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Se ofrecieron de buena gana para servir en RusiaLa Atalaya 2015 | 15 de julio
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En 1999, Hiroo, de 25 años, se graduó de la Escuela de Entrenamiento Ministerial en Japón. Uno de sus instructores lo animó a servir en el extranjero, y como había escuchado que en Rusia hacían falta más evangelizadores, decidió aprender ruso. Pero hizo algo más: “Me fui a vivir a Rusia seis meses —cuenta—. Como los inviernos allí son muy duros, viajé en noviembre para ver si era capaz de soportar el frío”. Una vez que acabó el invierno, volvió a Japón, redujo sus gastos para ahorrar dinero y se mudó a Rusia de manera permanente.
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Se ofrecieron de buena gana para servir en RusiaLa Atalaya 2015 | 15 de julio
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La joven aprovechó las vacaciones del colegio para viajar con otros hermanos a zonas lejanas de Ucrania y Bielorrusia en las que nunca se había predicado. Le gustaban tanto esos viajes que comenzó a hacer planes para irse a Rusia. Al principio estuvo una temporada corta con una hermana que también había llegado del extranjero y buscó un empleo para poder mantenerse. Luego, en el 2000, se mudó definitivamente.
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