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El amor fraternal es activoLa Atalaya 1991 | 15 de febrero
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Onésimo, esclavo de Filemón, había huido, y quizás había robado fondos de su amo para pagarse el viaje a Roma, donde, más tarde, se encontró con Pablo y abrazó el cristianismo.
Durante su aprisionamiento en Roma alrededor de 60-61 E.C., Pablo escribió una carta dirigida principalmente a Filemón. En ella pidió a Filemón que recibiera a Onésimo con espíritu de amor fraternal.
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El amor fraternal es activoLa Atalaya 1991 | 15 de febrero
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Después de esta introducción discreta, el apóstol dijo que aunque podía ordenar a Filemón que ‘hiciera lo que es propio’, había decidido mejor exhortarlo. ¿A hacer qué? Pues, ¡a manifestar bondad a su esclavo Onésimo al recibirlo de regreso! Pablo hubiera querido seguir recibiendo los útiles servicios de Onésimo, pero no lo haría sin el consentimiento de Filemón.
Como Pablo pasa a indicar, a veces sucesos que parecen desfavorables resultan ser beneficiosos (versículos 15-21). En realidad, el que Onésimo se fugara había resultado en beneficio. ¿Por qué? Porque ahora Filemón lo podía recibir de vuelta como hermano cristiano anuente, honrado, y no como esclavo renuente y posiblemente falto de honradez. Pablo pidió a Filemón que recibiera de vuelta a Onésimo tal como recibiría a Pablo mismo. Si Onésimo había causado alguna injusticia a Filemón, el apóstol lo pagaría.
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[Recuadro/Ilustración en la página 23]
Más que un esclavo: Respecto al regreso de Onésimo, esclavo fugitivo de Filemón, Pablo dijo: “Quizás [...] se escabulló por una hora, para que vuelvas a tenerlo para siempre, ya no como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado —lo cual es especialmente para mí, sin embargo cuánto más para ti—, tanto en relación carnal como en el Señor”. (Filemón 15, 16.) En el Imperio Romano la esclavitud era impuesta por el gobierno imperial, y Pablo se sometía a aquellas “autoridades superiores”. (Romanos 13:1-7.) No abogó por una revuelta de esclavos, pero ayudó a aquellos individuos a alcanzar libertad espiritual como cristianos. Conforme a su propio consejo de que los esclavos estén en sujeción a sus amos, Pablo envió a Onésimo de regreso a Filemón. (Colosenses 3:22-24; Tito 2:9, 10.) Ahora Onésimo era más que un esclavo mundano. Era un compañero de creencia amado que estaría en sujeción relativa a Filemón como mejor esclavo, uno gobernado por principios piadosos, que desplegaba amor fraternal.
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