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SudáfricaAnuario de los testigos de Jehová 2007
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Ahora bien, en el pasado las relaciones interraciales fueron muy difíciles debido al apartheid, régimen de segregación racial que fue criticado duramente por la comunidad internacional. Pero hace unos años, el apartheid desapareció y se formó un gobierno democrático, lo cual recibió buena acogida en todas partes.
Hoy día no existe segregación: todos pueden visitar libremente cualquier lugar público, como un cine o un restaurante. Toda persona, sin importar su raza, puede vivir donde quiera, según lo que su economía le permita.
Pero tras el entusiasmo inicial, surgieron varias preguntas: ¿Hasta qué grado corregiría el nuevo gobierno las injusticias del apartheid? ¿Cuánto tiempo tardaría en lograrlo?
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SudáfricaAnuario de los testigos de Jehová 2007
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[Recuadro de las páginas 68 y 69]
¿Qué era el apartheid?
El concepto del apartheid (literalmente “separación”) fue introducido por el Partido Nacional durante su campaña electoral de 1948. Al ganar las elecciones, el partido implantó la estricta separación de los diversos grupos raciales de Sudáfrica como parte de la política del gobierno, con el total respaldo de la Iglesia Reformada Holandesa. El objetivo era asegurar la supremacía blanca, y se formularon leyes que regulaban los aspectos fundamentales de la vida: el lugar de residencia, el empleo, la educación, el uso de lugares públicos y la política.
Los principales grupos raciales se clasificaron de la siguiente manera: blancos, bantúes (negros africanos), mestizos y asiáticos (indios). Los defensores del sistema afirmaban que cada raza debería poseer su propia zona separada, denominada bantustán, donde pudiera vivir y desarrollarse de acuerdo con su cultura y costumbres. Sin embargo, cuando se llevó a la práctica, la teoría no funcionó como se esperaba. Intimidados con armas, gases lacrimógenos y perros, muchos negros fueron expulsados de sus hogares y reubicados con sus escasas posesiones en otras zonas. La mayoría de las instalaciones públicas, como los bancos y las oficinas de correos, tenían una sección para los blancos y otra para el resto de la población. Los restaurantes y los cines estaban reservados a los blancos.
Pero los blancos todavía necesitaban la mano de obra negra para los negocios y el servicio doméstico, pues resultaba más barata, lo que condujo a que se dividieran las familias. Por ejemplo, mientras que a los varones negros se les permitía ir a las ciudades para trabajar en las minas o en las fábricas y se les alojaba en residencias de hombres, sus esposas permanecían en su bantustán. Esto deterioró la vida familiar y fomentó la inmoralidad. La servidumbre negra que trabajaba para los blancos solía vivir en la propiedad de sus amos; pero como sus familias no podían vivir en los barrios blancos, los padres pasaban mucho tiempo sin ver a los suyos. Además, los negros tenían que llevar siempre una identificación para poder desplazarse.
El apartheid se hacía sentir en muchos ámbitos de la vida, como la educación, el matrimonio, el empleo y la posesión de propiedades. Aunque los testigos de Jehová eran conocidos por su armonía racial, obedecían las leyes del país siempre que no les prohibieran rendir a Dios servicio sagrado (Rom. 13:1, 2). Con todo, buscaban oportunidades para disfrutar de la compañía de sus consiervos de otras razas siempre que podían.
A partir de mediados de la década de 1970, el Gobierno implantó una serie de reformas que suavizaron la política segregacionista. El 2 de febrero de 1990, el entonces presidente F. W. de Klerk dio a conocer las medidas que adoptaría para desmantelar el apartheid, entre ellas otorgar el reconocimiento oficial a las fuerzas políticas negras y poner en libertad a Nelson Mandela. El apartheid llegó formalmente a su fin en 1994 con la elección democrática de un gobierno de mayoría negra.
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