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  • El Campeonato Mundial de fútbol. ¿Deporte o guerra?
    ¡Despertad! 1991 | 8 de mayo
    • ¿Deporte o guerra?

      Consideremos tan solo un aspecto que caracteriza a muchos acontecimientos deportivos modernos: la violencia. Este fenómeno es común en los partidos de fútbol, tanto en el campo, como en las gradas y fuera del estadio. Los psicólogos, sociólogos y periodistas concuerdan en que en un mundo tan violento, el deporte no es una excepción. Hay un acoso sin tregua de los valores morales fundamentales. Expresiones como “el deporte es un encuentro honorable”, “el espíritu de la amistad” o “hermandad” no logran encubrir las violentas realidades del deporte moderno.

      El Campeonato Mundial de fútbol no fue una excepción. Algún tiempo antes de su comienzo ya se oían informes alarmantes. “El violento fanatismo futbolístico asusta a la gente y los turistas abandonan Italia”, rezaba un titular del periódico La Repubblica dieciocho días antes del primer encuentro. Los más temidos eran los famosos hooligans, un grupo de aficionados ingleses conocido en toda Europa por su vandalismo antes, durante y después de cada partido.a

      La edición del 1 de junio de 1990 del diario La Stampa de Turín (Italia) analizó las causas de la violencia en los estadios y el comportamiento grosero de los hooligans, y comentó: “En la tribu del fútbol por ahora no hay medidas intermedias. Los adversarios ya no son solo eso sino ‘enemigos’; los encontronazos no son la excepción sino la regla, y tienen que ser lo más fuertes posible”. Pero, ¿por qué? “‘Porque nos odiamos mutuamente’, contestaron unos hooligans de Bolonia [Italia].” El sociólogo Antonio Roversi, en un intento por explicar la lógica de ese odio, dijo: “Los chicos que van al estadio tienen el ‘síndrome del beduino’. Quienes lo padecen consideran a los enemigos de sus amigos como sus propios enemigos, a los amigos de sus enemigos como sus propios enemigos, y viceversa, el amigo de un amigo es un amigo y el enemigo de un enemigo es un amigo”.

      Odio, violencia, rivalidad, vandalismo, el “síndrome del beduino”..., el Campeonato Mundial de fútbol todavía no había empezado y ya había un ambiente de guerra declarada. No obstante, Italia se preparaba para el acontecimiento con un espíritu festivo.

  • El Campeonato Mundial de fútbol. ¿Deporte o guerra?
    ¡Despertad! 1991 | 8 de mayo
    • Los hooligans

      Debido a su presencia, ciudades como Cagliari y Turín vivieron en estado de sitio durante toda la primera etapa del campeonato. Algunos de los titulares que aparecieron en los periódicos fueron: “Rímini conmocionada por la guerra”; “Cagliari: estalla la guerra”; “Violencia en Turín: un alemán y un británico apuñalados”; “Un día de disturbios entre hinchas ingleses, alemanes e italianos”; “Salvémonos de los hinchas ingleses. Llamamiento del alcalde de Turín”; “Noches de contiendas entre extremistas. El alcalde: Los turineses son los verdaderos hooligans”. He aquí otro ejemplo espeluznante: “‘Cómo dar un navajazo a un hincha contrario.’ Publicado en Inglaterra: Manual del perfecto hooligan”. Estos titulares bastan para dar una idea de la situación. Sin embargo, son solo la consecuencia natural de una sociedad que se deleita en la violencia.

      El Mundial no tuvo un final feliz. Los silbidos despectivos de los hinchas italianos contra el equipo argentino y su estrella —Maradona— por haber eliminado al equipo italiano eclipsaron la alegría de la final y estropearon el último partido. Aquella tarde de julio no hubo una “gran hermandad deportiva” en el estadio olímpico; el “templo” del Campeonato Mundial fue profanado. El periódico Il Tempo del 10 de julio de 1990 comentó: “En el terreno de juego, denigraron el partido; en las gradas, mancillaron el deporte”.

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