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  • El monte Sinaí: una joya en el desierto
    ¡Despertad! 1999 | 22 de abril
    • Pero no nos detenemos, pues nuestro objetivo inmediato es subir al pico meridional del macizo y acampar allí durante la noche. Este pico, llamado Jebel Musa (nombre que significa “montaña de Moisés”), es el que tradicionalmente se identifica con el monte Sinaí.

      Tras dos horas de ascenso llegamos a la cuenca de Elías, una cañada estrecha que divide en dos el macizo del monte Sinaí, de unos tres kilómetros de longitud. Según la tradición, Elías oyó la voz de Dios cuando se encontraba en una cueva de las inmediaciones (1 Reyes 19:8-13). Nos detenemos a tomar un respiro bajo un ciprés de 500 años junto al cual hay un pozo muy antiguo. ¡Cuánto agradecemos su agua fresca y clara, que nos ofrece un amigable beduino!

      Siguiendo la ruta turística tradicional, durante los siguientes veinte minutos subimos con esfuerzo los 750 escalones de piedra que conducen a la cima. Allí encontramos una pequeña iglesia que, según afirman los monjes, fue edificada en el preciso lugar donde Moisés recibió la Ley. Junto a la iglesia hay una hendidura en la roca donde, según dicen también, Moisés se ocultó mientras Dios pasaba ante él (Éxodo 33:21-23). Pero lo cierto es que nadie sabe la ubicación exacta de estos lugares. Sea como fuere, la cima tiene una vista espectacular. Vemos hilera tras hilera de montañas graníticas rojizas que se pierden en la distancia, tras la llanura sembrada de rocas que yace a nuestros pies. Al sudoeste se alza el Jebel Katherina, o monte Catalina, de 2.637 metros de altura, el punto más elevado de la región.

  • El monte Sinaí: una joya en el desierto
    ¡Despertad! 1999 | 22 de abril
    • Subimos al cercano Ras Safsafa

      Otro día tenemos la oportunidad de subir al Ras Safsafa, el pico septentrional del mismo macizo de tres kilómetros de longitud en cuyo extremo meridional se halla el Jebel Musa, algo más elevado. El Ras Safsafa se alza abruptamente desde la llanura de er-Raha, donde posiblemente acamparon los israelitas cuando Moisés subió para recibir de Jehová la Ley.

      Camino de Ras Safsafa vemos picos y valles más pequeños; dejamos atrás capillas abandonadas, jardines y manantiales, vestigios de una época en la que más de un centenar de monjes y ermitaños vivían por esos parajes en cuevas y celdas de piedra. Ahora solo queda un monje.

      En un jardín cercado con una alta alambrada de púas encontramos a este monje solitario, el cual nos deja pasar y nos explica que lleva cinco años trabajando en el jardín y que solo baja al monasterio una vez a la semana. Tras decirnos cómo llegar al Ras Safsafa, ascendemos por las escarpadas laderas hasta que al fin nos encontramos por encima de los picos circundantes. A nuestros pies vemos la extensa llanura de er-Raha. Desde este punto panorámico, fácilmente puedo hacerme la idea de que este fue el lugar por donde Moisés ascendió a la montaña desde el campamento israelita para comparecer ante la presencia de Dios. Me imagino a tres millones de israelitas congregados “enfrente de la montaña”, en esta espaciosa llanura. Visualizo a Moisés bajando por una quebrada cercana, llevando en los brazos las dos tablas con los Diez Mandamientos escritos en ellas (Éxodo 19:2; 20:18; 32:15).

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