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  • Islas Salomón
    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • En las décadas de los sesenta y setenta se formaron grupos de gente interesada en Munda y en Gizo, islas del sector occidental de las Salomón. Sin embargo, el progreso era lento.

  • Islas Salomón
    Anuario de los testigos de Jehová 1992
    • Los precursores llegaron en poco tiempo a Munda, un municipio que está a orillas de la laguna Roviana, en la isla de Nueva Georgia.

      Munda está compuesto en realidad por una serie de aldeas levantadas alrededor de una pista de aterrizaje que construyó el ejército japonés a principios de los años cuarenta. Las fuerzas aéreas de Estados Unidos ocuparon posteriormente la pista de aterrizaje, la ampliaron y la utilizaron durante el resto de la II Guerra Mundial. Las tribus de esta zona son sociedades matriarcales. El hermano Fanidua recuerda: “Cuando llegamos a Munda en el barco del correo, empezamos a preguntarnos dónde y con quién nos alojaríamos y qué clase de acogida tendría la verdad en esta nueva zona. Nos pusimos a caminar por la carretera que bordeaba la laguna y en seguida llegamos frente a la casa de un nativo de Malaita, Taude Kenaz. Yo sabía que Taude nos iba a recibir bien, pues era kwara’ae, como nosotros, pero el que nos alojáramos en su casa durante nuestra estancia en Munda dependía mucho de la acogida que nos dispensara la dueña de la propiedad, su suegra Míriam, que era viuda”.

      Míriam era conocida y respetada en la tribu roviana de la isla de Nueva Georgia. Además de ser una terrateniente, tenía mucha influencia en la Iglesia unida. Su difunto esposo había contribuido a la entrada de esa religión en la zona. Míriam había soñado que iba a recibir visitas inesperadas, así que no daba crédito a sus ojos cuando vio a los dos precursores en su puerta con carteras y Biblias en las manos. Inmediatamente los invitó a quedarse en su casa, con gran asombro de los precursores. Su hospitalidad redundó en bendiciones para toda su familia, pues los precursores dedicaban las tardes a estudiar con los que se mostraban amables, entre ellos Míriam, su hija Ester y el esposo de esta, Taude.

      Por ese entonces, en 1970, los superintendentes viajantes John Cutforth y Jim Smith visitaron Munda mientras iban de regreso a Papua Nueva Guinea. El hermano Smith se dio cuenta del interés potencial que había en Munda, así que dijo a los precursores que era conveniente que se quedaran hasta que se formara una congregación. Los dos superintendentes se afanaron por ayudar a los precursores a organizar las reuniones. A partir de entonces se empezaron a oír canciones de alabanza a Jehová en la isla de Nueva Georgia. Una vez que dejaron a los precursores al cargo de las ovejas de Munda, los superintendentes viajantes partieron hacia otros territorios.

      Cierta noche, una multitud enfurecida despertó bruscamente a los precursores. El cabecilla del grupo, un policía que no estaba de servicio, ordenó con firmeza a los hermanos que se marcharan de allí inmediatamente. El hermano Fanidua se dirigió a la multitud y les refirió lo que el inspector de policía de Gizo les había dicho: “Si tienen cualquier problema en algún lugar de los que están bajo mi jurisdicción, no duden en ponerse en contacto conmigo”. El policía se asustó cuando oyó esto, y la chusma se dispersó. No obstante, las noticias de este incidente corrieron rápidamente y llegaron a oídos del inspector de Gizo.

      Este tomó en seguida un avión para Munda. Poco después de su llegada, le pidió al hermano Fanidua que se presentara en la comisaría. Cuando este entró, reparó en que estaban presentes dos superiores de policía locales. Entonces cayó en la cuenta: el inspector había preparado una entrevista con él pensando en los dos policías locales. Una vez que el hermano Fanidua explicó para qué habían venido él y su compañero a Munda, el inspector resumió su alegato diciendo: “Yo tengo mi religión; tú, Albert [señalando a uno de los dos policías], tienes la tuya, y tú, Alex [el otro policía], la tuya. La ley de las islas Salomón garantiza la libertad de culto a todos sus ciudadanos. Los Testigos están hospedados en casa de Míriam por invitación de esta. Ella es la propietaria consuetudinaria, de modo que tiene todo el derecho legal y tribual de recibir en su casa visitas de personas de cualquier religión, y ustedes, como representantes de la ley, no tienen ningún derecho de impedir que ella se interese en los testigos de Jehová, tanto si están de servicio como si no”. Concluyó dejando a los dos precursores bajo el cuidado y protección especial de los policías locales.

      Aunque el hermano Taude murió hace algunos años, la pequeña congregación de Munda sigue creciendo y da alabanza con regularidad al nombre de Jehová mediante canciones y la predicación. En cuanto al hermano Fanidua, continúa proclamando fielmente las buenas nuevas hasta el día de hoy.

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