BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Pruebas y zarandeos desde el interior
    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • ¿Se realizaron sus expectativas?

      En ciertas ocasiones los Estudiantes de la Biblia abrigaron esperanzas y expectativas que les atrajeron la mofa de sus críticos. Sin embargo, todas aquellas esperanzas y expectativas estaban arraigadas en el vivo deseo de ver el cumplimiento de lo que estos celosos cristianos consideraban promesas infalibles de Dios.

      Por su estudio de las Escrituras inspiradas sabían que Jehová había prometido bendiciones para todas las naciones de la Tierra mediante la descendencia de Abrahán. (Gén. 12:1-3; 22:15-18.) Vieron en la Palabra de Dios la promesa de que el Hijo del hombre gobernaría como Rey celestial sobre toda la Tierra, que un rebaño pequeño de fieles sería tomado de la Tierra para participar con él en su Reino y que estos gobernarían en calidad de reyes durante mil años. (Dan. 7:13, 14; Luc. 12:32; Rev. 5:9, 10; 14:1-5; 20:6.) Sabían que Jesús había prometido volver para llevarse a aquellos para quienes había preparado un lugar en el cielo. (Juan 14:1-3.) Conocían la promesa de que el Mesías también escogería a algunos de sus fieles antepasados para que fueran príncipes en toda la Tierra. (Sal. 45:16.) Sabían que las Escrituras predecían el fin del inicuo sistema de cosas y se daban cuenta de que dicho suceso estaba relacionado con la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso en Armagedón. (Mat. 24:3; Rev. 16:14, 16.) Les impresionaban mucho los pasajes que muestran que la Tierra fue creada para ser habitada siempre, que los que vivieran en ella habrían de tener verdadera paz y que todos los que ejercieran fe en el sacrificio humano perfecto de Jesús podrían gozar de vida en el Paraíso por toda la eternidad. (Isa. 2:4; 45:18; Luc. 23:42, 43; Juan 3:16.)

      Era de esperar que desearan saber cuándo y cómo tendrían lugar tales sucesos. ¿Suministraban las Escrituras inspiradas alguna clave para ello?

      Basándose en la cronología bíblica expuesta originalmente por el inglés Christopher Bowen, creían que en 1873 habían concluido seis mil años de historia humana, que a partir de entonces se hallaban en el séptimo período de mil años de la historia del hombre y que indudablemente estaba próxima la aurora del Milenio predicho. La serie de libros llamada Millennial Dawn (La Aurora del Milenio), más tarde denominada Studies in the Scriptures (Estudios de las Escrituras), escrita por C. T. Russell, señaló lo que estos hechos implicaban de acuerdo con lo que los Estudiantes de la Biblia entendían de las Escrituras.

      Otro elemento que consideraban un posible indicador de tiempo era el que Dios hubiera instituido en el antiguo Israel la celebración de un Jubileo, un año de liberación, cada cincuenta años. El Jubileo tenía lugar cada siete septenios, y cada septenio concluía con un año sabático. Durante el año del Jubileo se ponía en libertad a los esclavos hebreos y se restituían a sus antiguos herederos las tierras que hubieran sido vendidas. (Lev. 25:8-10.) Los cálculos basados en este ciclo de años los llevaron a concluir que en el otoño de 1874 podría haber comenzado un Jubileo mayor para toda la Tierra, que aparentemente en ese año el Señor había vuelto y había comenzado su presencia invisible, y que habían llegado “los tiempos de la restitución de todas las cosas”. (Hech. 3:19-21, Cantera-Pabón.)

      Así mismo, partiendo de la premisa de que los sucesos del siglo I podían tener su paralelo en sucesos relacionados de tiempos posteriores, concluyeron que si el bautismo y el ungimiento de Jesús en el otoño de 29 E.C. correspondían con el inicio de su presencia invisible en 1874, entonces el que él entrara cabalgando como Rey en Jerusalén en la primavera de 33 E.C. indicaría que Jesús asumiría el poder como Rey celestial en la primavera de 1878.e También creían que entonces recibirían su recompensa celestial. Al no realizarse esto, concluyeron que, puesto que los seguidores ungidos de Jesús habrían de gobernar con él en el Reino, en aquel tiempo había empezado la resurrección a la vida espiritual de los que ya dormían en la muerte. De igual modo razonaron que el que Dios dejara de mostrar favor especial al Israel natural en 36 E.C. podría indicar que en 1881 se cerraría la oportunidad especial de formar parte del Israel espiritual.f

      En su discurso “Millones que ahora viven no morirán jamás”, pronunciado el 21 de marzo de 1920 en el “Hippodrome”, un teatro de la ciudad de Nueva York, el hermano J. F. Rutherford centró la atención en el año 1925. ¿Sobre qué base parecía significativo? Un folleto publicado aquel mismo año de 1920 indicó que si se calculaban 70 Jubileos completos desde la fecha en que, según se creía, Israel había entrado en la Tierra Prometida (en vez de contar desde después del último Jubileo típico anterior al destierro en Babilonia hasta el principio del año del Jubileo que concluye el ciclo quincuagésimo), se llegaría al año 1925. Tomando como base lo que decía el folleto, muchos creyeron que quizás los restantes del rebaño pequeño recibirían su recompensa celestial para 1925. También se relacionaba dicho año con la esperada resurrección de los siervos fieles de Dios de antes del cristianismo para que sirvieran en la Tierra como representantes principescos del Reino celestial. Si aquello realmente sucedía, querría decir que la humanidad habría entrado en una era en que cesaría el dominio de la muerte, y millones de personas que entonces estuvieran vivas podrían esperar permanecer en la Tierra sin morir jamás. ¡Qué feliz perspectiva! Aunque era una perspectiva equivocada, la comunicaron a otros con gran entusiasmo.

      Más tarde, durante los años 1935 a 1944, un examen de toda la cronología bíblica puso de manifiesto que la mala traducción de Hechos 13:19, 20 de la Versión Autorizadag (con la que coinciden versiones españolas como la Reina-Valera), junto con otros factores, había desviado la cronología en más de un siglo.h Esta revelación hizo concebir la idea —unas veces expresada como una posibilidad y otras con mayor seguridad— de que, puesto que el séptimo milenio de la historia humana empezaría en 1975, los sucesos enlazados con el principio del Reinado Milenario de Cristo podrían empezar a realizarse ese año.

      ¿Resultaron correctas las creencias de los testigos de Jehová en estos asuntos? Los Testigos de ningún modo erraron al creer que Dios sin falta cumpliría lo que había prometido. Sin embargo, algunos de sus cálculos de tiempo y las expectativas relacionadas con estos ocasionaron serias decepciones.

      Después de 1925 se registró un descenso espectacular en la asistencia a las reuniones en algunas congregaciones de Francia y Suiza. También en 1975 hubo desilusión cuando las expectativas sobre el comienzo del Milenio no se realizaron. Como resultado, algunos se apartaron de la organización. Otros fueron expulsados por tratar de subvertir la fe de sus compañeros. No cabe duda de que la desilusión en cuanto a la fecha fue un factor importante, pero en algunos casos la raíz del problema era más profunda. Ciertos individuos también arguyeron en contra de la necesidad de participar en el ministerio de casa en casa. Algunos no se conformaron con simplemente seguir su propio camino, sino que agredieron a la organización con la que se habían asociado y se valieron de la prensa y la televisión para exponer en público sus puntos de vista. No obstante, el número de desertores fue relativamente pequeño.

      Si bien el resultado de estas pruebas fue un zarandeo y algunos desaparecieron como la paja cuando se avienta el trigo, otros permanecieron firmes. ¿Por qué? Jules Feller explicó respecto a su propia experiencia y la de otros en 1925: “Los que habían cifrado su confianza en Jehová permanecieron firmes y siguieron predicando”. Reconocieron que se había cometido un error, pero que la Palabra de Dios no había fallado en ningún aspecto, y que por lo tanto no había razón para dejar que su esperanza se nublara ni para aflojar el paso en la obra de dirigir a la gente al Reino de Dios como la única esperanza de la humanidad.

      El hecho de que algunas expectativas no se hubieran realizado no significaba que la cronología bíblica careciera de valor. La profecía de Daniel referente a la aparición del Mesías 69 semanas de años después de “la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén” se cumplió en el momento preciso, en 29 E.C.i (Dan. 9:24-27.) La profecía bíblica también señalaba al año 1914.

      1914: Las expectativas y la realidad

      En 1876 C. T. Russell escribió el primero de muchos artículos en los que indicó que en el año 1914 acababan los Tiempos de los Gentiles a los que se refirió Jesucristo. (Luc. 21:24.) En el segundo tomo de Millennial Dawn, publicado en 1889, el hermano Russell expuso de manera lógica los argumentos que permitirían a los lectores ver la base bíblica de lo que se decía y constatarla ellos mismos. Por casi cuatro décadas hasta 1914, los Estudiantes de la Biblia distribuyeron millones de ejemplares de publicaciones que enfocaban la atención en el fin de los Tiempos de los Gentiles. Otras publicaciones religiosas reconocieron la cronología bíblica que señalaba al año 1914, pero ¿qué grupo, aparte de los Estudiantes de la Biblia, le dio publicidad internacional constante y vivió en conformidad con su convicción de que los Tiempos de los Gentiles terminarían aquel año?

      A medida que se acercaba 1914, aumentaban las expectativas. ¿Qué traería consigo? En The Bible Students Monthly ([Mensuario de los Estudiantes de la Biblia], volumen VI, núm. 1, publicado a principios de 1914), el hermano Russell escribió: “Si la fecha y la cronología que tenemos son correctas, los Tiempos de los Gentiles terminarán este año, 1914. ¿Qué significará esto? No lo sabemos con seguridad. Esperamos que el reinado activo del Mesías comience para el tiempo en que expire el otorgamiento temporal de poder a los gentiles. Nuestra esperanza, falsa o verdadera, es que habrá prodigiosas manifestaciones de juicios divinos contra toda clase de injusticia, y que ello significará la disolución de muchas de las instituciones actuales, si no de todas”. El hermano Russell subrayó que no esperaba el “fin del mundo” en 1914 y que la Tierra permanece para siempre, pero que el orden de cosas actual, gobernado por Satanás, ha de desaparecer.

      En su número del 15 de octubre de 1913 The Watch Tower había dicho: “Según los mejores cálculos cronológicos que podemos hacer, es aproximadamente en ese tiempo, bien octubre de 1914, o después. Sin dogmatismo, esperamos ciertos acontecimientos: 1) que terminen los Tiempos de los Gentiles —la supremacía de los gentiles en el mundo— y 2) que se inicie el Reinado del Mesías en el mundo”.

      ¿Cómo sucedería esto? A los Estudiantes de la Biblia les parecía razonable pensar que incluiría la glorificación de cualquiera que hubiera sido escogido por Dios para participar en el Reino celestial con Cristo y aún se hallara en la Tierra. Pero ¿cómo se sintieron cuando aquello no sucedió en 1914? The Watch Tower del 15 de abril de 1916 dijo: “Creemos que las fechas han resultado ser del todo correctas. Creemos que los Tiempos de los Gentiles han concluido”. No obstante, cándidamente agregó: “El Señor no dijo que toda la Iglesia sería glorificada para 1914. Simplemente lo dedujimos y, evidentemente, nos equivocamos”.

      En este aspecto, se parecieron hasta cierto grado a los apóstoles de Jesús. Los apóstoles conocían las profecías acerca del Reino de Dios y supuestamente creían en ellas. Pero en varias ocasiones se equivocaron respecto a cómo y cuándo se cumplirían. Esto decepcionó a algunos. (Luc. 19:11; 24:19-24; Hech. 1:6.)

      Cuando pasó octubre de 1914 sin que tuviera lugar el esperado cambio a la vida celestial, el hermano Russell sabía que habría un verdadero sondeo de corazones. En The Watch Tower del 1 de noviembre de 1914 escribió: “Recordemos que estamos en una época de pruebas. Los apóstoles vivieron en una época semejante en el intervalo entre la muerte de nuestro Señor y el Pentecostés. Después de su resurrección, nuestro Señor se apareció a sus discípulos unas cuantas veces, y luego ellos dejaron de verlo por muchos días. Entonces se desanimaron y dijeron: ‘No vale la pena esperar’. ‘Me voy a pescar’, dijo uno. ‘Iremos contigo’, respondieron otros dos. Estaban por ingresar en el negocio de la pesca y abandonar la obra de pescar hombres. Fue un período de pruebas para los discípulos. Y lo mismo sucede ahora. Si hay alguna razón que impulse a alguien a dejar al Señor y Su Verdad y a cesar de sacrificarse por Su Causa, entonces lo que suscitó el interés en el Señor no fue solamente el amor a Dios de corazón, sino otra cosa: probablemente la esperanza de que quedaba poco tiempo; la consagración fue solamente por cierto tiempo”.

      Por lo visto, ese fue el caso de algunos. Sus pensamientos y sus deseos se habían concentrado principalmente en la perspectiva de ser cambiados a la vida celestial. Como aquello no sucedió cuando lo esperaban, se negaron a ver el significado de los asombrosos acontecimientos que tuvieron lugar en 1914. Perdieron de vista todas las preciosas verdades que habían aprendido de la Palabra de Dios y empezaron a ridiculizar a los que les habían ayudado a aprenderlas.

      Con humildad, los Estudiantes de la Biblia volvieron a examinar las Escrituras para dejar que la Palabra de Dios reajustara su punto de vista. Su convicción de que los Tiempos de los Gentiles habían terminado en 1914 no cambió. Gradualmente entendieron mejor cómo había empezado el Reino Mesiánico: había sido establecido en el cielo al conferir Jehová autoridad a Jesucristo, su Hijo; además, para esto no había sido preciso aguardar hasta que se hubiera levantado a los coherederos de Jesús a la vida celestial, ya que estos serían glorificados junto a él más adelante. También comprendieron que para extender la influencia del Reino no había que resucitar primero a los fieles profetas de antaño, sino que el Rey utilizaría a cristianos leales que estuvieran vivos en este tiempo como sus representantes para ofrecer a personas de todas las naciones la oportunidad de vivir eternamente como súbditos terrestres del Reino.

      Cuando este espléndido cuadro se abrió ante sus ojos, hubo más pruebas y zarandeos. Sin embargo, los que verdaderamente amaban a Jehová y se deleitaban en servirle agradecieron mucho los privilegios de servicio que se les presentaron. (Rev. 3:7, 8.)

      Uno de estos fue A. H. Macmillan, quien más tarde escribió: “Aunque nuestras expectativas sobre el ser llevados al cielo no se cumplieron en 1914, ese año ciertamente vio el fin de los tiempos de los gentiles [...]. No estuvimos perturbados en particular por no haber tenido lugar todo como habíamos esperado, porque estábamos muy ocupados con la obra del Foto-Drama y con los problemas creados por la guerra”. El hermano Macmillan se mantuvo ocupado en el servicio de Jehová y tuvo la satisfacción de ver aumentar el número de proclamadores del Reino a más de un millón durante su vida.

      Recordando sus experiencias durante los sesenta y seis años que llevaba en la organización, dijo: “He visto sobrevenir muchas pruebas severas a la organización y someterse a prueba la fe de los que están en ella. Con la ayuda del espíritu de Dios la organización sobrevivió y continuó floreciendo”. En cuanto a ajustes de entendimiento que tuvieran que hacerse, añadió: “Las verdades fundamentales que aprendimos de las Escrituras siguieron siendo las mismas. De modo que aprendí que debemos reconocer nuestros errores y continuar examinando la Palabra de Dios para conseguir más esclarecimiento. Sin importar los ajustes que tuviésemos que hacer de vez en cuando en nuestros puntos de vista, eso no cambiaría la provisión benigna del rescate [ni] la promesa de vida eterna de Dios”.

  • Pruebas y zarandeos desde el interior
    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • [Recuadro/Fotografía en la página 634]

      C. J. Woodworth

      A cierta persona que abandonó el servicio de Jehová porque los seguidores ungidos de Jesucristo no fueron llevados al cielo en 1914, C. J. Woodworth escribió lo siguiente:

      Hace veinte años usted y yo creíamos en el bautismo de infantes; en que el clero tenía el derecho divino de administrar dicho bautismo; que el bautismo era necesario para escapar del tormento eterno; que Dios es amor; que Dios creó y sigue creando a Su semejanza a miles de millones de seres que pasarán las incontables eras de la eternidad entre sofocantes emanaciones de azufre humeante y ardiente, suplicando en vano que se les dé una gota de agua que mitigue sus sufrimientos. [...]

      Creíamos que el hombre sigue vivo después de morir; creíamos que Jesucristo no había muerto; que no podía morir; que nunca se ha pagado ni se pagará un Rescate; que Jehová Dios y Cristo Jesús, Su Hijo, son la misma persona; que Cristo era Su propio Padre; que Jesús era Su propio Hijo; que el Espíritu Santo es una persona; que uno más uno más uno equivalen a uno; que cuando Jesús colgaba de la cruz y dijo: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’, simplemente estaba hablando consigo mismo; que los reinos actuales forman parte del Reino de Cristo; que el Diablo, en vez de ejercer dominio sobre los reinos de esta Tierra, ha estado lejos, en un Infierno que nadie ha hallado. [...]

      Alabo a Dios por el día que llegó la Verdad Actual a mi puerta. Era tan sana, tan refrescante a la mente y el corazón, que me apresuré a dejar el engaño y la charlatanería del pasado, y Dios me utilizó para también abrir los ojos de usted, que estaba ciego. Juntos nos regocijamos con la Verdad, y trabajamos lado a lado por quince años. El Señor le honró mucho como vocero Suyo; nunca conocí a nadie que pudiera demostrar de manera tan clara lo ridículo de las insensateces de Babilonia. En su carta usted pregunta: ‘¿Y ahora qué? ¡Ah! ahora viene lo triste del caso. Lo que ha sucedido es que usted ha permitido que su corazón se amargue contra aquel cuyas obras de amor y bendición desde lo Alto ha hecho posible que la Verdad llegue a nuestros corazones. Usted ha abandonado la organización y se ha llevado consigo a algunas ovejas. [...]

      Puede que yo le parezca ridículo a usted porque no me fui al Cielo el 1 de octubre de 1914, pero usted no me parece ridículo a mí, ¡oh no!

      En este momento en el que diez de las principales naciones de la Tierra se retuercen en su agonía, me parece que es particularmente inoportuno tratar de ridiculizar al hombre, al único hombre [Russell], que por cuarenta años ha enseñado que los Tiempos de los Gentiles terminarían en 1914.”

      La fe del hermano Woodworth no tambaleó cuando los sucesos de 1914 no resultaron en lo que se esperaba. Sencillamente reconoció que les quedaban cosas por aprender. Debido a su confianza en el propósito de Dios, pasó nueve meses en prisión en 1918-1919. Más tarde fue redactor de las revistas “The Golden Age” (La Edad de Oro) y “Consolation” (Consolación). Permaneció firme en la fe y leal a la organización de Jehová hasta su muerte en 1951, a los 81 años de edad.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir