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SudáfricaAnuario de los testigos de Jehová 2007
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SIGUE EL AUMENTO
En 1924 se envió una imprenta a Ciudad del Cabo. También llegaron dos hermanos de Gran Bretaña para ayudar en la obra: Thomas Walder y George Phillips.b Thomas llegó a ser superintendente de la sucursal, y unos años después lo sucedió George, quien sirvió en ese puesto casi cuarenta años. El hermano Phillips hizo una importantísima contribución a favor del progreso y la estabilidad de la obra del Reino en Sudáfrica.
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[Ilustraciones de la página 84]
Familia Betel de Ciudad del Cabo con George y Stella Phillips (1931)
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NUEVA SUCURSAL
En 1933 se trasladó la sucursal a un local alquilado más grande situado en Ciudad del Cabo, donde permaneció hasta 1952. En aquel entonces había ya veintiún betelitas, que se hospedaban en casas de hermanos y viajaban todos los días hasta las oficinas y la imprenta. Antes de comenzar la jornada de trabajo, se reunían en los vestuarios de la imprenta para analizar el texto diario, tras lo cual recitaban el padrenuestro al unísono.
Como algunos vivían lejos y no podían ir a casa al mediodía, recibían un chelín y 6 peniques (15 centavos sudafricanos) para comer algo. Con ese dinero les alcanzaba para comprar en la cafetería de la estación de tren un plato de puré de papa y una salchicha pequeña, o fruta y una barra de pan.
En 1935, Andrew Jack fue enviado a Ciudad del Cabo para que aportara su amplia experiencia en el campo de la impresión. Anteriormente, este escocés risueño y delgado había servido de tiempo completo en los países bálticos de Lituania, Letonia y Estonia. Después de llegar a la sucursal de Sudáfrica, consiguió más maquinaria de impresión, y al poco tiempo, esta imprenta de un solo trabajador estaba funcionando a su máxima capacidad. La primera prensa automática, una Frontex, se instaló en 1937 y durante más de cuarenta años produjo millones de formularios, hojas sueltas y revistas en afrikáans.
Andrew sirvió en el Betel de Sudáfrica por el resto de su vida. Incluso entrado en años siguió participando de lleno y con regularidad en el ministerio del campo, dando así un magnífico ejemplo a la familia Betel. Este fiel hermano ungido terminó su vida en la Tierra en 1984, a la edad de 89 años, tras cincuenta y ocho años de servir a Dios con dedicación.
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