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¿Cómo puedo llevarme bien con mis hermanos?Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 1)
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Pero no todos los hermanos se llevan tan bien, y si no, fíjate en el caso de Lorena y Marla. “Discutimos por todo, hasta por tonterías”, cuenta Lorena. A Alicia, de 12 años, le ocurre lo mismo con su hermano Daniel, de 14: “¡Es que no lo aguanto! Siempre entra en mi habitación y toma ‘prestadas’ mis cosas sin preguntar. ¡Es tan inmaduro!”.
Y tú, ¿también te llevas mal con tus hermanos? Tal vez creas que ese problema deben resolverlo tus padres, pues ellos son los responsables de mantener el orden. Sin embargo, tarde o temprano vas a tener que aprender a llevarte bien con los demás. Y es mejor aprender esa lección en casa.
Piensa por un momento en las peleas que tienes con tus hermanos. A continuación te damos una lista de los motivos de pelea más comunes. Marca (✔) los que a ti te hagan explotar.
□ Objetos personales. Toman “prestadas” tus cosas sin preguntar.
□ Choques de personalidad. Actúan de forma irresponsable o egoísta, o tratan de controlar tu vida.
□ Privacidad. Entran en tu habitación sin llamar o avisar, o leen tus mensajes de texto y correos electrónicos sin tu permiso.
□ Otro ․․․․․
Es entendible que te molestes si tus hermanos siempre están invadiendo tu espacio o diciéndote lo que tienes que hacer. Aun así, recuerda el proverbio bíblico que dice: “El apretar la nariz es lo que produce sangre, y el apretar la cólera es lo que produce riña” (Proverbios 30:33). ¿Qué quiere decir? Bueno, si te suenas la nariz con fuerza, seguro que acabará sangrando; de igual modo, si te quedas resentido, en algún momento estallarás. Y al final solo conseguirás empeorar el problema (Proverbios 26:21). Entonces, ¿cómo puedes evitar quedarte resentido? Antes que nada tienes que identificar cuál es el problema de fondo.
La verdadera causa
Los problemas entre hermanos pueden compararse al acné. Tal vez parezca que el problema son los granos, cuando en realidad estos son solo un síntoma externo de una infección. De igual modo, la verdadera causa de las discusiones entre hermanos puede ser más profunda que la que parece a simple vista.
Si intentaras acabar con el acné apretando los granos, solo estarías atacando el síntoma. Es más, correrías el riesgo de que te queden marcas o de que los granos se infecten todavía más. ¿No crees que sería mejor atacar la infección y así evitar que salgan más? Lo mismo hay que hacer con los problemas entre hermanos. Si identificas cuál es la verdadera causa de tus conflictos con ellos, podrás enfocarte en la raíz del problema y no limitarte a tratar los síntomas. También te resultará más fácil aplicar el sabio consejo del rey Salomón, quien dijo: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera” (Proverbios 19:11).
¿Cómo funciona esto en la práctica? Tomemos por caso el problema de Alicia con su hermano Daniel. Ella se queja de que su hermano se mete en su habitación y toma “prestadas” sus cosas sin preguntarle antes. ¿Es esa la verdadera causa de sus conflictos? Más bien, parece ser una cuestión de falta de respeto. Alicia podría decirle a Daniel que nunca más vuelva a entrar en su cuarto ni a utilizar sus cosas. Pero así solo estaría tratando el síntoma y no la raíz del problema, de modo que no evitaría futuros conflictos. En cambio, si Alicia lograra convencer a su hermano de que respete su privacidad y sus pertenencias, su relación sí que mejoraría.
Cómo resolver y evitar conflictos
Por supuesto, no basta con identificar la causa real de los conflictos; también hay que aprender a resolverlos y a evitarlos. Para conseguirlo, te damos algunas sugerencias:
1. Pacta unas reglas básicas. ¿Recuerdas cuáles son los motivos por los que más discutes con tus hermanos? Pues ahora trata de idear junto con ellos una serie de reglas que ataquen la raíz del problema. Pongamos por caso que pelean cada vez que uno toma las cosas del otro. Una buena regla sería: “Siempre hay que preguntar antes de tomar algo prestado”. También podrían fijar esta otra: “Hay que respetar la decisión del dueño”. Claro, a la hora de establecer normas, conviene recordar lo que enseñó Jesús: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). Este consejo de Jesús te ayudará a ti y a tus hermanos a no establecer reglas imposibles. Eso sí, asegúrate de que tus padres las aprueben (Efesios 6:1).
2. Cumple tu parte. En cierta ocasión, el apóstol Pablo escribió: “Tú, sin embargo, el que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú, el que predicas: ‘No hurtes’, ¿hurtas?” (Romanos 2:21). Pues bien, digamos que quieres que tus hermanos respeten tu privacidad. ¿Qué se espera que hagas de acuerdo con este principio bíblico? Que tú también los respetes a ellos. Por eso, llama antes de entrar en su habitación y no leas sus mensajes de texto o sus correos electrónicos sin su permiso.
3. No te ofendas fácilmente. La Biblia recomienda: “No te enojes con facilidad”. Y luego dice por qué: “Porque enojarse es una tontería” (Eclesiastés 7:9, La Palabra de Dios para Todos). Lo cierto es que disfrutarás más de la vida si aprendes a no ofenderte por cualquier cosa. Además, tus hermanos siempre van a decir o hacer algo que te moleste. Y siendo francos, ¿nunca les has hecho tú lo mismo a ellos? (Mateo 7:1-5.) “A los 13 años me creía la mejor del mundo —reconoce Jenny— y pensaba que, como mi opinión era la más importante, los demás tenían que saberla. Ahora que mi hermana menor está pasando por esa misma etapa, trato de no molestarme por lo que dice.”
4. Perdona y olvida. Los problemas serios hay que hablarlos y resolverlos. Aun así, no tienes que sentarte a hablar con tus hermanos cada vez que ellos cometan un error. A Jehová Dios le gusta que estés dispuesto a “pasar por alto la transgresión” (Proverbios 19:11). Una joven de 19 años llamada Alison cuenta: “Por lo general, mi hermana Rachel y yo somos capaces de resolver nuestros problemas. Las dos nos pedimos perdón rápidamente y hablamos de lo que creemos que fue la causa de la pelea. A veces ni siquiera hace falta que hable con ella, pues tras consultarlo con la almohada, me doy cuenta de que el asunto no era tan grave”.
5. Pide a tus padres que hagan de árbitros. Habrá ocasiones en las que tengas que pedir a tus padres que te ayuden a llegar a un acuerdo con tus hermanos (Romanos 14:19). Sin embargo, es mejor que aprendas a resolver los conflictos por tu cuenta. De hecho, eso demostrará que estás madurando.
6. Valora las virtudes de tus hermanos. Seguro que ellos tienen cualidades que admiras. Anota al menos una.
Nombre
․․․․․
Cualidad
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Ahora, en vez de obsesionarte con los defectos de tus hermanos, busca oportunidades de decirles lo que más te gusta de ellos (Salmo 130:3; Proverbios 15:23).
Tus hermanos no tienen que ser tus mejores amigos. Hasta la propia Biblia lo reconoce (Proverbios 18:24). Pero tu relación con ellos se fortalecerá si continúan “soportándose unos a otros”, aun si “alguno tiene causa de queja contra otro” (Colosenses 3:13). Seguro que así conseguirás llevarte mejor con ellos, y ellos, contigo.
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¿Cómo puedo llevarme bien con mis hermanos?Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 1)
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[Recuadro de la página 42]
Página de ejercicios o actividades
Cómo identificar la raíz del problema
Primero lee la historia que contó Jesús sobre el hijo que se marchó de su casa y malgastó toda su herencia (Lucas 15:11-32). Fíjate en cómo reaccionó su hermano mayor cuando regresó y luego contesta las siguientes preguntas:
¿Cuál crees que fue la chispa que hizo que el hermano mayor se enojara? ․․․․․
¿Cuál crees que era la raíz del problema? ․․․․․
¿Cómo intentó resolver la cuestión el padre? ․․․․․
¿Qué tenía que hacer el hermano mayor para resolver el problema? ․․․․․
Piensa ahora en la última discusión que hayas tenido con alguno de tus hermanos y responde las siguientes preguntas:
¿Cuál crees que fue la chispa que provocó la discusión? ․․․․․
¿Cuál crees que haya sido la raíz del problema? ․․․․․
¿Qué reglas podrías establecer con ellos para resolver este problema y evitar que vuelva a surgir?
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Buenos ejemplos: JacobLo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 1)
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Buenos ejemplos: Jacob
Hace años que Jacob no habla con su hermano, Esaú. Es más, Esaú lo odia. Aunque Jacob no tiene la culpa, decide dar el primer paso para solucionar el problema. Él no quiere ganar una discusión. Más bien, quiere recuperar el cariño de su hermano y, por eso, está dispuesto a ceder en algunas cosas. No renuncia a sus principios, pero tampoco le exige una disculpa a su hermano para hacer las paces (Génesis 25:27-34; 27:30-41; 32:3-22; 33:1-9).
Y en tu caso, ¿cómo resuelves las diferencias con tu familia? Es particularmente difícil cuando crees que tienes toda la razón y que son tus padres o tus hermanos los que están equivocados. ¿Qué ocurre entonces? ¿Quién da el primer paso para resolver el problema? Recuerda lo que hizo Jacob. Siempre que no estén en juego los principios bíblicos, ¿estás tú dispuesto a ceder para llegar a un acuerdo? (1 Pedro 3:8, 9.) Jacob no permitió que el orgullo separara a su familia. Fue humilde y, como resultado, se reconcilió con su hermano. ¿Harás tú lo mismo por tu familia?
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