Los jóvenes preguntan...
¿Por qué tengo que estudiar la Biblia?
“CUANDO regreso a casa de la escuela, no quiero seguir estudiando. Quiero salir y estar con mis amigos.” Así reaccionó un adolescente llamado Ken cuando se le sugirió que dedicase un poco de tiempo a estudiar la Biblia.
Es posible que, como muchos otros adolescentes, nunca hayas hecho un verdadero esfuerzo por estudiar personalmente la Biblia. Quizás creas que es la Palabra de Dios y hasta puede que asistas a las reuniones cristianas, pero tal vez opines que ya sabes lo que la Biblia enseña. O quizás te preguntes: “¿Por qué tengo que estudiarla? ¿Qué gano con ello?”.
Cómo satisfacer tu necesidad espiritual
El que te hagas estas preguntas no es malo ni demuestra falta de respeto. Al contrario, hasta pudiera indicar que empiezas a percatarte de lo que Jesús llamó tu “necesidad espiritual”. (Mateo 5:3.) Se trata de algo más que simple curiosidad, pues según se vierte este versículo en The New English Bible, es una “necesidad de Dios”, una necesidad de conocerlo íntimamente y comprender Sus propósitos. Por ejemplo, cuando eras pequeño, es posible que tus padres te enseñaran algunas verdades básicas de la Biblia, y es probable que aceptaras lo que te decían sin dudar. Pero al hacerte mayor, quizás hayas sentido la necesidad de ‘asegurarte de todas las cosas’, de saber si es verdad lo que te han enseñado. (1 Tesalonicenses 5:21.)
Si no te criaste en un hogar religioso, ¿significa que no tienes ninguna necesidad espiritual? ¡En absoluto! Veamos la situación que existe en un país donde por mucho tiempo se ha fomentado el ateísmo. Ante el creciente interés que los jóvenes de estos últimos años han mostrado en la religión, un propagandista antirreligioso culpó de ello, entre otras cosas, a “los ateos [que] no han podido suministrar respuestas convincentes a las preguntas sobre el significado de los desengaños y el sufrimiento que se experimentan en la vida”. Puede que tú te hagas las mismas preguntas, y eso es prueba de que tienes inquietudes espirituales.
Pero no todas las religiones suministran respuestas satisfacientes. Por ejemplo, el joven Manish se crió en la religión hindú, y creía en millones de dioses. Sin embargo, comentó: “Empecé a preguntarme: ‘¿Quién es Dios?’”. Muchos jóvenes educados en las religiones de la cristiandad han encontrado igual de difícil hallar respuestas satisfacientes a sus preguntas. ¿Adónde acudir? Jesucristo contesta: “Tu palabra [la de Dios] es la verdad”. (Juan 17:17.)
El conocimiento exacto de la Palabra de Dios, la Biblia, puede satisfacer tu sed de verdades espirituales. Responderá a tus preguntas sobre la identidad de Dios, las razones por las que existen las presentes condiciones mundiales y qué puedes esperar en el futuro. Si tus padres son testigos de Jehová, posiblemente opines que, hasta cierto grado, ya conoces ‘la verdad’. Pero, ¿comprendes ‘la anchura, longitud, altura y profundidad’ de las verdades bíblicas, o solo tienes un conocimiento superficial? (Efesios 3:18.) Si lo último es cierto, necesitas ‘probar para ti mismo lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios’, y eso lo conseguirás con un estudio profundo de la Biblia. (Romanos 12:2.)
Cómo hallar el camino correcto
¿Has tenido alguna vez la experiencia de querer ir a algún lugar y te han indicado mal el camino? Uno se siente frustrado cuando piensa en el tiempo perdido y el esfuerzo desperdiciado. Sin embargo, las vidas de muchos jóvenes hoy van por mal camino. La Biblia explica: “Existe un camino que es recto ante el hombre, pero los caminos de la muerte son su fin después”. (Proverbios 14:12.)
Por ejemplo, considera la cuestión de la moralidad sexual. Una muchacha de catorce años dijo: “No hay nada que pueda llamarse correcto. Solo hay opiniones”. Nadie niega que el instinto sexual es fuerte, especialmente cuando se es joven. Pero si no se controla, puede dirigirte a “los caminos de la muerte”. ¿Sabías que cada año dos millones y medio de adolescentes estadounidenses contraen enfermedades de transmisión sexual? A esto hay que añadir el gran número de madres solteras jóvenes, o las que hasta matan a sus bebés al someterse a un aborto. Y aunque se consiguiera evitar el embarazo o la enfermedad, hay que recordar que las relaciones sexuales premaritales siempre incurren en el disfavor de Dios. (1 Tesalonicenses 4:3.)
Por lo tanto, ¿por qué tropezar en “los caminos de la muerte”? La Biblia da instrucciones específicas para ayudarte a “[huir] de los deseos que acompañan a la juventud”. (2 Timoteo 2:22.) Esto implica ‘amortiguar’, no los deseos normales de tener relaciones sexuales dentro de un matrimonio honorable, sino los impulsos sexuales inmorales. (Colosenses 3:5.) Un estudio de la Biblia puede ayudarte a lograrlo, ya que te dará la fuerza moral para huir de lo malo, aunque te parezca muy atrayente. Puede “dar sagacidad a los inexpertos, conocimiento y capacidad de pensar al joven [o a la joven]” a fin de evitar circunstancias que podrían conducirte a la inmoralidad. (Proverbios 1:4.)
Dan es uno de los jóvenes que se ha beneficiado de estudiar la Biblia. Aunque reconoce que los adolescentes libertinos parecen pasarlo bien, dice que también ha visto “bebés que han nacido fuera del matrimonio, enfermedades sexuales y muchos otros problemas”, y se pregunta: “Si no estudiase la Biblia, ¿qué tipo de vida llevaría yo?”. La Biblia también puede librarte a ti de “los caminos de la muerte”.
Ayuda para acercarte a Dios
Aunque hoy día muchos jóvenes dicen que creen en Dios, a medida que se hacen mayores disminuye su convicción en un Dios personal. Un artículo publicado en la revista Adolescence comentó que para algunos jóvenes, “el concepto de Dios es demasiado abstracto”. Muchas religiones han hecho que Dios parezca abstracto al ocultar el hecho de que tiene un nombre. Al fin y al cabo, ¿cómo puede uno sentirse cerca de alguien que no sabe cómo se llama?
Sin embargo, la Biblia revela que el nombre de Dios es Jehová, y lo emplea más de siete mil veces. (Salmo 83:18.) El conocer ese nombre te abre el camino para tener una relación personal con el Dios Todopoderoso. No se trata de tener un interés pasajero en la Biblia, pues 1 Crónicas 28:9 dice: “Si tú lo buscas, él se dejará hallar de ti”, y buscarlo implica profundizar en las Escrituras con el propósito de conocer a Jehová íntimamente.
¿Lo has hecho? Por ejemplo, ¿puedes explicar por qué dice la Biblia que Jehová tiene “ojos”, “oídos”, un “rostro” y un “brazo”? (1 Pedro 3:12; Ezequiel 20:33.) ¿No dice también que “Dios es un Espíritu”? (Juan 4:24.) O, ¿sabes hasta qué grado puede observarte Dios y conocer lo que vas a decir aun antes de que lo digas? (Salmo 139:4.) ¿Y los atributos cardinales de Jehová: amor, sabiduría, justicia y poder? ¿Puedes explicar cuál fue la mayor manifestación del amor de Dios? (Juan 3:16.) ¿Conoces la diferencia entre el espíritu de Dios y Su poder? (Miqueas 3:8.) ¿Puedes demostrar que Dios tiene sentimientos y que es posible herírselos? (Salmo 78:40.)
Solo hay una manera de responder a esas preguntas: por medio del estudio de la Biblia. El joven Luther reconoce que “estudiando Su Palabra puedo ‘ver’ la personalidad de Jehová y la clase de persona que es”. (Compárese con Job 42:5.) Jaquella también ha llegado a conocer mejor a Dios. Mediante un estudio de la Biblia ha llegado a apreciar “que Jehová puede respaldar lo que dice. Cuando promete algo, no rompe su promesa, pues Él no miente”. (Tito 1:2.)
La recompensa por tu esfuerzo
El estudio de la Biblia implica esfuerzo y sacrificar parte de tu tiempo libre. Empezar puede ser difícil y hasta pueda acarrearte la burla de familiares y amigos. Pero piensa en los beneficios. Por ejemplo, a Paula, el estudio regular de la Biblia la ha ayudado. Dice que ha conseguido “una relación más estrecha con Jehová, con mis hermanos cristianos y con mi familia”. Sandy menciona que la ayudó a “desarrollar una conciencia” sensible hasta en cuestiones de relativa poca importancia. Explica: “Puedo pensar en textos o principios que me ayudan a tomar decisiones sobre los programas de televisión que puedo ver”. Y, ¿recuerdas a Ken, el joven del que se habló al principio? Pues empezó a leer la Biblia con más frecuencia y ahora dice: “Cuanto más leía, más me impresionaba y más sentido tenía”. Ken se sintió motivado a llegar a ser un siervo bautizado de Dios.
¿Por qué no haces tú también un estudio serio de la Biblia? Considéralo un desafío. Pide a tus padres o a otro miembro de tu congregación que te ayuden a empezar. Toma la determinación de no dejarlo; aplica lo que aprendas, y recuerda: ‘El que mira con cuidado en esa ley perfecta y persiste en ella será feliz al hacerla’. (Santiago 1:25.)
[Comentario en la página 24]
¿Comprendes ‘la anchura, longitud, altura y profundidad’ de las verdades bíblicas, o tienes solo un conocimiento superficial?
[Fotografía en la página 25]
Uno de tus padres u otro miembro de la congregación cristiana pueden ayudarte a emprender un programa de lectura de la Biblia