-
Singapur: se deslustra la perla de Asia¡Despertad! 1997 | 8 de junio
-
-
Proscripción de los testigos de Jehová
La situación cambió el 12 de enero de 1972. Invocando el capítulo 109 de la ley oficial de Deportación, se emitió una orden de expulsión del país contra el misionero cristiano Norman David Bellotti y su esposa, Gladys, que llevaban residiendo en Singapur veintitrés años. Poco después se dictó una orden que anulaba la inscripción de la Congregación de los testigos de Jehová de Singapur. En cuestión de horas la policía rompió la puerta de entrada al Salón del Reino para confiscarlo. Casi inmediatamente se declararon ilegales todas las publicaciones de la Sociedad Watch Tower. Así dio comienzo una campaña de erradicación de los testigos de Jehová.
Prosiguiendo con su actuación arbitraria, la administración vendió el Salón del Reino sin previa notificación, audiencia, juicio, ni derecho a réplica.
El gobierno de Singapur ha justificado en múltiples ocasiones la proscripción total de los testigos de Jehová con la negativa de estos a prestar servicio militar. En fecha tan reciente como el 29 de diciembre de 1995, el señor K. Kesavapany, representante permanente de Singapur en las Naciones Unidas en Ginebra, comentó lo siguiente en una carta dirigida a Su Excelencia Ibrahim Fall, ayudante del secretario general de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra:
“La proscripción del movimiento de los testigos de Jehová por parte de mi gobierno obedece a razones de seguridad nacional. La pervivencia de este movimiento sería perjudicial para el bienestar y el orden público de Singapur. Como corolario a la anulación de la inscripción en el registro de los testigos de Jehová, era preciso prohibir todas sus publicaciones, medida que refuerza la proscripción del movimiento y pone coto a la diseminación y propagación de sus creencias.”
Ante los presuntos peligros para la seguridad nacional de Singapur, ha de mencionarse que la cantidad de varones jóvenes que se niegan a prestar servicio militar asciende a unos cinco por año en un país que cuenta con trescientos mil soldados. La administración se ha negado incluso a considerar la posibilidad de que los pocos implicados realicen un servicio nacional de carácter civil.
Flagrante campaña de erradicación
Tras varios años de precaria tolerancia, en 1992 se abrió un nuevo capítulo en la violación de los derechos humanos cuando se detuvo a varias personas acusadas de poseer obras prohibidas por la ley de Publicaciones Indeseables. En 1994, la Sociedad Watch Tower envió a Singapur a W. Glen How, letrado de 75 años y testigo de Jehová de toda la vida. Su título de abogado de la corona (Queen’s Counsel) le permitió acceder a los tribunales de Singapur. Dadas las garantías constitucionales de libertad de culto, se presentó una apelación al Tribunal Supremo de Singapur, en la que se recusaba la validez de las detenciones y de la proscripción de 1972. El 8 de agosto de 1994, Yong Pung How, presidente del Tribunal Supremo de Singapur, desestimó la demanda. Toda tentativa de apelación ulterior fue infructuosa.
A comienzos de 1995 parecía que la impugnación legal con base constitucional había desencadenado más medidas represivas. De acuerdo con un plan paramilitar, denominado Operación Esperanza, unos agentes encubiertos del Departamento de Investigación Criminal, Rama Sociedades Secretas, irrumpieron en los hogares particulares donde se reunían pequeños grupos de cristianos. En estas redadas, realizadas al estilo de los comandos por unos 70 agentes y personal de apoyo, se detuvo a 69 personas. Se las llevó a centros de interrogatorio, donde se les hizo preguntas, a algunas toda la noche, y se les acusó de asistencia a las reuniones de los testigos de Jehová y tenencia de publicaciones bíblicas. Algunos estuvieron incomunicados hasta dieciocho horas, sin poder llamar ni siquiera a sus familias.
Aunque se retiraron las acusaciones contra los extranjeros, a finales de 1995 y comienzos de 1996 se juzgó a 64 ciudadanos de Singapur; todos fueron declarados culpables. A 47 de ellos, de entre 16 y 72 años, se les impuso condenas de una a cuatro semanas de cárcel por el impago de multas de miles de dólares.
Antes de enviarlos a las celdas, se desnudó a hombres y mujeres para registrarlos delante de varias personas. Se ordenó a algunas mujeres estirar los brazos, ponerse en cuclillas cinco veces, y abrir la boca y levantar la lengua. Al menos una de ellas recibió órdenes de abrir el ano con los dedos. Hubo hombres que tuvieron que beber de los inodoros de la cárcel. Se trató a algunas jóvenes como peligrosas criminales, dejándolas incomunicadas y dándoles la mitad de la ración de comida. Ciertos carceleros ni siquiera permitieron a los Testigos quedarse con sus Biblias.
Examinemos algunos comentarios de las reclusas. Sus informes de primera mano contrastan marcadamente con la inmaculada apariencia de esta moderna metrópolis.
“La celda estaba sucia. El lavamanos y el inodoro se hallaban en una condición deplorable: viscosos e inmundos. Me senté en un banco que por debajo tenía telarañas y mugre.”
“Ordenaron que me desvistiera y me dieron el uniforme de la cárcel, una jabonera vacía y un cepillo de dientes. Por otras reclusas de la celda, me enteré de que quienes cumplen condenas cortas no reciben dentífrico ni papel higiénico.”
“Éramos veinte en la misma celda. Había una letrina sin asiento, aislada por una pared que llegaba hasta la cintura, una sola ducha y un lavamanos de un solo grifo. Por la mañana, todas las de la celda teníamos que ducharnos de seis en seis en el plazo de media hora.”
A pesar del trauma de la reclusión, todas consideraban un privilegio servir a Dios, sin importar dónde ni cuándo ni en qué circunstancias. Notemos este comentario de una adolescente:
“Desde que entré en la cárcel no dejé de repetirme para qué estaba allí. Todos los días le pedía a Jehová que escuchara mis oraciones y no me abandonara. Estoy segura de que me oyó, porque su espíritu santo me ayudó a aguantar. Fue en esos momentos cuando comprendí lo allegada que estaba a él, algo que me ha fortalecido mucho, pues sé que él vela por nosotros. Fue un privilegio soportar esta prueba por causa de su nombre.”
Los diarios de todo el mundo no tardaron en informar sobre lo ocurrido. La prensa de Australia, Canadá, Estados Unidos, Europa, Hong Kong y Malaysia, entre otros lugares, se hizo eco de los sucesos en repetidas ocasiones. Con el titular “Se condena a una anciana por poseer la Biblia”, el diario canadiense The Toronto Star reflejó la indignación suscitada. Aunque es cierto que en el mundo hay un sinnúmero de graves problemas que afectan a muchas más personas, en este caso los atónitos lectores de todo el mundo coincidieron en preguntar: “Pero... ¿en Singapur?”.
Cuesta comprender por qué habría de perseguirse en Singapur a una religión que actúa sin trabas y con todo el amparo de la ley en más de doscientos países, y más aún si se tiene en cuenta que en aquella nación no se ha tratado de forma tan irrazonable y arbitraria a ninguna otra confesión religiosa.
En efecto, un superintendente auxiliar de la policía que dirigió una de las redadas contra los testigos de Jehová admitió ante el tribunal que era la única vez que le habían ordenado a él y a sus agentes disolver una reunión religiosa. Las siguientes citas están tomadas del registro de las declaraciones:
Pregunta al testigo: ¿Le consta que la Rama de Sociedades Secretas haya investigado y encausado a alguna confesión no registrada, fuera de los testigos de Jehová?
Respuesta: Que yo sepa, no.
Luego prosiguieron las preguntas.
Pregunta al testigo: ¿Ha realizado alguna vez una redada parecida en otras reuniones de grupos religiosos pequeños que no estuvieran inscritos según la ley de Sociedades?
Respuesta: No.
Llamamiento a la acción
Amnistía Internacional y el Colegio Internacional de Abogados enviaron cada uno a su propio representante para observar la equidad de los juicios. Un observador imparcial de Amnistía Internacional, Andrew Raffell, abogado de Hong Kong, comentó: “Puse en el informe que el juicio parecía una pantomima”. Añadió que los funcionarios a quienes se llamó como testigos no lograron explicar al tribunal por qué se consideraban indeseables las publicaciones de los testigos de Jehová. Raffell indicó algunas de las publicaciones prohibidas, entre ellas La felicidad... cómo hallarla y Tu juventud... aprovechándola de la mejor manera. Agregó que en ningún sentido podían considerarse indeseables.
El observador del Colegio Internacional de Abogados, Cecil Rajendra, declaró lo siguiente:
“Desde el principio fue obvio que todo el juicio no era más que una [...] farsa representada con ostentación a fin de demostrar al mundo que aún se practica la democracia en Singapur.
”El resultado era de prever, y nunca hubo la más mínima duda antes, durante y después del juicio, de que se hallaría culpables de los cargos a los acusados.
”Aunque el juicio tuvo lugar en un tribunal inferior y los cargos eran infracciones menores de la ley de Sociedades, en torno al palacio de justicia se respiraba temor e intimidación.
”Contribuía a ello, en gran medida, la presencia de al menos diez policías uniformados (seis en el tribunal y cuatro fuera) y varios agentes de la Rama especial, que estaban sentados en la galería con ropa de paisano.”
Rajendra comentó la forma en que se llevó a cabo el juicio:
“La actuación del citado juez durante la etapa de observación (así como durante todo el juicio, como revelan las actas) dejó mucho que desear. [...] Contra toda norma procesal justa, el juez intervino constantemente a favor de la acusación e impidió a la defensa hacer repreguntas a los testigos de la acusación tocante a las pruebas aducidas por esta, como la Versión del Rey Jacobo de la Biblia [en inglés], para demostrar que los acusados se hallaban en posesión de publicaciones prohibidas.”
A tal nivel ha llegado la preocupación internacional por la violación de los derechos humanos en Singapur, que la revista belga Human Rights Without Frontiers dedicó dieciocho páginas en exclusiva al ataque del gobierno de Singapur contra los testigos de Jehová. Willy Fautré, redactor jefe de la revista, definió concisamente en un editorial el verdadero indicador del grado de libertad de que disfrutan las personas en un estado político:
“Aunque la libertad de culto es uno de los mejores indicios del grado de libertad que posee el hombre en una sociedad, muy pocas organizaciones civiles de derechos humanos se han dado a la labor de eliminar tales tipos de discriminación e intolerancia fundados en la religión o las creencias, así como a formular normas que protejan y promuevan la libertad de culto.”
La citada revista publicó en la contraportada de su informe una lista de recomendaciones en letra negrita.
-
-
Singapur: se deslustra la perla de Asia¡Despertad! 1997 | 8 de junio
-
-
El mundo está pendiente
1. “La noche del mes de febrero pasado en la que la policía de Singapur realizó redadas relámpago en cinco hogares, se detuvo a 69 hombres, mujeres y adolescentes y se los condujo a los cuarteles de la policía. No es así como deberían haber acabado sus reuniones de estudio bíblico.” (The Ottawa Citizen, Canadá, 28 de diciembre de 1995, página A10.)
2. “Para quienes nos preocupa la libertad de culto y de conciencia sería muy gratificante que el Gobierno de Singapur corrigiera su actitud ante los fieles de esta comunidad inocente e inofensiva y les dejara practicar y difundir su fe sin trabas.” (Profesor Bryan R. Wilson, Universidad de Oxford [Inglaterra].)
3. “En una serie de juicios que suscitaron las protestas de los grupos defensores de las libertades civiles, los tribunales de Singapur han condenado a 63 testigos de Jehová desde el pasado mes de noviembre.” (Asahi Evening News, Japón, 19 de enero de 1996, página 3.)
4. “Debería permitírseles a los testigos de Jehová que se reunieran y practicaran su religión en paz y sin la amenaza de ser detenidos ni encarcelados. La libertad de culto es un derecho fundamental garantizado por la Constitución de Singapur.” (Amnistía Internacional, 22 de noviembre de 1995.)
5. Chan Siu-ching, presidenta de la Comisión para la Paz y la Justicia de la Diócesis Católica de Hong Kong, dirigió una carta a Lee Kuan Yew, ministro adjunto, Oficina del Primer Ministro, con fecha 1 de junio de 1995, en la que dijo: “El punto principal es que, aunque el gobierno de Singapur estime que los que rechazan el servicio militar infringen la ley y se les debe procesar, este hecho no debería afectar al resto de los fieles, que solo participan en reuniones para el culto religioso. [...]
”Por consiguiente, solicitamos a su Gobierno que:
1. no proscriba a los testigos de Jehová, de forma que disfruten de libertad de culto y de conciencia;
2. deje de procesar a los testigos de Jehová que se limitan a asistir a reuniones de carácter religioso;
3. libere a los testigos de Jehová que hayan sido detenidos tan solo por su asistencia a actividades religiosas.”
-