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AlmaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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¿Cuál es el origen de la doctrina de la invisibilidad e inmortalidad del alma humana?
La dificultad estriba en que los significados que se suelen atribuir a la palabra “alma” no se derivan principalmente de las Escrituras Hebreas o de las Griegas Cristianas, sino de la antigua filosofía griega, que en realidad es pensamiento religioso pagano. El filósofo griego Platón, por ejemplo, puso en boca de Sócrates las siguientes palabras: “El alma, [...] que se separa pura, sin arrastrar nada del cuerpo, [...] se va hacia lo que es semejante a ella, lo invisible, lo divino, inmortal y sabio, y al llegar allí está a su alcance ser feliz, apartada de errores, insensateces, terrores, [...] y de todos los demás males humanos, [...] para pasar de verdad el resto del tiempo en compañía de los dioses”. (Fedón, 80 d, e; 81 a.)
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AlmaPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Por supuesto, como esas fuentes tratan principalmente de los escritos griegos clásicos, también incluyen todos los significados que los filósofos griegos paganos dieron a esa palabra, como: “espíritu difunto”, “el alma inmortal e inmaterial”, “el espíritu del universo” y “el principio inmaterial del movimiento y la vida”. Seguramente, el término psy·kjḗ también se aplicaba a la “mariposa” o “polilla”, criaturas que experimentan una metamorfosis, transformándose de oruga en criatura alada, debido a que algunos de los filósofos paganos enseñaron que el alma salía del cuerpo al momento de morir. (Greek-English Lexicon, de Liddell y Scott, revisión de H. Jones, Oxford, 1968, págs. 2026, 2027; New Greek and English Lexicon, de Donnegan, 1836, pág. 1404.)
Los escritores griegos antiguos aplicaron psy·kjḗ de diversas maneras inconsecuentes, pues sus filosofías personales y religiosas influían en el uso que le daban a dicho término. De Platón, a cuya filosofía se pueden atribuir (como por lo general se reconoce) las ideas comunes en cuanto al “alma”, se dice: “Mientras que a veces habla de una de las [supuestas] tres partes del alma, la ‘inteligente’, como una necesariamente inmortal, mientras que las otras dos son mortales, también habla como si hubiera dos almas en un cuerpo: una inmortal y divina, y otra mortal”. (“Thoughts on the Tripartite Theory of Human Nature”, de A. McCaig, en The Evangelical Quarterly, Londres, 1931, vol. 3, pág. 121.)
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