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Demos apoyo a nuestras hermanasLa Atalaya (estudio) 2020 | septiembre
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9. ¿Cómo pueden ayudar los ancianos a las hermanas?
9 Los ancianos sobre todo deben tratar a las cristianas como sus madres y hermanas espirituales (1 Tim. 5:1, 2). Tienen que esforzarse por sacar tiempo antes o después de las reuniones para hablar con ellas. Kristen explica: “Un anciano se dio cuenta de que estaba muy ocupada y me pidió que le explicara cómo era mi horario. Agradecí mucho su interés sincero”. Cuando los ancianos apartan tiempo con frecuencia para hablar con las hermanas, les demuestran que se preocupan por ellas.d Annette destaca uno de los beneficios de hacer esto: “Yo los conozco mejor, y ellos a mí. Y entonces, cuando paso por un problema difícil, se me hace más fácil pedirles ayuda”.
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14. En vista de lo que dice Salmo 68:11, ¿qué hacen los buenos ancianos?
14 Los buenos ancianos saben que las hermanas son “un ejército grande” dispuesto a trabajar y que muchas de ellas están entre quienes mejor predican las buenas noticias (lea Salmo 68:11). Así que los ancianos buscan maneras de aprovechar su experiencia. A Abigaíl, mencionada antes, la anima que los hermanos le pregunten qué métodos le funcionan a la hora de empezar conversaciones. Ella dice: “Eso me ayuda a ver que Jehová me ha dado un lugar en su organización”. Los ancianos también son conscientes de que las hermanas fieles y maduras pueden ayudar mucho a hermanas más jóvenes con sus problemas (Tito 2:3-5). Está claro que nuestras hermanas merecen toda nuestra gratitud y cariño.
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19. ¿De qué otras formas pueden ayudar los ancianos a las hermanas?
19 Los ancianos también tienen que estar pendientes de las necesidades de las hermanas. Saben que Jehová se fija en cómo se las trata (Sant. 1:27). Por eso, al igual que Jesús, son razonables y no crean reglas cuando lo mejor sería hacer una excepción (Mat. 15:22-28). Cuando buscan maneras de ayudarlas, hacen que se sientan bien atendidas. Eso fue lo que le pasó a Kia cuando se mudó a otra casa. En cuanto su superintendente de grupo se enteró, movió las cosas para que los hermanos la ayudaran. Ella explica: “Me quitó muchísimo estrés. Con sus palabras de ánimo y con su ayuda práctica, los ancianos me dejaron claro que soy una parte importante de la congregación y que no estoy sola ante los problemas”.
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