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Un secreto bien guardado¡Despertad! 2000 | 8 de marzo
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Un secreto bien guardado
“Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.” (DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS.)
LA PRÓXIMA vez que le ponga azúcar al café, piense en Prevot, un haitiano a quien le prometieron un buen trabajo en otro país caribeño, pero, en cambio, lo vendieron por 8 dólares.
Prevot comparte la suerte de miles de esclavos compatriotas suyos: durante seis o siete meses se les obliga a cortar caña de azúcar por muy poco dinero o ninguno, mientras viven apiñados en deplorables condiciones sanitarias. Los despojan de sus pertenencias y a cambio reciben machetes. Para comer, tienen que trabajar, y si intentan escapar, pueden golpearlos.
Piense en el caso de Lin-Lin, una joven del sudeste asiático. Ella tenía 13 años cuando murió su madre. Una agencia de empleos le prometió un buen trabajo y la compró a su padre por 480 dólares, diciendo que era “un anticipo de su sueldo”, un método eficaz para mantenerla atada de por vida a sus nuevos propietarios. En lugar de darle un trabajo decente, la llevaron a un burdel. Allí, los clientes pagan al dueño 4 dólares por cada hora que pasan con ella. Lin-Lin es prácticamente una prisionera, pues no puede irse hasta que salde su deuda, que incluye el precio que el dueño del burdel pagó por ella, además de intereses y otros gastos. Si no accede a los deseos de su propietario, este puede golpearla o torturarla. Peor aún, puede asesinarla si trata de escapar.
¿Libertad para todos?
La mayoría de la gente no cree que aún exista esclavitud. Al fin y al cabo, después de una multitud de convenciones, declaraciones y leyes, casi todos los países la han declarado oficialmente abolida. Por todas partes se oyen expresiones vehementes de desprecio contra la esclavitud; las naciones la prohíben en sus leyes, y su abolición se consagra en documentos internacionales, entre los que destaca el artículo 4 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, antes citado.
No obstante, la esclavitud sigue viva, y bien viva, aunque para algunos sea un secreto bien guardado. De Phnom Penh a París, de Bombay a Brasilia, se obliga a millones de congéneres nuestros —hombres, mujeres y niños— a vivir y trabajar como esclavos o en condiciones de esclavitud. La asociación más antigua que persigue el trabajo forzado, Anti-Slavery International, con sede en Londres, calcula la cantidad de personas esclavizadas en cientos de millones. A decir verdad, es posible que haya más esclavos en el mundo hoy día que nunca antes.
Por supuesto, las típicas imágenes de grilletes, látigos y subastas ya no caracterizan a la esclavitud del día moderno. Entre las formas más conocidas de esclavitud contemporánea están el trabajo forzado, el matrimonio servil, la tiranía de la deuda, el trabajo infantil y, con frecuencia, la prostitución, por mencionar solo algunas. Los esclavos pueden ser concubinas, jinetes de camellos, cortadores de caña, tejedores de alfombras o constructores de carreteras. Es cierto que a la gran mayoría no se les vende en una subasta pública, pero en realidad no les va mejor que a sus predecesores; en algunos casos, su vida es hasta más trágica.
¿Quiénes son los esclavos? ¿Cómo llegaron a serlo? ¿Qué se está haciendo para ayudarlos? ¿Se acerca la abolición completa de la esclavitud?
[Ilustración y recuadro de la página 4]
¿EN QUÉ CONSISTE LA ESCLAVITUD MODERNA?
Esta es una pregunta que hasta las Naciones Unidas hallan difícil de contestar después de años de intentarlo. La Convención sobre la Esclavitud celebrada en 1926 formuló la siguiente definición: “Esclavitud es el estado o condición de una persona sobre quien se ejerce uno o todos los poderes relacionados con el derecho de propiedad”. Aun así, la definición se presta a interpretaciones. Según la periodista Barbara Crossette, “se etiqueta como esclavitud el trabajo mal pagado de las industrias del vestido y de ropa deportiva en el extranjero y de los talleres clandestinos en ciudades estadounidenses. Se invoca para condenar la industria del sexo y el trabajo en las prisiones”.
Mike Dottridge, presidente de Anti-Slavery International, cree que “como la esclavitud parece adoptar nuevas formas —o, más bien, como la palabra se está aplicando a más situaciones—, existe el peligro de que su significado se diluya o hasta se pierda”. Él piensa que “la esclavitud se identifica por un elemento de propiedad o de control sobre la vida de otra persona”. Incluye coacción y restricción de movimientos: el hecho de que “alguien no es libre de retirarse, de cambiar de patrono”.
A. M. Rosenthal escribió para el periódico The New York Times lo siguiente: “Los esclavos llevan vida de esclavos: trabajo opresivo, violación, hambre, tortura, una total degradación”. Y añadió: “Con cincuenta dólares se compra un esclavo, de modo que en realidad no preocupa [a los dueños] cuánto viva antes de que su cuerpo sea arrojado a algún río”.
[Reconocimiento]
Ricardo Funari
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¿Quiénes son los esclavos de hoy en día?¡Despertad! 2000 | 8 de marzo
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¿Quiénes son los esclavos de hoy en día?
PIENSE en las cifras: unos doscientos o doscientos cincuenta millones de niños menores de 15 años se pasan trabajando la mayor parte del tiempo que están despiertos; durante 1995 y 1996 se reclutó para la lucha armada a un cuarto de millón de niños, algunos de tan solo siete años, convirtiéndose de ese modo en esclavos de la guerra; más de un millón de mujeres y niños son vendidos como esclavos cada año, según ciertos cálculos.
Pero no es posible expresar con fríos números la desesperación de esas personas. Por citar un ejemplo: en un país del norte de África, la escritora Elinor Burkett conoció a Fatma, una joven que se las arregló para escaparse de su cruel amo. Tras conversar con ella, Burkett llegó a la conclusión de que Fatma “sería por siempre una esclava en su propia mente”. ¿Puede esta joven siquiera soñar con un futuro mejor? “Sus planes no pueden proyectarse más allá del amanecer —dice Burkett—. El futuro es uno de los muchos conceptos abstractos de los que ella carece.”
Así es, en este preciso momento, millones de nuestros congéneres viven en esclavitud sin ninguna esperanza. ¿Por qué y cómo se les esclaviza? ¿A qué formas de esclavitud se les somete?
El tráfico humano
El folleto turístico que se distribuyó en Estados Unidos no podía ser más directo: “Turismo sexual en Tailandia. Chicas de verdad. Sexo de verdad. Económico de verdad. [...] ¿Sabía usted que puede comprar una muchacha virgen por tan solo 200 dólares?”. Lo que el folleto no decía es que esas muchachas “vírgenes” muy probablemente fueron secuestradas, o vendidas contra su voluntad a burdeles, donde tienen de diez a veinte clientes al día, y que las golpean si no rinden sus servicios sexuales. En Phuket, una isla vacacional al sur de Tailandia, cinco prostitutas murieron calcinadas al incendiarse un burdel. ¿Por qué? Los dueños de las muchachas las habían encadenado a sus camas para que no trataran de escapar de su cautiverio.
¿De dónde salen estas jóvenes? De acuerdo con ciertas investigaciones, millones de muchachas y mujeres de todo el mundo son secuestradas o coaccionadas y vendidas a la prostitución para satisfacer las demandas de este sector de la industria sexual. Y el mercado sexual debe su florecimiento a la combinación de la pobreza de los países en desarrollo, la riqueza de los países acaudalados y las leyes que toleran el tráfico humano internacional y el servilismo por contrato.
Según cálculos de organizaciones femeninas del sudeste asiático, treinta millones de mujeres de todo el mundo fueron vendidas desde mediados de los años setenta hasta principios de los noventa. Los mercaderes de esclavos recorren estaciones de ferrocarril, poblados empobrecidos y calles de las ciudades en busca de muchachas y adultas jóvenes de apariencia vulnerable. Las víctimas por lo común carecen de educación, son huérfanas, han sido abandonadas o están en la miseria. Las seducen con falsas promesas de recibir un empleo, las exportan y las venden a burdeles.
A raíz del desmoronamiento del bloque comunista en 1991, se ha formado una nueva generación de muchachas y mujeres pobres. La liberalización, la privatización y la creciente desigualdad de clases han resultado en más delitos y en mayor pobreza y desempleo. En Rusia y Europa oriental, muchas jovencitas y mujeres adultas se han convertido en una mina de oro para la prostitución internacional organizada. “Es menos arriesgado el tráfico de seres humanos que el de drogas”, comentó Anita Gradin, anterior comisaria de la justicia europea.
La infancia perdida
En una pequeña fábrica de alfombras de Asia, niños de tan solo cinco años de edad trabajan de las cuatro de la mañana a las once de la noche sin recibir paga. Muchos trabajadores infantiles como ellos están expuestos a grandes riesgos para la salud: maquinaria insegura, largas horas con pobre iluminación y mala ventilación, y peligrosas sustancias químicas empleadas en la fabricación de determinados productos.a
¿Por qué se cotiza tanto la mano de obra infantil? Porque es barata y los niños por naturaleza son dóciles, fáciles de disciplinar y demasiado asustadizos como para quejarse. Patronos sin escrúpulos ven en su pequeño cuerpo y sus hábiles dedos valiosos haberes para ciertos trabajos, como el tejido de alfombras. Es frecuente que sean los niños quienes reciban el empleo, mientras los padres están sentados en casa sin trabajo.
Para hacer más lastimosa la situación, resulta que los niños que laboran en el servicio doméstico son especialmente vulnerables al abuso sexual y físico. A muchos de ellos los secuestran, los aíslan en campos remotos y los encadenan por la noche para impedir que escapen. Durante el día trabajan en la construcción de carreteras y en canteras, por ejemplo.
Otra práctica que despoja a los niños de su infancia es el matrimonio servil. Anti-Slavery International explica un caso típico: “Se le dice a una niña de 12 años que su familia ha arreglado su matrimonio con un hombre de 60. Supuestamente, ella tiene derecho a negarse; pero en la práctica, no tiene oportunidad de ejercer ese derecho, y ni siquiera sabe que lo tiene”.
La tiranía de la deuda
Cientos de miles de trabajadores son esclavos de sus amos o sus lugares de empleo debido a los préstamos que ellos mismos o sus padres han recibido. Por tradición, el trabajo cautivo se presenta principalmente en zonas agrícolas, donde los trabajadores atienden las tareas del hogar o del campo. A veces, la deuda se pasa de generación en generación para tener siempre esclavos de una misma familia; en otras ocasiones, los prestamistas le venden los derechos sobre la deuda a un nuevo patrono. Hay situaciones extremas en las que los cautivos no reciben pago alguno por su trabajo, o se les compromete con relativamente pequeños anticipos de su sueldo, que se repiten indefinidamente y los convierten en esclavos del patrono.
La esclavitud ritual
Binti es originaria de África occidental, tiene 12 años y es una de las miles de muchachas que sirven de trocosi, palabra que en el idioma ewé significa “esclavas de los dioses”. Está obligada a vivir en esclavitud y penitencia por un pecado que no cometió: la violación que condujo a su propio nacimiento. Por el momento, sus responsabilidades se limitan a atender las tareas del hogar de un sacerdote fetichista de la localidad, pero con el tiempo incluirán servicios sexuales al sacerdote, que es su dueño. Cuando llegue a la mediana edad, Binti será reemplazada, pues el sacerdote habrá encontrado a otras muchachas atractivas que le sirvan de trocosi.
Miles de víctimas del cautiverio ritual, como Binti, trabajan como esclavas porque su familia las ofreció en su afán de purgar lo que interpretan como pecado o violación de un decreto sagrado. En varias partes del mundo se obliga a las jovencitas y mujeres adultas a realizar labores religiosas y prestar servicios sexuales a los sacerdotes o a otras personas, con el pretexto de que están casadas con alguna deidad. En muchos casos, las mujeres ejecutan otras tareas sin recibir paga. No son libres de irse a vivir a otro lugar o cambiar de trabajo, y es frecuente que su servidumbre dure muchos años.
La esclavitud tradicional
A pesar de que la mayoría de los países afirman haber abolido oficialmente la esclavitud, hay zonas en las que recientemente ha resurgido en su forma tradicional, por lo común en regiones desgarradas por conflictos civiles y bélicos. “En las zonas de conflicto se ha suspendido de forma eficaz la fuerza de la ley —indica Anti-Slavery International—, lo que permite a los soldados o a los combatientes armados obligar a la gente a trabajar para ellos sin pagarles [...] y sin temor a represalias; se ha denunciado la existencia de tales prácticas principalmente en territorios controlados por grupos armados que no han alcanzado reconocimiento internacional.” No obstante, según la misma organización, “también se han recibido informes recientes de que miembros del ejército obligan a civiles a trabajar como esclavos, fuera de todo contexto legal. Se ha sabido asimismo que el ejército y los combatientes civiles han tomado parte en la trata de esclavos, vendiendo a los prisioneros para que trabajen para otros”.
Lamentablemente, la maldición de la esclavitud continúa plagando a la humanidad en todas sus formas y modalidades. Deténgase un momento y piense de nuevo en las cifras: los millones de personas que sufren como esclavos por todo el mundo. Ahora, piense en uno o dos ejemplos de esclavos actuales de quienes ha leído en estas páginas, como Lin-Lin o Binti. ¿Desea que se ponga fin a este crimen, la esclavitud moderna? ¿Será realidad algún día la abolición de la esclavitud? Antes de que eso suceda, es necesario que haya cambios drásticos. Lea sobre estos cambios en el siguiente artículo.
[Nota]
a Véase “El trabajo infantil pronto se erradicará”, en ¡Despertad! del 22 de mayo de 1999.
[Ilustración y recuadro de la página 6]
EN BUSCA DE SOLUCIONES
Diversos organismos oficiales, como el UNICEF y la OIT (Organización Internacional del Trabajo), diligentemente elaboran y ejecutan estrategias para la eliminación de la esclavitud moderna. Además, una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales, como Anti-Slavery International y Human Rights Watch, se han esmerado por lograr una mayor conciencia pública de la esclavitud contemporánea y por liberar a sus víctimas. Algunas de estas organizaciones abogan por el uso de etiquetas especiales que especifiquen que los artículos no se fabrican empleando mano de obra esclava o infantil. Otras agencias piden que se promulguen leyes en las naciones donde se originan los “viajes sexuales”, a fin de que las personas que tengan relaciones sexuales con niños puedan ser enjuiciadas al regresar a su país. Algunos activistas de los derechos humanos han llegado al extremo de pagar grandes sumas de dinero a traficantes y amos para liberar a tantos esclavos como les sea posible. Esto ha provocado controversia, pues dichas prácticas pudieran generar un lucrativo mercado e inflar los precios.
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¡Se acerca el fin de la esclavitud moderna!¡Despertad! 2000 | 8 de marzo
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¡Se acerca el fin de la esclavitud moderna!
“La libertad de un ser humano es una parcela de la libertad universal; no es posible lesionar una sin comprometer al mismo tiempo la suerte de la otra.” Victor Schoelcher, Periodista Y Político Francés (1848).
“¿CUÁL es esa parte tan sombría del ser humano que lo autoriza desde siempre a despreciar al Otro, a sojuzgarlo, a envilecerlo [...]?”, preguntan los redactores de la revista El Correo de la UNESCO. “¿Y cómo ha permanecido impune ese crimen contra la Humanidad incluso después de la consagración de los Derechos Humanos?”
La respuesta es compleja: la avaricia está detrás del uso de mano de obra infantil barata y del fenómeno del trabajo cautivo; cuando se vende a jovencitas para la prostitución y el matrimonio servil, se culpa a la pobreza y la falta de educación; las costumbres religiosas y culturales contribuyen a la esclavitud ritual, y, en el caso de los varones que visitan Bangkok o Manila en busca de jovencitos y jovencitas sin sida, el motivo llano es perversión sexual e inmoralidad. Todo lo anterior es característico de un mundo en el que los hombres son “amadores de sí mismos, amadores del dinero, [...] sin tener cariño natural, [...] sin autodominio, feroces”, en palabras del apóstol Pablo, abogado del siglo primero (2 Timoteo 3:1-5). Es parte de un mundo en el que “lo que se hace torcido no se puede enderezar, y no hay manera de contar lo que falta”, por citar a Salomón, un estadista de la antigüedad (Eclesiastés 1:15).
Cambio de mentalidad
¿Significa esto que nada se puede hacer, o que nada se hará, para acabar de forma permanente con la esclavitud, sea que se manifieste de forma tradicional o en sus más recientes modalidades? ¡De ninguna manera!
La Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos (OACDH) declara que la esclavitud es “una situación mental”, y añade: “Aun después de abolida, deja rastros. Puede perpetuarse como una condición mental —en las víctimas y sus descendientes y los herederos de quienes la practicaron— mucho después de haber desaparecido oficialmente”.
De modo que una forma de abolir la esclavitud sería mediante un cambio de mentalidad —un cambio en el corazón— a escala mundial, y eso implica un cambio en la educación: enseñar a la gente el amor y el respeto mutuos. Significa ayudarla a desarraigar de su corazón la codicia y a regirse por altas normas de moralidad. ¿Quién puede suministrar ese tipo de educación? La OACDH dice que “todos debemos poner de nuestra parte para conseguir un orden mundial que no tolere más la explotación inhumana”.
Examine el programa educativo que la comunidad cristiana de los testigos de Jehová ha impartido por todo el mundo. Mediante este eficaz programa se ha enseñado a personas de corazón honrado a no tolerar ni disculpar la explotación inhumana, y millones de personas de más de doscientos treinta países han aprendido a tratar con dignidad a todos sus semejantes. ¿A qué se debe el éxito de este programa?
A que se basa en la Biblia, libro inspirado por el Creador del hombre. La Biblia concede mucha importancia a la dignidad humana. Las personas instruidas en ella mediante el programa educativo de los testigos de Jehová aprenden que nuestro Creador, Jehová, es un Dios de dignidad (1 Crónicas 16:27). Y él la confiere a toda Su creación, tanto a hombres como a mujeres de toda raza, antecedente social y condición económica (véase el recuadro “¿Quién conseguirá libertad y dignidad para todos los hombres?”).
La igualdad y el respeto a la dignidad
La Biblia enseña que Dios “hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para que moren sobre la entera superficie de la tierra” (Hechos 17:26). Por esa razón, nadie puede arrogarse la supremacía sobre otros seres humanos ni el derecho a oprimir o a explotar a los demás. La persona dispuesta a aprender llega a comprender que “Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:34, 35). Se da cuenta de que el amor de Dios abarca a todo el mundo, dado que el privilegio de tener una relación estrecha con Él está accesible a toda persona. De hecho, “tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Dicha educación bíblica tiene un profundo impacto en la personalidad. Mediante ella, el corazón y la mente de las personas pueden ser totalmente “renovados” (Efesios 4:22-24, El Testamento “Nueva Vida”). Las impulsa a tratar a sus congéneres con dignidad y respeto, de modo que se deciden a obrar “lo que es bueno para con todos” (Gálatas 6:10). Nadie puede ser verdadero cristiano y al mismo tiempo participar en la explotación y opresión inhumana de su semejante. Los testigos de Jehová se alegran de ser parte de una comunidad cristiana como la del siglo primero, en la que ‘no había ni judío ni griego, ni esclavo ni libre. Todos eran una persona en unión con Cristo Jesús’ (Gálatas 3:28).
Cambio de gobernación
No obstante, para acabar permanentemente con toda forma de esclavitud, es necesario que se produzca un cambio radical en la sociedad humana. La Organización Internacional del Trabajo dice que, a fin de acabar con la explotación de los seres humanos, es preciso “cambiar el ambiente que permite y disculpa” tal explotación. Otras recomendaciones presentadas por dicho organismo son que se tomen medidas internacionales y que se busque la cooperación de todos los países y el compromiso de la comunidad mundial.
Lógicamente, esto exigiría la existencia de una potencia capaz de ejercer amplio control sobre nuestro planeta y de garantizar la libertad universal. Boutros Boutros-Ghali, anterior secretario general de las Naciones Unidas, dijo que los serios problemas que aquejan al mundo tienen que resolverse “a escala mundial”. Pero no todos están tan seguros de que eso se pueda lograr. La experiencia demuestra que mucha gente que está en el poder es demasiado egoísta y está demasiado interesada en sus propios asuntos y objetivos como para que se logre tal cooperación internacional.
Sin embargo, la Biblia, el mismo libro que ha enseñado a millones de personas a respetar la dignidad de su prójimo, muestra que Dios se propone establecer ese gobierno mundial. En la Biblia encontrará muchas promesas sobre un nuevo mundo de justicia (Isaías 65:17; 2 Pedro 3:13). El propósito divino es eliminar de la Tierra a cualquiera que no ame ni a su prójimo ni a Dios. Nuestro Creador ha revelado su determinación de instaurar un régimen mundial que gobernará con justicia sobre la humanidad. Jesús nos enseñó a pedir dicho gobierno en la oración conocida comúnmente como el padrenuestro (Mateo 6:9, 10).
El abuso contra los seres humanos y toda forma de esclavitud desaparecerán bajo este gobierno, porque Cristo, el Rey, reinará “por medio del derecho y por medio de la justicia” (Isaías 9:7). A los oprimidos se les libertará bajo Su gobernación justa, pues la Biblia dice: “Él librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. Le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre, y las almas de los pobres salvará. De la opresión y de la violencia les redimirá el alma” (Salmo 72:12-14).
Si anhela ver el fin de la esclavitud —toda forma de esclavitud—, lo invitamos a aprender más sobre el propósito de Dios de establecer este gobierno mundial libertador. Los testigos de Jehová de su localidad están dispuestos a ayudarle a obtener dicho conocimiento.
[Ilustración y recuadro de la página 11]
¿QUIÉN CONSEGUIRÁ LIBERTAD Y DIGNIDAD PARA TODOS LOS HOMBRES?
Todos nacemos con la necesidad y el deseo de disfrutar de dignidad y libertad. Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas, se hizo eco del sentimiento universal cuando preguntó: “¿Quién puede negar que todos nosotros buscamos vidas libres de miedo, tortura, discriminación? [...] ¿Cuándo han escuchado una voz libre que exija el fin de la libertad? ¿Cuándo han oído que un esclavo defienda la esclavitud?”.
Tales ideas no son precisamente nuevas. Por ejemplo, Séneca, filósofo romano del siglo primero, descartó la creencia de que algunas personas nacen para ser esclavos cuando escribió en sus Cartas a Lucilio: “Piensa tú que ese que llamas tu esclavo, nacido de la misma semilla, goza del mismo cielo, respira igual, igual vive y muere igual [que tú]”.
Imam ʽAlī, reverenciado como el cuarto califa después de Mahoma, dijo que todos los hombres son “iguales en creación”. Saʽdi, poeta persa del siglo XIII, declaró: “Los hijos de Adán son miembros unos de otros, y en su creación proceden de una sola sustancia. Cuando el mundo inflige dolor a un miembro, los demás se perturban”.
El relato histórico divinamente inspirado que encontramos en la Biblia resalta la dignidad de toda persona. Por ejemplo, Génesis 1:27 describe así la creación del ser humano: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó”. Nuestro Creador es un Dios de libertad. “Donde está el espíritu de Jehová, hay libertad”, escribió el apóstol Pablo (2 Corintios 3:17). Al crear al hombre a su imagen y semejanza, Jehová confirió a los seres humanos valía personal, amor propio y dignidad. Él se asegurará de que la gente goce para siempre de dicha libertad y dignidad libertando a Su creación de “la esclavitud a la corrupción” (Romanos 8:21).
[Ilustración de la página 9]
Toda persona tiene derecho a la dignidad y la libertad
[Ilustraciones de la página 10]
LA EDUCACIÓN BÍBLICA RECALCA EL RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA Y OFRECE LA ESPERANZA DE UN FUTURO NUEVO MUNDO
Familia de Benín estudiando la Biblia
La belleza de esta cascada del Nilo Azul (Etiopía) es indicio de lo que será el paraíso restaurado
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