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    Anuario de los testigos de Jehová 2007
    • Lo que es más, al carecer de una asociación legal, no nos daban permiso para construir Salones del Reino en los distritos negros. Las autoridades rechazaban todas las solicitudes diciendo: “Ustedes no son una religión reconocida”.

      Pero poco después de formarse la asociación, permitieron a los hermanos celebrar matrimonios, así como construir salones en los distritos negros.

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    Anuario de los testigos de Jehová 2007
    • SE SATISFACE UNA NECESIDAD VITAL

      Cada vez hacían falta más Salones del Reino, pues no dejaban de formarse nuevas congregaciones. Los hermanos que vivían en las zonas de mayoría negra celebraban sus reuniones en malas condiciones. Tenían que utilizar garajes, construcciones anexas o aulas escolares, donde ocupaban los pequeños pupitres de los niños. Además, también debían soportar el ruido estridente de los cantos y los tambores de los grupos religiosos que se reunían en la misma escuela.

      A finales de los ochenta, los Comités Regionales de Construcción comenzaron a probar un nuevo método para construir en menos tiempo. En 1992, once Testigos canadienses con experiencia en la construcción rápida se ofrecieron para trabajar en un Salón del Reino doble —un edificio de dos plantas— en Hillbrow (Johannesburgo). Estos hermanos transmitieron sus conocimientos a los Testigos locales y los ayudaron a mejorar sus métodos de construcción.

      El primer Salón del Reino de construcción rápida se levantó en 1992 en Diepkloof (Soweto). Los hermanos llevaban buscando un solar desde 1962. El 11 de julio de 1992, con motivo de la dedicación del salón, Zechariah Sedibe, que había participado en la búsqueda del terreno, dijo con una gran sonrisa en el rostro: “Pensábamos que nunca lograríamos tener nuestro salón. Éramos jóvenes cuando empezamos a buscar un solar. Ahora ya estoy jubilado, pero al fin tenemos el salón, el primero que hemos levantado en unos días aquí en Soweto”.

      En los países que supervisa la sucursal de Sudáfrica hay actualmente 600 Salones del Reino, verdaderos centros de la adoración pura de Jehová. Sin embargo, quedan 300 congregaciones de treinta publicadores o más que necesitan su propio salón.

      Los veinticinco comités regionales del país, bajo la dirección de la sucursal, ofrecen ayuda práctica a las congregaciones que desean construir un salón. Las congregaciones pueden conseguir préstamos sin interés para financiar sus proyectos. Peter Butt, quien lleva más de dieciocho años construyendo salones y es presidente del comité regional de Gauteng, dijo que los voluntarios del comité son padres de familia que trabajan, y aun así dedican gustosamente mucho tiempo a favor de sus hermanos.

      Jakob Rautenbach es también miembro de un comité regional. Él dice que los miembros de los comités suelen trabajar en el lugar de las obras durante el tiempo que toma la construcción y que, además, también trabajan en la fase de planificación. En cuanto a los voluntarios, se entusiasma al hablar del espíritu alegre y dispuesto que manifiestan, pues con gusto costean su viaje hasta el lugar de construcción, que a veces está a gran distancia.

      Jakob relató la siguiente experiencia para ilustrar las contribuciones de tiempo y recursos que muchos hacen con alegría. “Dos hermanas carnales que tienen una empresa de transportes se encargan de trasladar por todo el país nuestro contenedor de 13 metros cargado de herramientas y maquinaria —a veces incluso a las naciones vecinas—, y lo vienen haciendo desde 1993. Su ayuda constituye una valiosísima contribución. Cuando se enteran de lo que estamos haciendo, muchas empresas con las que tratamos dan donaciones o nos aplican descuentos.”

      Tras planificar cuidadosamente el trabajo y organizar los equipos, el salón suele levantarse en tres días. Así los hermanos se han ganado el respeto de mucha gente. En cierto lugar, al final del primer día de construcción, se acercaron dos hombres que habían estado bebiendo mucho en un bar cercano. Les dijeron a los hermanos que camino a su casa siempre pasaban por un terreno baldío, pero que ahora allí había un edificio. Como estaban seguros de que se habían perdido, les pidieron ayuda para llegar a su domicilio.

      ESPÍRITU ABNEGADO

      Los cambios políticos de principios de los años noventa no produjeron paz ni estabilidad. Al contrario, la gente se volvió más violenta que nunca. La situación era compleja, y se ha atribuido la escalada de violencia a la rivalidad política y a la frustración por la situación económica, entre muchas otras causas.

      Pese a todo, el programa de construcción no se detuvo. Los voluntarios de diferentes razas entraban en los distritos escoltados por hermanos locales. Algunos fueron atacados por chusmas embravecidas. Durante la construcción de un Salón del Reino en Soweto en 1993, una muchedumbre violenta arrojó piedras a tres hermanos blancos que llevaban materiales al lugar de las obras. Las pedradas rompieron todas las ventanas del vehículo en el que viajaban, y los tres resultaron heridos. Pero lograron seguir conduciendo y llegar a la construcción; desde allí, los hermanos los trasladaron enseguida al hospital por una ruta más segura.

      Las obras no se atrasaron. Se tomaron precauciones, y cientos de hermanos de todas las razas trabajaron en el salón durante el fin de semana siguiente. Los precursores del lugar se pusieron a predicar en las calles aledañas al lugar de las obras, y cuando detectaban algún peligro, avisaban a los hermanos que estaban construyendo el local. Al cabo de unos días, los heridos se recuperaron y pudieron volver al trabajo.

      Las congregaciones agradecen la entrega y los sacrificios de todos estos voluntarios. Por ejemplo, en un período de quince años, Fanie y Elaine Smit han podido ayudar a 46 congregaciones a levantar su Salón del Reino, muchas veces viajando largas distancias y corriendo con sus propios gastos.

      Una congregación de KwaZulu-Natal escribió lo siguiente al Comité Regional de Construcción: “Ustedes sacrificaron horas de sueño, la posibilidad de estar con sus familias o descansando —y mucho más— para que tuviéramos un salón. Además, sabemos que también gastaron mucho dinero para materializar el proyecto. Que Jehová los recuerde ‘para bien’ (Nehemías 13:31)”.

      El que las congregaciones tengan su propio Salón del Reino produce un efecto muy positivo en la comunidad. El siguiente es uno de los muchos comentarios que hemos recibido: “Con el nuevo salón, la asistencia aumentó tanto que hemos tenido que celebrar en dos sesiones el discurso público y el Estudio de La Atalaya. Pronto tendremos que formar otra congregación”.

      Aunque en las zonas rurales a veces cuesta financiar un salón, muchos han encontrado diversas maneras de conseguir los fondos. En cierta congregación, los hermanos vendieron unos cerdos. Cuando necesitaron más dinero, vendieron un buey y un caballo. Más adelante vendieron quince ovejas, otro buey y otro caballo. Una hermana se ofreció a comprar la pintura, otra compró la alfombra y una tercera, las cortinas. Con otro buey y cinco ovejas más se consiguieron los asientos.

      Una congregación de Gauteng escribió: “Durante al menos dos semanas después de terminar el salón, íbamos a contemplarlo al finalizar la predicación. No podíamos irnos a casa después del servicio del campo sin ver primero nuestro Salón del Reino”.

      LA GENTE SE DA CUENTA

      A la comunidad no le pasan desapercibidos los esfuerzos que hacen los Testigos para tener lugares de adoración adecuados. La congregación de Umlazi (KwaZulu-Natal) recibió una carta que decía en parte: “La Asociación Mantengamos la Belleza de Durban agradece su empeño en mantener limpia la zona donde están y los anima a seguir haciéndolo. Gracias a su diligencia, este lugar ha quedado precioso. Nuestra asociación se ha comprometido a combatir la costumbre de tirar basura y a mantener el entorno limpio, pues creemos que eso contribuye a la buena salud de todos. Por eso elogiamos a los ciudadanos que cuidan la limpieza. Muchas gracias por su buen ejemplo. Cuenten con todo nuestro apoyo para conservar Umlazi limpia”.

      Cierta congregación escribió: “Cuando un conocido ladrón se metió a nuestro Salón del Reino nuevo, los vecinos lo atacaron. Según ellos, él estaba destrozando ‘su iglesia’, refiriéndose al salón, que es el único edificio religioso del vecindario. Le dieron una paliza y entonces lo entregaron a la policía”.

      SE SATISFACE LA NECESIDAD DE SALONES DEL REINO EN ÁFRICA

      En 1999, la organización de Jehová puso en marcha un programa para construir salones en países con recursos limitados. Con ese fin, se formó en la sucursal de Sudáfrica una Oficina Regional de Salones del Reino, que coordinaría las labores en varios países africanos. La oficina envió un representante a cada sucursal para ayudarles a crear su propia Sección de Construcción de Salones del Reino. Esta sección se encarga de la compra de terrenos y la organización de los Grupos de Construcción de Salones del Reino. Como parte de dicho programa, se enviaron siervos internacionales para capacitar y ayudar en los trabajos de construcción a los hermanos de cada país.

      La oficina regional de Sudáfrica ha establecido veinticinco Secciones de Construcción de Salones del Reino en África, que coordinan el trabajo en 37 países. Desde noviembre de 1999 se han construido, gracias a este programa, 7.207 salones. Con todo, a mediados de 2006 se calculó que aún hacían falta 3.305 salones más.

  • Sudáfrica
    Anuario de los testigos de Jehová 2007
    • [Ilustraciones de las páginas 140 y 141]

      Construcción rápida de un Salón del Reino

      Se ayudó a la congregación de Kagiso a levantar su nuevo lugar de adoración

      Antes...

      durante...

      ... y después

      A la Congregación Rathanda, de Heidelberg, le encanta su nuevo Salón del Reino

      En 37 países africanos se han construido 7.207 salones, y se necesitan 3.305 más

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