá cuando más lo necesitemos (Ecl. 11:2).

      17. ¿Cómo puso Jehová el mayor ejemplo de generosidad, y qué nos hará felices?

      17 Jehová ama y recompensa a quienes dan con alegría. Él mismo puso el mayor ejemplo, pues dio a su Hijo unigénito “para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Pablo escribió: “El que siembra liberalmente, liberalmente también segará. Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre” (2 Cor. 9:6, 7). No hay duda de ello: dar de nuestro tiempo, energías y recursos materiales para fomentar la adoración verdadera nos hará felices y nos reportará grandes recompensas (léanse Proverbios 19:17 y Lucas 16:9).

      “No toques trompeta delante de ti”

      18. ¿En qué caso no recibiremos ningún galardón de nuestro Padre celestial?

      18 “Cuídense mucho para que no practiquen su justicia delante de los hombres a fin de ser observados por ellos; de otra manera no tendrán galardón ante su Padre que está en los cielos.” (Mat. 6:1.) La justicia de la que habló Jesús es la conducta que armoniza con la voluntad divina. Él no quiso decir que las buenas acciones nunca deberían efectuarse en público, pues a sus discípulos les había mandado: “Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres” (Mat. 5:14-16). Sin embargo, no recibiremos ningún galardón de nuestro Padre celestial si hacemos las cosas “a fin de ser observados” y admirados, como los actores que interpretan una obra de teatro en un escenario. Si ese es nuestro motivo, nunca disfrutaremos de una estrecha relación con Dios ni de las bendiciones eternas del Reino.

      19, 20. a) ¿Qué quiso decir Jesús cuando enseñó que no debemos tocar la trompeta al hacer “dádivas de misericordia”? b) ¿Cómo podemos impedir que nuestra mano izquierda sepa lo que hace la derecha?

      19 Si tenemos la actitud apropiada, seguiremos esta exhortación de Jesús: “Cuando andes haciendo dádivas de misericordia, no toques trompeta delante de ti, así como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los glorifiquen. Les digo en verdad: Ellos ya disfrutan de su galardón completo” (Mat. 6:2). Las “dádivas de misericordia” eran donaciones para ayudar a los necesitados (léase Isaías 58:6, 7). Jesús y sus discípulos, por ejemplo, tenían un fondo común para los pobres (Juan 12:5-8; 13:29). Puesto que nadie tocaba literalmente la trompeta antes de hacer esa clase de donaciones, es evidente que Jesús estaba usando una hipérbole, o exageración, para mostrar que no está bien andar por ahí pregonando la generosidad de uno, como hacían los fariseos. Jesús los llamó hipócritas porque anunciaban sus limosnas “en las sinagogas y en las calles”. Aquellos individuos ya tenían “su galardón completo”. Su única recompensa sería la alabanza de los hombres y quizás un asiento de primera fila en la sinagoga junto a destacados rabinos. Pero de Jehová no recibirían nada (Mat. 23:6). ¿Qué debían hacer, en cambio, los discípulos de Cristo? Jesús les dijo a ellos y a nosotros:

      20 “Mas tú, cuando hagas dádivas de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tus dádivas de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.” (Mat. 6:3, 4.) Como por lo general trabajamos con las dos manos, la mano derecha está muy cerca de la izquierda. Pues bien, impedir que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha significa no dar a conocer nuestros actos de misericordia, ni siquiera a las personas más cercanas a nosotros.

      21. ¿Qué incluye el pago de Aquel “que mira en secreto”?

      21 Como no andamos presumiendo de ser generosos, las “dádivas de misericordia” que hacemos quedan secretas. Entonces nuestro Padre, “que mira en secreto”, nos lo pagará. Puesto que él reside en los cielos y es invisible, está en un lugar “secreto” para la humanidad (Juan 1:18). El pago que nos da incluye una íntima relación con él, el perdón de los pecados y la vida eterna (Pro. 3:32; Juan 17:3; Efe. 1:7). Eso es mucho mejor que la alabanza de los hombres, ¿no le parece?

      Enseñanzas que debemos atesorar

      22, 23. ¿Por qué debemos atesorar las enseñanzas de Jesús?

      22 Como vemos, el Sermón del Monte está repleto de preciosas gemas con muchas facetas. Sus valiosísimas palabras nos llenan de alegría aun en este mundo tan lleno de dificultades. En efecto: si atesoramos las enseñanzas de Jesús y permitimos que moldeen nuestra actitud y estilo de vida, seremos muy felices.

      23 Todo el que oye y hace lo que Jesús enseñó recibirá muchas bendiciones (léase Mateo 7:24, 25). Por lo tanto, resolvámonos a seguir los consejos de Jesús. En el último artículo de esta serie veremos otras enseñanzas del Sermón del Monte.

  • ¿Ora usted tal como enseñó Jesús?
    La Atalaya 2009 | 15 de febrero
    • ¿Ora usted tal como enseñó Jesús?

      “Cuando Jesús terminó estos dichos, el efecto fue que las muchedumbres quedaron atónitas por su modo de enseñar.” (MAT. 7:28)

      1, 2. ¿Por qué dejó atónita a la gente la manera de enseñar de Jesús?

      TODOS debemos prestar atención a las enseñanzas de Jesús, el Hijo unigénito de Dios, y ponerlas en práctica. Nadie hablaba como él. No es de extrañar, pues, que la gente se haya quedado atónita cuando terminó su Sermón del Monte (léase Mateo 7:28, 29).

      2 El Hijo de Dios no enseñaba como los escribas, quienes basaban su palabrería en doctrinas de seres humanos imperfectos; él hablaba “como persona que tiene autoridad”, pues sus enseñanzas provenían de Dios mismo (Juan 12:50). Sigamos analizando, entonces, las enseñanzas del Sermón del Monte y veamos cómo deben influir en nuestra manera de orar.

      Nunca oremos como los hipócritas

      3. Resuma lo que dijo Jesús en Mateo 6:5.

      3 La oración es un rasgo esencial de la adoración verdadera, de modo que debemos orar con constancia. Ahora bien, debemos recordar lo que Jesús enseñó sobre la oración en el Sermón del Monte. Entre otras cosas, dijo: “Cuando oren, no deben ser como los hipócritas; porque a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos anchos para ser vistos de los hombres. En verdad les digo: Ellos ya disfrutan de su galardón completo” (Mat. 6:5).

      4-6. a) ¿Por qué les encantaba a los fariseos orar “de pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos anchos”? b) ¿Cuál fue el “galardón completo” que recibieron esos hipócritas?

      4 Los discípulos de Jesús no debían orar como los fariseos. Estos hipócritas se creían más justos que los demás, pero sus muestras públicas de piedad no eran más que una farsa (Mat. 23:13-32). Por ejemplo, les encantaba orar “de pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos anchos”. ¿Y para qué lo hacían? “Para ser vistos” por los demás. Los judíos devotos del siglo primero tenían la costumbre de orar en grupo a la hora en que se realizaban las ofrendas quemadas en el templo (a eso de las nueve de la mañana y las tres de la tarde). Muchos habitantes de Jerusalén se juntaban en el templo para orar, y los de otros lugares solían orar dos veces al día de pie en las sinagogas locales (compárese con Lucas 18:11, 13).

      5 Puesto que la mayoría de la gente no se hallaba cerca del templo o de alguna sinagoga durante tales oraciones, muchos oraban dondequiera que estuvieran a esa hora. Pero había santurrones que se las ingeniaban para estar “en las esquinas de los caminos anchos” justo en esos momentos, de modo que la gente que pasaba por allí pudiera verlos. Además, buscaban pretextos para hacer “largas oraciones” y ganarse la admiración de los demás (Luc. 20:47). Esa no es la actitud que los cristianos debemos tener.

      6 Jesús dijo que esos hipócritas ya estaban recibiendo su “galardón completo”. Ellos querían el reconocimiento de la gente, y esa sería su única recompensa, pues Jehová no contestaría sus oraciones. En cambio, sí respondería las oraciones de los discípulos de Cristo, como vemos por lo que Jesús dijo a continuación.

      7. ¿Cómo debemos entender la instrucción de orar en un “cuarto privado”?

      7 “Tú, sin embargo, cuando ores, entra en tu cuarto privado y, después de cerrar tu puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.” (Mat. 6:6.) La instrucción de Jesús de orar a solas en una habitación con la puerta cerrada no significa que no podamos orar en público. Más bien, su intención era explicar que no está bien orar para exhibirse o para buscar la admiración de los demás. Esto es algo que debemos recordar siempre que tengamos el honor de orar en público en representación de nuestros hermanos. Obedezcamos también la exhortación que pasó a dar Jesús.

      8. Según Mateo 6:7, ¿en qué mal hábito no debemos caer al orar?

      8 “Al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como la gente de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír.” (Mat. 6:7.) Jesús habla ahora de otro mal hábito: la repetición. Él no quiso decir que nunca pudiéramos repetir expresiones sinceras de agradecimiento o súplica, pues la noche antes de morir, él mismo oró vez tras vez en el jardín de Getsemaní “diciendo la misma palabra” (Mar. 14:32-39).

      9, 10. ¿Qué clase de repeticiones debemos evitar cuando oramos?

      9 Lo malo sería que imitáramos las oraciones repetitivas que hace “la gente de las naciones”, es decir, quienes no adoran a Jehová. Ellos recitan “repetidas veces” interminables frases aprendidas de memoria. Así lo hicieron en la antigüedad los adoradores de Baal, quienes invocaron en vano a ese dios falso “desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ‘¡Oh Baal, respóndenos!’” (1 Rey. 18:26). Hoy día, millones de personas hacen oraciones repetitivas y recargadas, pensando que así “se harán oír”. Pero Jesús muestra que a Jehová no le agrada el “uso de muchas palabras” ni las oraciones largas y mecánicas. Veamos lo que Jesús sigue diciendo.

      10 “No se hagan semejantes a ellos, porque Dios su Padre sabe qué cosas necesitan ustedes hasta antes que se las pidan.” (Mat. 6:8.) Muchos líderes religiosos judíos imitaban las interminables oraciones de “la gente de las naciones”. Es cierto que las oraciones sinceras de agradecimiento, alabanza y súplica son parte esencial de la adoración verdadera (Fili. 4:6). Pero no estaría bien recitar lo mismo una y otra vez pensando que a Dios le hace falta escuchar muchas veces lo que necesitamos para no olvidarlo. Recordemos que estamos hablando con Aquel que “sabe qué cosas [necesitamos] hasta antes que se las [pidamos]”.

      11. ¿Qué debemos recordar cuando tengamos el privilegio de hacer una oración en público?

      11 Lo que Jesús dijo sobre el gran privilegio de la oración debe recordarnos que a Dios no lo impresionan las palabras vacías o rimbombantes. Algo que también debemos tener presente es que el objetivo de las oraciones públicas no es impresionar a quienes nos escuchan. Tampoco deberían ser tan largas que los hermanos empezaran a preguntarse cuánto tiempo tendrán que esperar antes de poder decir “amén”. Y aprovechar las oraciones para hacer anuncios o aconsejar a los oyentes iría contra el espíritu de las palabras del Sermón del Monte.

      Jesús nos enseña a orar

      12. ¿Cómo explicaría el significado de la petición “Santificado sea tu nombre”?

      12 Jesús no se limitó a decirles a sus discípulos lo que debían evitar al hacer sus oraciones; también les enseñó lo que debían hacer (léase Mateo 6:9-13). Él no les dio el padrenuestro para que lo memorizaran y lo recitaran vez tras vez. Más bien, les dio un modelo que pudieran seguir al orar. Por ejemplo, sus palabras iniciales muestran que Dios debe ocupar el primer lugar: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat. 6:9). Llamamos a Jehová “Padre nuestro” porque él es nuestro Creador, Aquel que mora “en los cielos”, muy por encima de la Tierra (Deu. 32:6; 2 Cró. 6:21; Hech. 17:24, 28). Además, el término “nuestro” nos recuerda que, al igual que nosotros, nuestros hermanos también disfrutan de una estrecha relación con Dios. Al decir “santificado sea tu nombre”, le estamos pidiendo a Jehová que tome medidas para limpiar su nombre de todo el oprobio de que ha sido objeto desde la rebelión del jardín de Edén. En efecto, Jehová santificará su nombre cuando elimine la maldad de la Tierra (Eze. 36:23).

      13. a) ¿Cómo se cumplirá la petición “Venga tu reino”? b) ¿Qué ocurrirá cuando la voluntad de Dios se efectúe en la Tierra?

      13 “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10.) ¿Qué es este Reino que pedimos en el padrenuestro? Es el gobierno mesiánico celestial que está en manos de Cristo y de los santos, los cuales se reúnen con él una vez resucitados (Dan. 7:13, 14, 18; Isa. 9:6, 7). Al orar para que el Reino de Dios “venga”, estamos pidiendo que acabe con todos los adversarios terrestres de la soberanía divina. Cuando eso ocurra —dentro de poco tiempo ya—, la Tierra se convertirá en un paraíso lleno de justicia, paz y prosperidad (Sal. 72:1-15; Dan. 2:44; 2 Ped. 3:13). La voluntad de Jehová ya se está efectuando en el cielo. Ahora rogamos que se efectúe en la Tierra, es decir, que Dios lleve a cabo sus propósitos para nuestro planeta. Entre otras cosas, él se propone acabar con todos sus enemigos, tal como hizo en la antigüedad (léase Salmo 83:1, 2, 13-18).

      14. ¿Por qué es apropiado pedir “nuestro pan para este día”?

      14 “Danos hoy nuestro pan para este día.” (Mat. 6:11; Luc. 11:3.) Esta es una petición que le hacemos a Dios para que nos dé el alimento necesario “para este día”. Como confiamos en que él tiene la capacidad de cubrir nuestras necesidades día a día, no hace falta pedirle más que eso. Esta petición nos trae a la memoria lo que Jehová les ordenó a los israelitas en el desierto: que cada uno recogiera “su cantidad [de maná] día por día” (Éxo. 16:4).

      15. Explique qué significa la petición “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores”.

      15 La siguiente petición de la oración modelo nos recuerda algo que nos corresponde hacer a nosotros. Jesús dijo: “Perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores” (Mat. 6:12). El Evangelio de Lucas indica que esas “deudas” son pecados (Luc. 11:4). Solo si ya “hemos perdonado” a quienes han pecado contra nosotros, podremos esperar que Jehová nos perdone (léase Mateo 6:14, 15). De modo que debemos perdonar siempre y sin reservas (Efe. 4:32; Col. 3:13).

      16. ¿Qué significan las expresiones “no nos metas en tentación” y “líbranos del inicuo”?

      16 “No nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo.” (Mat. 6:13.) ¿Qué significan estas dos peticiones del padrenuestro? ¿Debemos entender que Jehová nos tienta para ver si cometemos un pecado? No, sabemos bien que él no hace eso (léase Santiago 1:13). El verdadero “Tentador” es Satanás, el “inicuo” (Mat. 4:3). No obstante, a veces la Biblia dice que Dios hace cosas cuando en realidad solo las permite (Rut 1:20, 21; Ecl. 11:5). Así que al decirle a Dios “no nos metas en tentación”, le pedimos que nos ayude cuando nos sintamos tentados a desobedecerlo. Y con la expresión “líbranos del inicuo” le pedimos que no permita que Satanás nos venza. Y podemos estar seguros de que Dios “no dejará que [seamos] tentados más allá de lo que [podamos] soportar” (léase 1 Corintios 10:13).

      Sigan pidiendo, sigan buscando, sigan tocando

      17, 18. ¿Qué quiso decir Jesús con las palabras “sigan pidiendo”, “sigan buscando” y “sigan tocando”?

      17 El apóstol Pablo les dijo a sus hermanos en la fe: “Perseveren en la oración” (Rom. 12:12). Jesús dio un mandato similar con estas enfáticas palabras: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá” (Mat. 7:7, 8). Es apropiado que sigamos pidiendo las cosas que están en armonía con la voluntad de Dios. En conformidad con estas palabras de Jesús, el apóstol Juan escribió: “Esta es la confianza que tenemos para con [Dios], que, no importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14).

      18 Con las palabras “sigan pidiendo” y “sigan buscando”, Jesús quiso decir que debemos orar con insistencia y fervor. Además, tenemos que “[seguir] tocando” para poder entrar en el Reino y disfrutar de sus bendiciones y recompensas. Pero ¿realmente contestará Dios nuestras oraciones? Podemos estar seguros de que lo hará si somos fieles, pues Cristo dijo: “Todo el que pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá”. Hay muchas experiencias de siervos de Jehová que demuestran que él es el “Oidor de la oración” (Sal. 65:2).

      19, 20. Según Mateo 7:9-11, ¿cómo se asemeja Jehová a un padre cariñoso?

      19 Jesús comparó a Dios con un padre cariñoso que les da cosas buenas a sus hijos. Imagínese que usted estuviera allí, oyendo de labios de Jesús estas palabras: “¿Quién es el hombre entre ustedes a quien su hijo pide pan..., no le dará una piedra, ¿verdad? O, quizás, le pida un pescado..., no le dará una serpiente, ¿verdad? Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los que le piden!” (Mat. 7:9-11).

      20 Aunque los padres humanos son “inicuos” en el sentido de que han heredado el pecado, lo natural es que sientan cariño por sus hijos. Un buen padre no engañaría a su hijo; más bien, procuraría darle “buenos regalos”. Con una actitud paternal semejante, nuestro amoroso Padre celestial nos da “buenos regalos”, como por ejemplo su espíritu santo (Luc. 11:13). Gracias a ese espíritu, podemos servir a Aquel que proporciona “toda dádiva buena y todo don perfecto” (Sant. 1:17).

      Sigamos sacando provecho de las enseñanzas de Jesús

      21, 22. a) ¿Qué tiene de extraordinario el Sermón del Monte? b) ¿Qué le parecen a usted las enseñanzas de Jesús?

      21 No hay duda: el Sermón del Monte es el más grandioso discurso de la historia. Su profundidad espiritual y claridad son sorprendentes. Como hemos visto en esta serie de tres artículos, son muchos los beneficios que obtendremos si ponemos en práctica sus consejos. Las enseñanzas de Jesús mejoran nuestra vida y nos dan una brillante esperanza.

      22 En estos artículos hemos visto solo unas cuantas de las muchas joyas espirituales del Sermón del Monte. ¡Con razón las personas que escucharon a Jesús “quedaron atónitas por su modo de enseñar”! (Mat. 7:28.) Esa será sin duda nuestra reacción si llenamos la mente y el corazón con las valiosísimas enseñanzas del Gran Maestro, Jesucristo.

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