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Los apriscos y el PastorLa Atalaya 1988 | 1 de noviembre
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Jesús ahora usa una ilustración en la que menciona tres apriscos y Su papel como el Pastor Excelente. Él identifica con el arreglo del pacto de la Ley de Moisés el primer aprisco de que habla. La Ley servía como una cerca que separaba a los judíos de las prácticas corruptoras de los que no estaban en este pacto especial con Dios. Jesús explica: “Muy verdaderamente les digo: El que no entra en el aprisco de las ovejas por la puerta, sino que trepa por otra parte, ese es ladrón y saqueador. Pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas”.
Otros habían venido y alegado que eran el Mesías o Cristo, pero no eran el verdadero pastor de quien Jesús pasa a hablar: “A este le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz, y él llama a sus propias ovejas por nombre y las saca fuera. [...] A un extraño de ningún modo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
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Los apriscos y el PastorLa Atalaya 1988 | 1 de noviembre
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Con el tiempo, estas ovejas que Jesús llama por nombre y saca son admitidas en otro aprisco, como él explica: “Muy verdaderamente les digo: Yo soy la puerta de las ovejas”, es decir, la puerta a un nuevo aprisco. Cuando Jesús instituye el nuevo pacto con sus discípulos y desde el cielo derrama espíritu santo sobre ellos en el Pentecostés siguiente, a ellos se les admite en este nuevo aprisco.
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Los apriscos y el PastorLa Atalaya 1988 | 1 de noviembre
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Pero Jesús pasa a mencionar: “Tengo otras ovejas, que no son de este redil; a esas también tengo que traer, y escucharán mi voz, y llegarán a ser un solo rebaño, un solo pastor”.
Puesto que las “otras ovejas” “no son de este redil”, tienen que ser de otro redil, un tercer redil. Estos últimos dos rediles o apriscos de ovejas tienen diferentes destinos. El “rebaño pequeño” de un redil gobernará con Cristo en el cielo, y las “otras ovejas” del otro redil vivirán en la Tierra paradisíaca. Sin embargo, a pesar de estar en dos rediles, las ovejas no tienen celos unas de otras, ni sienten que se hallan separadas, porque, como dice Jesús, ‘llegan a ser un solo rebaño’ bajo “un solo pastor”.
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