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Chisme, calumniaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Calumniar es difamar, por lo general con malicia, sea verbalmente o por escrito.
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Chisme, calumniaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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El chisme puede llevar a la práctica desastrosa de la calumnia. La sabiduría de las palabras de Eclesiastés 10:12-14 es obvia: “Los labios del estúpido se tragan a este. El comienzo de las palabras de su boca es tontedad, y el fin de su boca, posteriormente, es locura calamitosa. Y el tonto habla muchas palabras”.
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Chisme, calumniaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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¿Qué diferencia hay entre el chisme y la calumnia?
Mientras que el chisme puede ser más o menos inofensivo (aunque puede convertirse en calumnia o conducir a ella), la calumnia siempre es perjudicial y causa daño y contienda. Sea que el calumniador lo haga con un motivo malicioso o no, se coloca en una mala posición ante Dios, pues “cualquiera que envía contiendas entre hermanos” practica una de las cosas que Dios odia. (Pr 6:16-19.) La palabra griega para “calumniador” o “acusador” es di·á·bo·los. Ese término también se usa en la Biblia como título de Satanás, “el Diablo”, el gran calumniador de Dios (Jn 8:44; Rev 12:9, 10; Gé 3:2-5), con lo que se indica quién fue el originador de la calumnia, este tipo de acusación difamatoria.
La calumnia constituye un tropiezo para otros, en particular para aquel a quien se calumnia. La ley dada por Dios a Israel mandaba: “No debes andar entre tu pueblo con el fin de calumniar. No debes ponerte de pie contra la sangre de tu prójimo”. (Le 19:16.) Estas palabras ponen de relieve la seriedad de la calumnia, pues muestran que en algunos casos las acusaciones falsas pueden llevar a la ejecución. Muchas veces el testimonio de testigos falsos ha conducido a la muerte de personas inocentes. (1Re 21:8-13; Mt 26:59, 60.)
En ocasiones, el calumniador se deleita en revelar asuntos confidenciales a aquellos que no tienen ningún derecho de conocerlos. (Pr 11:13.) El calumniador deriva placer de revelar cosas que causan sensación, pero el que le escucha también es culpable y se perjudica a sí mismo. (Pr 20:19; 26:22.) Un comentario difamatorio de un calumniador podría apartar a una persona de sus amigos y provocar enemistades y divisiones. (Pr 16:28.)
En las Escrituras se predice que la notable presencia de los calumniadores sería una de las señales de los “últimos días”. (2Ti 3:1-3.) Si se encuentran tales personas, sean hombres o mujeres, en el pueblo de Dios, los que ocupan puestos de responsabilidad en la congregación cristiana han de censurarlas y corregirlas. (1Ti 3:11; Tit 2:1-5; 3Jn 9, 10.) La calumnia causa contienda (Pr 16:28), y por esa razón produce ciertas “obras de la carne” (como odios, contiendas y divisiones), obras que impiden que el calumniador y los que se dejen llevar por él hereden el reino de Dios. (Gál 5:19-21.) Aunque el calumniador puede ser astuto y engañoso, su maldad se descubrirá en la congregación. (Pr 26:20-26.) Jesús descubrió al calumniador Judas (Jn 6:70) ante sus apóstoles y lo despidió. Lo que más tarde tuvo lugar llevó a la destrucción de Judas. (Mt 26:20-25; Jn 13:21-27; 17:12.)
Una forma de calumnia es la injuria, y el que la practica merece ser cortado de la congregación cristiana, pues en las Escrituras se juzga indignos de la vida a los injuriadores. (1Co 5:11; 6:9, 10.) La calumnia y la injuria suelen estar relacionadas con la rebelión contra Dios o contra aquellos que Él ha constituido debidamente y nombrado para dirigir la congregación de su pueblo. Este fue el caso de Coré y los que estaban con él, que se rebelaron contra el orden teocrático y calumniaron a Moisés y Aarón. (Nú 16:1-3, 12-14.) Judas llama la atención a estos rebeldes y al final que tuvieron, cuando advierte a los cristianos que no practiquen el habla injuriosa ni la murmuración ni la queja, y que tampoco hablen “cosas hinchadas”. (Jud 10, 11, 14-16.)
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