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Agonía en el maderoEl hombre más grande de todos los tiempos
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Ahora extienden a Jesús sobre el madero, con las manos por encima de la cabeza. Entonces, a martillazos, los soldados introducen grandes clavos en las manos y los pies de Jesús. Él se retuerce de dolor cuando los clavos atraviesan carne y ligamentos. Cuando levantan el madero, el dolor es insoportable, pues el peso del cuerpo desgarra las heridas causadas por los clavos. Pero en vez de amenazar a los soldados romanos, Jesús ora por ellos diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
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Agonía en el maderoEl hombre más grande de todos los tiempos
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Contagiados por el espíritu de la situación, los soldados también se mofan de Jesús. Burlándose, le ofrecen vino agrio, al parecer aguantándolo precisamente ante sus labios resecos. Lo desafían, diciendo: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate”.
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Agonía en el maderoEl hombre más grande de todos los tiempos
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Los soldados toman las prendas de vestir exteriores de Jesús y las dividen en cuatro partes. Echan suertes para ver de quiénes serán. Sin embargo, la prenda de vestir interior no tiene costura, pues es de calidad superior. Por eso los soldados se dicen unos a otros: “No la rasguemos, sino que por suertes sobre ella decidamos de quién será”. Así, sin darse cuenta, cumplen la Escritura que dice: “Repartieron entre sí mis prendas de vestir exteriores, y sobre mi vestidura echaron suertes”.
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