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Se ofrecieron de buena gana para servir en el EcuadorLa Atalaya 2012 | 15 de julio
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Se ofrecieron de buena gana para servir en el Ecuador
UN JOVEN Testigo de Italia llamado Bruno se hallaba en una encrucijada. Acababa de salir de la escuela media superior con las notas más altas de la clase, y sus parientes y maestros habían estado presionándolo para que estudiara en la universidad. Pero años antes, cuando se dedicó a Jehová, había decidido que los asuntos espirituales serían su prioridad en la vida. ¿Qué hizo al final? Él mismo cuenta: “Le dije a Jehová en oración que viviría a la altura de mi dedicación y que lo pondría a él en primer lugar. Pero también le expuse sin rodeos que no quería llevar una vida monótona, sino una vida llena de actividades teocráticas de toda clase”.
Pocos años después, Bruno se mudó al Ecuador, en Sudamérica. ¿Y cómo le fue? “La respuesta de Jehová a mi oración superó mis expectativas”, comenta. Para sorpresa suya, cuando llegó al Ecuador, conoció a muchos adultos jóvenes que también se habían mudado para ampliar su servicio a Jehová.
JÓVENES QUE ACEPTAN LA INVITACIÓN DE JEHOVÁ
Bruno, al igual que miles de jóvenes de todo el mundo, aceptó la siguiente invitación de Jehová: “Pruébenme, por favor [...], a ver si no les abro las compuertas de los cielos y realmente vacío sobre ustedes una bendición” (Mal. 3:10). El amor de todos ellos hacia Jehová los impulsó a probarlo, por decirlo así, y destinar su tiempo, energías y recursos a la obra del Reino en un país con mayor necesidad de evangelizadores.
Una vez que llegan a su nueva asignación, estos predicadores no tardan en darse cuenta de que “la mies es mucha, pero los obreros son pocos” (Mat. 9:37). Tenemos el caso de Jaqueline, de Alemania, quien muy emocionada escribió a la sucursal del Ecuador: “Llevo poco más de dos años sirviendo aquí, y dirijo trece estudios bíblicos, cuatro de los cuales asisten regularmente a las reuniones. ¡Estoy fascinada!”. Chantal, de Canadá, cuenta: “En 2008 me mudé a una región de la costa del Ecuador donde solo había una congregación. Ahora hay tres congregaciones y más de treinta precursores. ¡No hay nada como ver a tantas personas progresar! Hace poco me mudé de nuevo, esta vez a una ciudad en la cordillera de los Andes, a unos 2.700 metros [9.000 pies] de altura. Aunque allí viven más de 75.000 personas, solo hay una congregación. La gente responde muy bien al mensaje, y yo estoy disfrutando muchísimo de mi servicio”.
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Se ofrecieron de buena gana para servir en el EcuadorLa Atalaya 2012 | 15 de julio
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Bruno: “Al llegar al Ecuador, primero serví en la fascinante región amazónica. Después, colaboré en la ampliación de la sucursal, y ahora trabajo allí. Cuando estaba en Italia, decidí poner en primer lugar a Jehová, y él me ha concedido el deseo de tener una vida gratificante y llena de diversas actividades teocráticas”.
Beau: “Mi relación con Jehová se ha fortalecido, pues en el Ecuador tengo la oportunidad de estar absorto en mi servicio a él. Además, entre otras bendiciones, he podido conocer lugares muy interesantes, algo que siempre había querido”.
Anna: “No me imaginaba que una hermana soltera como yo pudiera llevar una vida de misionera. Pero ahora sé que sí se puede. Jehová me ha bendecido, y yo estoy feliz de poder cumplir con la comisión de hacer discípulos, participar en la construcción de Salones del Reino y entablar nuevas amistades”.
Elke: “En Austria, de donde soy, le pedía a Jehová que me ayudara a conseguir un estudio bíblico. ¡Y pensar que aquí dirijo quince! Ver la alegría de las personas que están progresando me llena de satisfacción”.
Joel: “Es estupendo servir a Jehová en un lugar que no conoces. Aprendes a confiar más en él, y te emociona ver cómo bendice tu empeño. Cuando llegué de Estados Unidos, solo había seis publicadores en el grupo donde sirvo; al año, ya éramos veintiuno, y en la Conmemoración tuvimos 110 asistentes”.
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