BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • La esclavitud, una plaga persistente
    ¡Despertad! 2002 | 22 de junio
    • La esclavitud, una plaga persistente

      ¿HA ACABADO la esclavitud? Casi todo el mundo quisiera pensar que sí. La sola palabra evoca imágenes de brutalidad y opresión. No obstante, muchos opinan que dichas imágenes pertenecen al pasado, a los barcos negreros de antaño, aquellas embarcaciones de madera crujiente con las bodegas repletas de seres humanos asustados que viajaban apiñados en condiciones de miseria casi inimaginables.

      Es cierto que tales barcos ya no surcan los mares y que los acuerdos internacionales de hoy proscriben ese tipo de esclavitud. Pero la plaga en sí no ha desaparecido. La organización pro derechos humanos Anti-Slavery International calcula que 200 millones de personas todavía experimentan algún tipo de esclavitud. Trabajan en condiciones probablemente peores que las que soportaban los esclavos de siglos pasados. De hecho, algunos analistas concluyen que “en nuestros días hay más seres en esclavitud que en cualquier otra época de la historia”.

      Los relatos de estos esclavos de hoy son desgarradores. Kanjia solo tiene 10 años y arrea ganado todos los días para sus severos amos, quienes lo golpean con frecuencia. “Si tengo suerte, encuentro algún trozo de pan duro; si no, paso el día entero sin comer”, dice. Y añade: “Nunca me han pagado por mi trabajo porque soy un esclavo y les pertenezco. [...] Los niños de mi edad juegan con otros niños; yo preferiría morir antes que seguir llevando esta horrible vida”.

      Los esclavos de la actualidad suelen ser mujeres o niños como Kanji. Trabajan contra su voluntad tejiendo alfombras, haciendo carreteras, cortando caña de azúcar o hasta dedicándose a la prostitución. Y, a veces, apenas se pagan 10 dólares por ellos. En algunos casos, son los propios padres quienes los venden para cancelar alguna deuda difícil de saldar.

      ¿Le parecen repugnantes estos abusos? No es el único que piensa así. En su libro La nueva esclavitud en la economía global, el escritor Kevin Bales comenta: “La esclavitud es obscena. No es sólo robar el trabajo de alguien, sino su vida entera”. En vista de la crueldad del hombre para con el hombre, ¿qué razones tenemos para creer que algún día desaparecerá el azote de la esclavitud? Esta pregunta le atañe a usted, lector, más de lo que tal vez se imagina.

      Como veremos, hay más de un tipo de esclavitud. Existen muchas variantes, y algunas de ellas afectan a la entera humanidad. De modo que todos necesitamos saber si el hombre gozará algún día de verdadera libertad. Pero primero analicemos brevemente la historia del tráfico de seres humanos.

      [Nota]

      a No es su verdadero nombre.

      [Ilustraciones de la página 3]

      Las mujeres y los niños pobres han sido por mucho tiempo víctimas de la trata de esclavos

      [Reconocimientos]

      Foto superior: UN PHOTO 148000/Jean Pierre Laffont

      Foto de U.S. National Archives

  • La larga lucha contra la esclavitud
    ¡Despertad! 2002 | 22 de junio
    • La larga lucha contra la esclavitud

      “¡Qué mala es siempre por naturaleza la esclavitud, y cómo soporta lo que no debe, sometida por la fuerza!”—Eurípides, dramaturgo griego del siglo V a.E.C.

      LA ESCLAVITUD tiene una larga y desagradable historia. Desde la época de las antiguas civilizaciones de Egipto y Mesopotamia, las naciones poderosas han tiranizado a sus vecinas más débiles. Así empezó uno de los aspectos más lamentables de la injusticia humana.

      Durante el segundo milenio a.E.C., Egipto redujo a la esclavitud a una nación entera que se componía, posiblemente, de varios millones de personas (Éxodo 1:13, 14; 12:37). Cuando Grecia dominaba el Mediterráneo, muchas familias griegas tenían por lo menos un esclavo, tal como en algunos países de la actualidad la familia de término medio quizás posea un automóvil. El filósofo griego Aristóteles justificó esta práctica afirmando que la humanidad se divide en dos clases: los amos y los esclavos; los primeros tienen por naturaleza el derecho de mandar, mientras que los últimos nacieron simplemente para obedecer.

      Los romanos fomentaban la esclavitud aún más que los griegos. En los días del apóstol Pablo, tal vez la mitad de los habitantes de la ciudad de Roma —centenares de miles— eran esclavos. Y parece que el Imperio romano tenía que conseguir anualmente medio millón de esclavos para construir monumentos, trabajar en las minas, cultivar los campos y efectuar labores domésticas en las enormes villas de los ricos.a Como los esclavos solían ser prisioneros de guerra, la insaciable necesidad de esclavos que tenía Roma debió de ser un poderoso incentivo para que el imperio siguiera librando guerras.

      La esclavitud perduró tras la caída del Imperio romano, aunque a menor grado. Según el Domesday Book (registro catastral compilado en Inglaterra en el año 1086), en la Inglaterra medieval, los esclavos componían el 10% de la mano de obra, y todavía procedían de las conquistas militares. La palabra española esclavo se deriva del término eslavo, pues los pueblos eslavos constituían una parte considerable de la población cautiva de Europa durante la Alta Edad Media.

      No obstante, desde la época de Cristo, ningún continente ha sufrido tanto los estragos de la trata de esclavos como África. Incluso antes de los días de Jesús, los antiguos egipcios ya compraban y vendían esclavos etíopes. Se calcula que en el transcurso de unos mil doscientos cincuenta años se llevó a 18.000.000 de africanos a Europa y el Oriente Medio para satisfacer la demanda de esclavos en esos lugares. Con la colonización de América a partir del siglo XVI, se abrió un nuevo mercado de esclavos, y el tráfico de seres humanos a través del Atlántico se convirtió pronto en el negocio más lucrativo del mundo. Los historiadores calculan que entre 1650 y 1850 se sacó de África a más de doce millones de seres humanos, muchos de los cuales fueron vendidos en mercados de esclavos.b

      La lucha contra la esclavitud

      A lo largo de la historia ha habido personas y naciones que han luchado por liberarse del cautiverio. En el siglo primero antes de Cristo, Espartaco dirigió un ejército de 70.000 esclavos romanos en una vana lucha por la libertad. La revolución de los esclavos haitianos, ocurrida hace unos dos siglos, tuvo más éxito, pues resultó en el establecimiento de un gobierno independiente en 1804.

      Ha de reconocerse, sin embargo, que en Estados Unidos la esclavitud perduró mucho más. Hubo esclavos que lucharon con todas sus fuerzas por conseguir la libertad para sí mismos y sus seres queridos. Y hubo personas libres que lucharon de buena fe contra la esclavitud, bien abogando por su abolición, bien ayudando a esclavos fugitivos. Pero esta no quedó totalmente proscrita en toda la nación hasta finales del siglo XIX. ¿Qué podemos decir de nuestros días?

      ¿Se ha luchado en vano?

      “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas”, dice la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada con gran entusiasmo en 1948. Se trata, desde luego, de un noble objetivo, y muchas personas sinceras han dedicado tiempo, energía y recursos para alcanzarlo. Pero no resulta fácil.

      Como indica el artículo anterior, millones de seres humanos siguen trabajando en condiciones espantosas, sin remuneración alguna, y muchos de ellos han sido comprados o vendidos en contra de su voluntad. Pese a las tentativas bienintencionadas de abolir la esclavitud —y la firma de tratados internacionales para proscribirla—, la verdadera libertad para todos no deja de ser una meta difícil de alcanzar. La economía global ha hecho más lucrativa la trata clandestina de esclavos, y parece que la esclavitud está afianzándose en algunos sectores de la humanidad. ¿Nos hallamos en una situación desesperada? Veamos.

      [Notas]

      a Un documento antiguo indica que algunos romanos acaudalados probablemente hayan tenido hasta 20.000 esclavos.

      b Como algunos predicadores sin escrúpulos afirmaban que Dios aprobaba ese tráfico cruel de vidas humanas, muchas personas todavía tienen la impresión de que la Biblia justifica dicha crueldad, lo cual no es cierto. Sírvase leer el artículo “El punto de vista bíblico: ¿Aprobaba Dios la trata de esclavos?”, publicado en la revista ¡Despertad! del 8 de septiembre de 2001.

      [Ilustraciones de las páginas 4 y 5]

      Muchas de las personas sacadas de África en barcos negreros (arriba) eran vendidas en los mercados de esclavos de América

      [Reconocimientos]

      Godo-Foto

      Archivo General de las Indias

  • El día que acabe la esclavitud
    ¡Despertad! 2002 | 22 de junio
    • El día que acabe la esclavitud

      ¡LIBERTAD! Pocas palabras resultan más atrayentes al corazón humano. Muchas personas han luchado, sufrido, vivido y muerto por la libertad. Pero, lamentablemente, un buen número de ellas lo ha hecho sin haber visto grandes avances en esa dirección. ¿Existe alguna esperanza de acabar con la esclavitud, una esperanza que no conduzca a la frustración y la desilusión? Claro que sí.

      El apóstol Pablo escribió por inspiración la siguiente promesa divina: “La creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Romanos 8:21). Ahora bien, ¿cómo podemos estar seguros de que Dios realmente nos otorgará esa “gloriosa libertad”? Para obtener la respuesta, examinemos la relación de Dios con la humanidad a lo largo de la historia.

      “Donde está el espíritu de Jehová, hay libertad”, dice la Biblia (2 Corintios 3:17). En efecto, el espíritu de Dios, su fuerza activa, es inmensamente poderoso. Él lo ha venido utilizando desde hace mucho tiempo para proporcionar libertad de diversas maneras. ¿A qué nos referimos? Pues bien, hemos de recordar que hay muchos tipos de esclavitud. Ya hemos analizado uno de los más crueles, aquel en el que los fuertes esclavizan a los débiles mediante la fuerza y la violencia. Pero examinemos otras formas de esclavitud.

      La gente puede esclavizarse a diversas adicciones de las que resulta sumamente difícil escapar. Las mentiras y el engaño también esclavizan a algunos, pues los hacen vivir subyugados a creencias falsas. Pero el tipo de esclavitud más perjudicial de todos, cuyos efectos son letales, afecta a cada uno de nosotros, lo sepamos o no. Debe recalcarse, no obstante, que el hecho de que en estos artículos coloquemos en un mismo grupo varios tipos de dominación, no significa que los estemos equiparando. Aunque difieren mucho entre sí, tienen un importante elemento en común: que, a la larga, el Dios de la libertad hará que la humanidad se vea libre de todas estas formas de esclavitud.

      La esclavitud de las adicciones

      Veamos cómo se describe el juego compulsivo en el libro When Luck Runs Out (Cuando la suerte se acaba): “Adicción patológica que provoca un deseo irresistible e incontrolable por los juegos de azar. El impulso persiste y se hace cada vez más intenso y urgente [...] hasta que, a la larga, invade, mina y a menudo arruina los valores de la persona”. Nadie sabe con exactitud la cantidad de personas esclavizadas al juego. Se calcula que en un solo país, Estados Unidos, hay unos seis millones.

      La dependencia del alcohol puede ser igual de destructiva, si no más, y en gran parte del mundo está más extendida. En cierto país grande, la mitad de los hombres sufre algún grado de alcoholismo. Ricardo, quien cayó en este tipo de adicción hace veinte años, explica cuáles son los síntomas: “Desde el momento en que te despiertas, el cuerpo te pide alcohol: para calmarte los nervios, para olvidar los problemas o simplemente para darte la suficiente confianza en ti mismo para afrontar la vida. La idea de tomarte un trago te obsesiona y, sin embargo, tratas de convencerte a ti mismo, y a los demás, de que tu conducta es normal”.

      El alcohol no es la única sustancia adictiva que esclaviza a la gente. En el mundo hay muchos millones de personas que toman drogas ilegales. Además, alrededor de 1.100 millones consumen tabaco, que contiene una de las drogas más adictivas. A muchas personas les gustaría dejar el vicio, pero se sienten esclavizadas. ¿Ha resultado ser Jehová un verdadero Libertador para los que se encuentran sometidos a esas poderosas formas de tiranía?a

      Volvamos al caso de Ricardo. “Hace unos diez años me di cuenta de que el alcohol dominaba mi vida —explica—. Estaba minando mi matrimonio, mi trabajo y mi familia, y yo sabía que jamás resolvería mis problemas a menos que consiguiera librarme de sus garras. Al estudiar la Biblia aprendí que el bebedor acaba en la pobreza, tanto literal como espiritual (Proverbios 23:20, 21). Quería tener una buena relación con Dios, y mis sinceras oraciones para implorarle ayuda contribuyeron a que fuese honrado conmigo mismo. El hombre con quien estudié la Biblia resultó ser un amigo inestimable. Cuando yo sufría una recaída, él no se daba por vencido, sino que con paciencia y firmeza me indicaba el proceder que Dios dicta para los cristianos verdaderos.”

      Hoy Ricardo se siente relativamente liberado de su anterior esclavitud. Admite sin reparos que al principio sufrió alguna que otra recaída. “Pero pese a aquellos reveses —dice—, mi deseo de servir a Jehová con lealtad, junto con el apoyo que recibí de mi esposa y de otros hermanos cristianos, me han ayudado a dominar la situación. Anhelo el día en que se cumpla la promesa de Dios y nadie diga que está enfermo, el día en que el alcoholismo sea cosa del pasado. Mientras tanto, seguiré librando mi batalla diaria para presentar mi cuerpo ‘como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios’.” (Isaías 33:24; Romanos 12:1.)

      En todo el mundo, miles y miles de personas han experimentado directamente la ayuda de Dios cuando trataban de librarse de diversas adicciones. Hay que reconocer que, en gran parte, la culpa de la situación en la que se encontraban era suya, pues tal vez cedieron a diversas presiones o tentaciones. Sin embargo, han comprobado que Jehová es un Libertador muy paciente. En efecto, está dispuesto a ayudar y fortalecer a los que de veras desean servirle.

      “La verdad los libertará”

      ¿Qué puede decirse de la esclavitud de las mentiras y del engaño? Jesucristo nos asegura que es posible librarse de ella: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará” (Juan 8:31, 32). Cuando pronunció estas palabras, muchos de sus oyentes vivían esclavizados a un rígido código de tradiciones farisaicas. De hecho, Jesús dijo lo siguiente respecto a los caudillos religiosos de su día: “Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas” (Mateo 23:4). Las enseñanzas de Jesús libraron a la gente de aquel cautiverio. Él puso al descubierto las mentiras religiosas y hasta indicó de dónde procedían (Juan 8:44). Además, sustituyó las mentiras por la verdad, revelando claramente los razonables requisitos de Dios para la humanidad (Mateo 11:28-30).

      Tal como en el caso de los discípulos de Jesús, miles de seres humanos están viendo en la actualidad que, con la ayuda de Dios, pueden liberarse de las mentiras religiosas y las tradiciones falsas que los tenían esclavizados. Al aprender las reconfortantes verdades de la Biblia, se liberan del opresivo temor a los muertos, del terror al tormento eterno en un infierno ardiente y de la presión de desprenderse de un dinero que han ganado con el sudor de su frente para pagar servicios religiosos prestados por eclesiásticos que dicen representar a Cristo, quien estipuló: “Recibieron gratis; den gratis” (Mateo 10:8). Pero ahí no acaba todo, se acerca una libertad aún más importante.

      La esclavitud más perjudicial

      Veamos cómo describió Jesús la perjudicial esclavitud, mencionada antes, que afecta a todo hombre, mujer y niño de la Tierra: “Muy verdaderamente les digo: Todo hacedor de pecado es esclavo del pecado” (Juan 8:34). ¿Quién puede decir que está libre de pecado? Incluso el apóstol Pablo admitió: “Lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico” (Romanos 7:19). Aunque nadie puede librarse de las cadenas del pecado, nuestra situación no es desesperada.

      Jesús aseguró a sus discípulos: “Si el Hijo los liberta, serán realmente libres” (Juan 8:36). El cumplimiento de esta promesa significará nada menos que libertad del tipo de esclavitud más perjudicial. Ahora bien, para entender cómo podemos librarnos de ella, primero hemos de saber cómo llegamos a ser esclavos del pecado.

      La Biblia indica que Dios creó al hombre con libre albedrío y sin tendencia alguna al pecado. Pero un hijo espiritual de Dios, invisible y egoísta, quiso ejercer poder sobre la humanidad, sin tener en cuenta los sufrimientos que le acarrearía a esta. Para lograr su objetivo, ese ángel rebelde, que más tarde recibió el nombre de Satanás el Diablo, apartó de Dios a nuestros primeros padres: Adán y Eva. Al desobedecer deliberadamente las instrucciones divinas, Adán se hizo pecador y además transmitió la imperfección y la muerte a todos sus descendientes (Romanos 5:12). Con el tiempo, Satanás llegó a ser “el gobernante [del] mundo”, y ‘el pecado y la muerte han reinado sobre la humanidad’ (Juan 12:31; Romanos 5:21; Revelación [Apocalipsis] 12:9).

      ¿Cómo podemos alcanzar la libertad? Haciéndonos discípulos de Jesús podemos beneficiarnos de su muerte expiatoria, la cual tiene el poder de “redu[cir] a nada al que tiene el medio para causar la muerte, es decir, al Diablo” y de “emancip[ar] a todos los que por temor de la muerte estaban sujetos a esclavitud durante toda su vida” (Hebreos 2:14, 15). Imagíneselo: libertad de la esclavitud del pecado y de la muerte. ¡Qué idea tan atractiva!

      Pero ¿qué hay del tipo de esclavitud que analizamos al principio de esta serie? ¿Acabará algún día la esclavización de seres humanos contra su voluntad?

      Una base segura para tener esperanza

      Podemos tener la absoluta confianza de que ese repulsivo tipo de esclavitud será eliminado. ¿Por qué? Veamos. La mayor marcha hacia la libertad de toda la historia tuvo lugar por intervención directa de Jehová Dios. Tal vez conozca ese relato histórico.

      Los israelitas vivían esclavizados en Egipto, nación que los tenía sometidos a trabajos forzados y a un trato cruel. Clamaron a Dios por ayuda, y él, en su gran misericordia, los escuchó y actuó. Utilizando de portavoces a Moisés y Aarón, Jehová exigió a Faraón que pusiera en libertad a Israel. El orgulloso monarca persistió en su negativa, incluso después de que Jehová enviara una serie de devastadoras plagas contra aquella tierra. Pero Dios acabó doblegando a Faraón, y los israelitas obtuvieron por fin la libertad (Éxodo 12:29-32).

      Un emocionante relato, ¿no es verdad? No obstante, puede que alguien se pregunte por qué no ha hecho Dios algo similar en la actualidad. ¿Por qué no ha intervenido en los asuntos humanos y ha puesto fin a la esclavitud? Recordemos que el ‘gobernante del mundo’ es Satanás, no Jehová. Debido a las cuestiones que surgieron en Edén, Jehová ha permitido que este inicuo Adversario gobierne por un tiempo limitado. La esclavitud, la opresión y la crueldad son tan solo características de la gobernación de Satanás. Bajo tal influencia, los gobiernos humanos han demostrado ser un verdadero fracaso. La Biblia lo resume con gran concisión: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9).

      Pero ¿cuánto tiempo durará esta situación? La Biblia indica que vivimos en “los últimos días”, tiempos en que proliferarían el egoísmo y la codicia (2 Timoteo 3:1, 2). Esto significa que el Reino de Dios, que Jesús nos enseñó a pedir en oración, pronto establecerá una sociedad justa en la que no tendrá cabida la esclavitud (Mateo 6:9, 10). Jesucristo, el Rey nombrado por Dios, eliminará todo vestigio de esclavitud hasta que la muerte, el último enemigo, sea reducida a la nada (1 Corintios 15:25, 26).

      Cuando por fin llegue ese día, la humanidad fiel se dará cuenta de que la liberación del pueblo de Dios de su esclavitud en Egipto fue solo un pequeño anticipo de esta liberación mucho más importante. En efecto, con el tiempo, “la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción”. Por fin, todos podremos disfrutar a plenitud de “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).

      [Nota]

      a Dado que en los grandes banquetes de la Roma del siglo primero era común la glotonería, a los cristianos se les aconsejó que no se hicieran esclavos de la comida ni de nada de naturaleza similar (Romanos 6:16; 1 Corintios 6:12, 13; Tito 2:3).

      [Ilustración de la página 7]

      Se calcula que tan solo en Estados Unidos hay seis millones de personas esclavizadas al juego

      [Ilustraciones de la página 7]

      Centenares de millones son esclavos de la droga, el alcohol o el tabaco

      [Ilustraciones de las páginas 8 y 9]

      Al igual que Ricardo, miles de personas han experimentado la ayuda de Dios para librarse de sus adicciones

      [Ilustraciones de la página 10]

      Tal como los israelitas de la antigüedad fueron libertados de la esclavitud, los verdaderos adoradores de Dios pronto disfrutarán de una liberación mucho más importante

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir