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Le hacen una promesa a JehováLecciones que aprendo de la Biblia
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Le hacen una promesa a Jehová
Unos dos meses después que los israelitas salieron de Egipto, llegaron al monte Sinaí y acamparon allí. Entonces Jehová pidió a Moisés que subiera a esa montaña y le dijo: “Yo salvé a los israelitas. Si ellos me obedecen y cumplen mis leyes, serán mi pueblo especial”. Cuando Moisés bajó de la montaña, les contó a los israelitas lo que Jehová había dicho. ¿Qué respondieron? Contestaron: “Haremos todo lo que Jehová nos diga”.
Luego Moisés subió a la montaña de nuevo. Allí Jehová le dijo: “Dentro de tres días voy a hablar con el pueblo. Avisa a la gente de que no trate de subir al monte Sinaí”. Moisés bajó y les dijo a los israelitas que se prepararan para escuchar a Jehová.
Al tercer día, los israelitas vieron relámpagos y una nube oscura sobre la montaña. También oyeron un trueno muy fuerte y el sonido de un cuerno. Luego Jehová bajó a la montaña en medio de fuego. Los israelitas tenían muchísimo miedo. Toda la montaña estaba cubierta de humo y temblaba con fuerza. El sonido del cuerno se oía más y más alto. Entonces Jehová dijo: “Yo soy Jehová. No deben adorar a ningún otro dios”.
Moisés volvió a subir a la montaña, y allí Jehová le dio leyes para el pueblo. En esas leyes les dijo cómo tenían que adorarlo y cómo debían comportarse. Moisés las escribió y después se las leyó a los israelitas. Ellos prometieron: “Vamos a hacer todo lo que Jehová nos pide”. Así que le hicieron una promesa a Dios, pero ¿la cumplirían?
“Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37).
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No cumplen su promesaLecciones que aprendo de la Biblia
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No cumplen su promesa
Jehová le dijo a Moisés: “Sube adonde estoy, en la montaña. Voy a escribir mis leyes en tablas de piedra y te las voy a dar”. Moisés subió y se quedó en la montaña 40 días y 40 noches. Mientras estaba allí, Jehová escribió los Diez Mandamientos en dos piedras planas y se las dio a Moisés.
Al poco tiempo, los israelitas empezaron a creer que Moisés los había abandonado. Por eso, le dijeron a Aarón: “¡Queremos un líder! ¡Haznos un dios!”. Aarón les respondió: “Tráiganme el oro que tengan”. Entonces él derritió el oro para hacer una estatua con forma de becerro. La gente dijo: “¡Este becerro es nuestro dios que nos sacó de Egipto!”. Hicieron una fiesta y empezaron a adorar el becerro de oro. ¿Era eso malo? Sí, porque el pueblo había prometido que iba a adorar solo a Jehová. Pero ahora no estaban cumpliendo su promesa.
Jehová vio lo que estaba pasando y le dijo a Moisés: “Baja adonde el pueblo, porque están desobedeciéndome. Están adorando un dios falso”. Moisés bajó de la montaña con las dos tablas de piedra en la mano.
Mientras Moisés iba acercándose al campamento, oyó a la gente cantar. Al llegar, los vio bailando y adorando el becerro. Moisés se enojó mucho, tiró las dos tablas de piedra al suelo, y se rompieron. Enseguida fue a destruir la estatua y después le preguntó a Aarón: “¿Cómo te convencieron para hacer esta cosa horrible?”. Aarón respondió: “No te enfades, tú sabes cómo son. Querían un dios, así que eché el oro al fuego, y salió este becerro”. Aarón no debió hacer eso. Moisés subió otra vez a la montaña y le suplicó a Jehová que perdonara al pueblo.
Jehová perdonó a los israelitas que querían obedecerlo. Era muy importante que le hicieran caso a Jehová, y a Moisés también, ¿verdad que sí?
“Cuando le hagas un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque a él no le agradan los insensatos. Lo que prometas en un voto, cúmplelo” (Eclesiastés 5:4).
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