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Se ofrecieron de buena gana para servir en OceaníaLa Atalaya (estudio) 2016 | enero
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Burnett, Simone, Eston y Caleb
Se ofrecieron de buena gana para servir en Oceanía
RENEÉ es una hermana de Australia que se crió en una familia de Testigos entregados al servicio a Dios. Tiene 35 años. Ella recuerda: “Nos mudamos a muchos lugares donde había necesidad de proclamadores del Reino. Mamá y papá hicieron que nuestra vida fuera emocionante y divertida. Cuando fui madre, quise que mis dos hijos tuvieran la misma vida que había tenido yo”.
Su marido, Shane, de casi 40 años, tenía las mismas metas. Él nos cuenta: “Cuando nació nuestro segundo hijo, leímos en La Atalaya la historia de una familia que había ido en velero a predicar a las islas de Tonga, en el suroeste del Pacífico.a Entonces nos animamos a escribir a las sucursales de los testigos de Jehová de Australia y Nueva Zelanda para preguntar en qué lugares hacían falta más hermanos para predicar.b Nos invitaron a mudarnos a Tonga, justo el lugar sobre el que habíamos leído”.
Jacob, Reneé, Skye y Shane
Shane, Reneé y sus hijos, Jacob y Skye, estuvieron en Tonga alrededor de un año. Aunque una serie de disturbios que hubo en el país los obligó a volver a Australia, no perdieron de vista su objetivo de hacer más en el servicio a Jehová. En el 2011 se mudaron a la isla Norfolk, una isla muy pequeña del Pacífico situada a unos 1.500 kilómetros (900 millas) al este de Australia. ¿Cómo les ha ido? Jacob, que hoy tiene 14 años, dice: “Jehová nos ha cuidado, y además nos hemos divertido mucho predicando”.
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Se ofrecieron de buena gana para servir en OceaníaLa Atalaya (estudio) 2016 | enero
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Benjamin, Jade, Bria y Carolyn
En el 2011, Benjamin y Carolyn se mudaron con sus dos hijas pequeñas, Jade y Bria, de Queensland (Australia) a Timor Oriental, un país ubicado en la isla de Timor, que es parte del archipiélago indonesio. Benjamin relata: “Carolyn y yo habíamos sido precursores especiales en Timor Oriental. La predicación era fascinante y los hermanos nos apoyaban mucho. Nos dio mucha pena tener que irnos, y queríamos volver. Luego, nacieron nuestras hijas, pero no por eso abandonamos nuestros planes; simplemente los dejamos para más adelante”. Carolyn añade: “Queríamos que nuestras hijas crecieran rodeadas de misioneros, betelitas y precursores especiales, y que disfrutaran de servir a Jehová”.
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