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¡Despertad! 1999
g99 22/12 pág. 25

Una canción que nunca ha olvidado

“EN LA escuela solía cantar un himno que incluía las palabras ‘el gran Jehová entronizado en su gloria’. Muchas veces me pregunté: ‘¿Quién es este Jehová?’.”

Este comentario de Gwen Gooch, testigo de Jehová cuya biografía apareció en La Atalaya, hizo mella en al menos una lectora.a Vera, residente en la ciudad estadounidense de Seattle (Washington), explica por qué: “Me pasó lo mismo cuando cursaba enseñanza secundaria”.

Al escuchar cierta canción, Vera, al igual que Gwen, se sintió intrigada y quiso conocer la identidad de Jehová. Sació su curiosidad en 1949, cuando su hermano le habló por primera vez del nombre personal de Dios que aparece en la Biblia: Jehová.

Aunque Vera es testigo de Jehová desde hace casi medio siglo, nunca ha olvidado el himno que aprendió en la escuela. “Por años —dice— traté de localizar el texto.” Al fin lo logró, con la ayuda de una tienda de música. Se trataba de una versión inglesa de una obra de Franz Schubert, compuesta en 1825, cuya letra es toda una alabanza a Jehová. Veamos algunos extractos:

“¡Grande es Jehová, el Señor! Pues cielo y Tierra proclaman su excelsa potencia. [...] Se escucha en el fragor de la violenta tempestad, en el atronador rugido de las corrientes [...]. Se escucha en los murmullos de bosques y selvas; se observa en los ondulantes campos dorados; en el brillante mosaico de aromáticas flores, en los astros que colman los cielos azulados [...]. Temibles sonidos transmite Su trueno, y las llamas de Sus rayos surcan raudas el firmamento. Pero con mucho más vigor, el corazón palpitante proclama la potencia de Jehová, [...] sempiterno Señor y Dios. Acudid a Quien mora en las alturas y hallaréis gracia y misericordia. [...] ¡Grande es Jehová, el Señor!”

Vera señala: “He utilizado a veces la letra de este himno para mostrar que en el siglo XIX había quienes sabían que Dios tiene nombre y también lo alababan”. Lo cierto es que, desde tiempos inmemoriales, hombres y mujeres piadosos se han sentido movidos a alabar a Jehová con cánticos. Esta costumbre perdurará por toda la eternidad, pues nunca se agotarán las razones para alabar al Creador de cielo y Tierra.

[Nota]

a Véase La Atalaya del 1 de marzo de 1998.

[Ilustración de la página 25]

Vera

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