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  • El fascinante pasado de un fruto de dorada pulpa
    ¡Despertad! 2003 | 22 de febrero
    • El fascinante pasado de un fruto de dorada pulpa

      DE NUESTRO CORRESPONSAL EN FIJI

      CORRE el año 1789. Un bote de siete metros de eslora repleto de hombres flota en el vasto océano. No es más que un punto en la inmensidad azul. Sus pasajeros se encuentran debilitados por el hambre y exhaustos, pues llevan días sacando el agua acumulada en la embarcación y aguantando las acometidas del mar y el viento. Ante ellos se extienden más de 5.000 kilómetros de aguas inexploradas, salpicadas de traicioneros arrecifes coralinos. Apenas les quedan alimentos, por lo que cada hombre solo recibe unos 30 gramos diarios de pan (galleta) y un poco de agua. No parecen tener muchas probabilidades de sobrevivir.

      En algo más de una semana han presenciado un motín, han sido abandonados a la deriva y han sufrido el ataque de unos nativos, que se cobró una víctima. También han afrontado violentas tormentas eléctricas y han dejado atrás, casi de milagro, las canoas de sus perseguidores, procedentes de las islas de los caníbales, como entonces se llamaba al archipiélago de Fiji.

      ¿Qué los ha llevado a ese remoto y peligroso lugar del Pacífico Sur, apartándolos de su hogar en Inglaterra, país de armoniosos huertos y jardines? El objetivo de su búsqueda era el extraordinario árbol del pan. Veamos qué tiene que ver este hermoso árbol y su nutritivo fruto con los marinos de nuestra historia y los épicos viajes de descubrimiento que les antecedieron.

      Tal vez haya reconocido ya a los pasajeros del bote. En efecto, se trata de los sobrevivientes del tristemente famoso motín del Bounty, navío británico de 215 toneladas capitaneado por William Bligh que partió de Inglaterra con destino a Tahití. Al llegar a la isla, Bligh tenía que subir a bordo a unos “pasajeros” un tanto insólitos: cerca de mil plantones de árboles del pan. Se esperaba que estos pagaran por la travesía produciendo frutos de dorada pulpa en su nuevo hábitat: las colonias británicas del Caribe.

      Esta iniciativa surgió a raíz del consejo que sir Joseph Banks dio al gobierno británico, que por aquel entonces buscaba con urgencia una nueva fuente de alimento para los esclavos que trabajaban en las plantaciones de caña. Banks, que ocupaba el cargo de consejero de los Jardines Botánicos de Kew, cerca de Londres (Inglaterra), había acompañado al capitán James Cook en su anterior viaje de exploración por el Pacífico a fin de estudiar la flora de sus islas.a Tanto él como Cook habían llegado a la conclusión de que el árbol del pan prometía mucho.

      Aunque no acompañó a Bligh en su travesía, Banks se encargó de que las plantas recibieran los cuidados necesarios durante el largo viaje, dando especial atención a su necesidad de agua dulce. Algunos autores creen que el cuidado y el agua que recibieron los árboles —a costa de la tripulación— contribuyeron a que los ya descontentos marineros se amotinaran. A primeras horas de la mañana del 28 de abril de 1789, cerca del archipiélago de Tonga, Bligh y dieciocho hombres que le eran leales fueron obligados a punta de sable a dejar el barco y quedaron abandonados a la deriva. Lo más probable es que los amotinados, en su euforia, arrojaran por la borda los plantones, condenándolos a una muerte segura.

      No obstante, Bligh no era un hombre que se diera fácilmente por vencido. Emprendió lo que se llegó a llamar “la más famosa travesía en bote de la historia naval”. En siete terribles semanas recorrió más de 5.800 kilómetros en dirección noroeste, pasando entre las hoy llamadas islas Fiji y bordeando la costa este de Nueva Holanda (Australia) hasta llegar a buen puerto, la isla de Timor.

      A su regreso a Inglaterra, Bligh asumió el mando de dos nuevos barcos, tras lo cual volvió a Tahití en busca de los anhelados árboles. Esta vez —corría el año 1792— logró llevar a las islas antillanas de San Vicente y Jamaica unos setecientos plantones. Hasta el día de hoy, el árbol del pan sigue floreciendo en esas tierras y produciendo un fruto de dorada pulpa bajo sus copas verdes y frondosas.

  • El fascinante pasado de un fruto de dorada pulpa
    ¡Despertad! 2003 | 22 de febrero
    • [Ilustración de la página 24]

      Cuadro de Robert Dodd que representa el motín del Bounty

      [Reconocimiento]

      Biblioteca Nacional de Australia (Canberra, Australia)/Bridgeman Art Library

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