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El pastor excelente y los redilesJesús: el camino, la verdad y la vida
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Los judíos seguramente recuerdan las palabras de David, quien declaró: “Jehová es mi Pastor. Nada me faltará. En prados cubiertos de hierba me hace reposar” (Salmo 23:1, 2). Y, en otro salmo, David dijo a la nación: “Delante de Jehová, nuestro Creador, arrodillémonos. Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de sus pastos” (Salmo 95:6, 7). Así que a los israelitas, que están bajo la Ley, siempre se les ha comparado a un rebaño de ovejas.
Están en un “redil” en el sentido de que nacieron en una nación que se halla bajo el pacto de la Ley de Moisés. La Ley es como una cerca que los separa de las malas costumbres que practica el resto de la gente.
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El pastor excelente y los redilesJesús: el camino, la verdad y la vida
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Yo soy la puerta; el que entre por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará pastos” (Juan 10:7-9).
Está claro que Jesús está hablando de algo nuevo. Los que lo escuchan saben que él no es la “puerta” al pacto de la Ley, que lleva siglos vigente. Lo que debe querer decir es que las ovejas que “conduce afuera” deben entrar en otro redil.
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El pastor excelente y los redilesJesús: el camino, la verdad y la vida
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Sin embargo, Jesús añade lo siguiente: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también las tengo que traer, y ellas escucharán mi voz. Formarán un solo rebaño con un solo pastor” (Juan 10:16). Esas “otras ovejas” “no son de este redil”, es decir, son de un redil diferente al del “rebaño pequeño”, que heredará el Reino. Cada grupo de ovejas tendrá un futuro distinto. Pero los dos se beneficiarán del papel de Jesús.
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