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  • Articulación clara
    Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
    • LECCIÓN 2

      Articulación clara

      ¿Qué implica?

      Pronunciar las palabras de modo que se distingan netamente los sonidos. Supone 1) utilizar bien los órganos de la voz y 2) comprender la estructura de las palabras.

      ¿Por qué es importante?

      La buena articulación permite que los demás entiendan lo que decimos y contribuye a que lo tomen en serio.

      PARA comunicarse eficazmente, usted debe hablar con claridad. Por muy interesante o incluso importante que sea su mensaje, gran parte de él se perderá si no se comprende con facilidad.

      Las palabras que no se entienden a plenitud no motivan. Aunque la persona tenga una voz potente, si no articula de manera clara, no inducirá a actuar. Será como si estuviera hablando en un idioma extranjero, ininteligible para los oyentes (Jer. 5:15). La Biblia nos recuerda: “Si la trompeta da un toque de llamada indistinto, ¿quién se preparará para el combate? Así mismo ustedes también, a menos que por la lengua profieran habla fácil de entender, ¿cómo se sabrá lo que se está hablando? En efecto, estarán hablando al aire” (1 Cor. 14:8, 9).

      ¿Qué dificulta la comprensión de las palabras? Tal vez sea una abertura insuficiente de la boca. Cuando los músculos de las mandíbulas están rígidos y los labios apenas se mueven, los sonidos salen apagados.

      Hablar muy rápido también puede dificultar la comprensión. Es como reproducir la grabación de un discurso a mayor velocidad de la debida. Aunque se oigan todas las palabras, se obtiene poco beneficio.

      En algunos casos, el problema se debe a defectos en los órganos de la voz. Pero aun con tales impedimentos se puede mejorar considerablemente si se ponen en práctica las sugerencias de esta lección.

      Con frecuencia, sin embargo, la razón por la que no se entienden las palabras es que no se articulan bien, es decir, no se pronuncian las vocales y las consonantes de manera diferenciada y con las pausas oportunas. Hay quienes, además, omiten sílabas y sonidos. Cuando se unen los términos indiscriminadamente, los oyentes captan algunas ideas y frases, pero tienen que imaginarse el resto de lo que dice la persona. Así pues, la mala dicción puede disminuir la eficacia de la enseñanza.

      Cómo hablar con claridad. Uno de los factores clave para articular claramente es comprender la estructura de los vocablos en el idioma en que se habla. En la mayoría de las lenguas, la forma escrita de las palabras se divide en sílabas, las cuales representan un sonido o conjunto de sonidos pronunciados como una unidad. En tales idiomas suelen pronunciarse todas las sílabas, si bien con distinta intensidad. Si desea mejorar su articulación, hable más despacio y esfuércese por no comerse ninguna sílaba. Al principio, su pronunciación puede parecer exagerada; no obstante, con la práctica irá recuperando la naturalidad. Para que la expresión sea fluida, deberá unir ciertas palabras, pero no lo haga si existe el riesgo de que se oscurezca su significado.

      Aunque al hacer los ejercicios para mejorar la articulación hable y lea con una precisión exagerada, tenga cuidado de que no se convierta en su modo habitual de expresarse, pues resultaría afectado, poco natural.

      Si le sale la voz algo apagada, aprenda a mantener la cabeza erguida y el mentón alejado del pecho. Cuando lea un pasaje de la Biblia, sosténgala en alto de modo que solo tenga que levantar ligeramente la vista para mirar al auditorio. De esta forma, sus palabras fluirán sin trabas.

      Otro factor que mejorará su dicción es aprender a relajarse. Es bien sabido que si los músculos faciales y los que regulan la respiración están tensos, el mecanismo del habla puede verse afectado. Tal tensión perturba la coordinación armoniosa y natural que existe entre la mente, los órganos de la voz y la respiración.

      Los músculos de la mandíbula tienen que estar relajados para responder de inmediato a las instrucciones del cerebro. Lo mismo sucede con los labios, que deben encontrarse en condiciones de expandirse y contraerse con rapidez a fin de emitir los muchos sonidos originados en la cavidad bucal y la garganta. Si la mandíbula y los labios están tensos, la boca no se abrirá bien y la voz saldrá a través de los dientes, con un sonido áspero, apagado y poco definido. Ahora bien, tal distensión no debe llegar al extremo de producir una pronunciación descuidada, sino que ha de equilibrarse con el hábito de articular los sonidos con claridad.

      Para evaluar su articulación, tal vez le resulte útil leer en voz alta. Observe bien cómo usa los maravillosos órganos del habla. ¿Abre la boca lo suficiente para que los sonidos salgan sin obstáculos? Tenga presente que la lengua no es el único órgano implicado, aunque es uno de los más activos. El cuello, la mandíbula inferior, los labios, los músculos faciales y los músculos de la garganta también intervienen en el proceso. ¿Habla sin realizar movimientos faciales? En tal caso, hay muchas probabilidades de que su articulación sea un poco confusa.

      Si tiene una grabadora, registre su voz en una cinta durante varios minutos. Hable con naturalidad, como lo haría en el ministerio del campo. Al escucharse, tal vez perciba que ciertas palabras no se entienden con claridad. Fíjese en si las articula mal, las pronuncia con poca intensidad o las corta, e intente determinar la causa. Por lo general, se puede remediar el problema poniendo en práctica las sugerencias antes presentadas.

      ¿Tiene un defecto del habla? Pruebe a abrir la boca un poco más de lo que acostumbra y a articular aún con mayor cuidado. Respire hondo y hable despacio. Muchas personas con impedimentos del habla han mejorado su dicción con estas técnicas. Si cecea, retire la lengua de los dientes incisivos al pronunciar el sonido s. En caso de que su problema no se resuelva por completo, no se desespere. Recuerde que Jehová escogió a Moisés —quien tal vez padecía un defecto del habla— para entregar mensajes vitales a Israel y al Faraón egipcio (Éxo. 4:10-12). Si tiene buena disposición, Dios lo utilizará a usted también y bendecirá su ministerio.

      CÓMO LOGRAR UNA ARTICULACIÓN CLARA

      • Cuando hable y lea, pronuncie todas las palabras claramente: con buena dicción, con suficiente volumen y a un ritmo moderado.

      • No una las palabras de modo que se oscurezca su significado.

      • Mantenga la cabeza erguida y abra la boca lo suficiente.

      • Practique la relajación del cuello, la mandíbula, los labios y los músculos faciales y de la garganta.

      EJERCICIO: Hable con normalidad. ¿Abre la boca lo suficiente? ¿Debe abrirla un poco más y hacer un mayor uso de los músculos faciales? Lea en voz alta Mateo 8:23-27 teniendo en cuenta lo anterior. Acuérdese de mantener la cabeza erguida y relajar los músculos de la mandíbula.

  • Pronunciación correcta
    Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
    • LECCIÓN 3

      Pronunciación correcta

      ¿Qué implica?

      Decir bien las palabras. Supone 1) articularlas con los sonidos adecuados, 2) pronunciar con mayor intensidad la sílaba que corresponda y 3) en muchos idiomas, tomar en consideración los signos diacríticos.

      ¿Por qué es importante?

      La pronunciación correcta confiere dignidad al mensaje que predicamos y hace que el oyente centre la atención en este, y no en los errores de dicción.

      NO TODOS los cristianos han recibido una amplia formación escolar. Hasta de los apóstoles Pedro y Juan se dijo que eran “iletrados y del vulgo” (Hech. 4:13). Con todo, es importante no restar lustre a nuestra presentación de la verdad bíblica con una pronunciación errada.

      Factores que hay que tener en cuenta. Las normas que rigen la pronunciación varían de un idioma a otro. Muchas lenguas se representan gráficamente por medio de las letras de un alfabeto. Además del alfabeto latino (en el que se basa el español), existen otros, como el árabe, el cirílico, el griego y el hebreo. El chino escrito no utiliza un sistema alfabético, sino caracteres ideográficos, que pueden componerse de varios elementos y por lo general representan una palabra o parte de ella. El japonés y el coreano emplean caracteres tomados del chino, pero con pronunciación y significado a menudo muy diferentes.

      En los idiomas que usan un alfabeto, para una lectura correcta hay que emitir el sonido que corresponde a cada letra o combinación de letras. No resulta muy difícil cuando la escritura del idioma sigue normas coherentes, como es el caso del español, el griego y el zulú, por ejemplo. No obstante, los términos tomados de lenguas extranjeras a veces mantienen una pronunciación parecida a la original. De ahí que algunas letras o combinaciones de letras se pronuncien de más de una manera y en ocasiones ni siquiera se pronuncien. Por ello, tal vez sea preciso memorizar las excepciones y usarlas con frecuencia al hablar. En el caso del chino, para leerlo correctamente hay que aprenderse de memoria la pronunciación de miles de caracteres. Por otra parte, en algunos idiomas el significado de la palabra varía según el tono empleado; si no se tiene en cuenta este factor, puede transmitirse una idea errónea.

      Si la forma escrita de los vocablos de una lengua es divisible en sílabas, es importante pronunciar con mayor intensidad la que corresponda. En muchos de tales idiomas, la posición de la sílaba tónica, es decir, la sílaba realzada, es relativamente fija, y las excepciones se señalan a veces con un acento gráfico. De esta forma se facilita bastante la lectura. Si la posición de la sílaba tónica es, por el contrario, muy variable, se hace necesario memorizar un gran número de pronunciaciones.

      En algunos idiomas, para una pronunciación correcta hay que tomar en consideración los signos diacríticos que se colocan encima o debajo de ciertas letras; por ejemplo: ü, è, é, ô, ã, ō, ŭ, č, ç.

      En lo que se refiere a la pronunciación, deben tenerse en cuenta varios aspectos. Por una parte, la precisión exagerada puede parecer artificial e incluso pedante, al igual que las pronunciaciones que ya no son de uso general. Con ellas solo se lograría centrar la atención en uno mismo. Por otra parte, conviene no irse al otro extremo y hablar de forma descuidada. Varios de estos puntos se han tratado ya en la lección “Articulación clara”.

      En algunos idiomas, la pronunciación aceptable varía de un país a otro, y hasta dentro de un mismo país. De hecho, los diccionarios de ciertas lenguas recogen más de una pronunciación correcta para determinadas palabras. Además, en los casos en que varias naciones comparten un mismo idioma, es frecuente que cada una tenga su acento característico. Sobre todo cuando no se ha tenido mucho acceso a la educación o cuando la lengua que se habla no es la materna, da muy buenos resultados escuchar con atención a los que hablan bien el idioma a fin de imitar su pronunciación. Como testigos de Jehová, deseamos que nuestra forma de expresarnos dignifique el mensaje que predicamos y que sea entendible para la gente del lugar donde vivimos.

      En el habla cotidiana, por lo general es preferible utilizar palabras con las que estamos familiarizados, las cuales no suelen ofrecer problemas de pronunciación. No obstante, cuando leemos en voz alta, podemos encontrarnos términos que no son de uso frecuente. Los testigos de Jehová leemos a menudo en voz alta, bien pasajes de la Biblia cuando predicamos, o bien los párrafos del Estudio de La Atalaya o del Estudio de Libro de Congregación, en el caso de algunos hermanos. Por consiguiente, es importante que leamos con precisión y que no empañemos nuestro mensaje con una mala pronunciación.

      ¿Le cuesta trabajo distinguir la sílaba tónica de algunos nombres bíblicos? En tal caso, le resultará útil conocer las reglas generales de acentuación del español. Según el lugar que ocupe la sílaba tónica en las palabras, estas se clasifican en agudas (cuya sílaba tónica es la última), llanas o graves (la penúltima), esdrújulas (la antepenúltima) y sobreesdrújulas (anterior a la antepenúltima). Para señalar la sílaba tónica a veces se coloca un acento gráfico, o tilde, sobre la vocal, con arreglo a las siguientes normas: las palabras agudas solo llevan tilde si terminan en vocal, –n o –s (ejemplos: Judá, David); las llanas, si terminan en consonante que no sea –n o –s (ejemplos: Héber, Tigris), y las esdrújulas y sobreesdrújulas la llevan siempre (ejemplo: Líbano). Si la sílaba tónica contiene un diptongo —el conjunto de dos vocales que se pronuncian en una misma sílaba, bien una abierta (a, e, o) más una cerrada (i, u), o viceversa, o bien dos cerradas juntas—, la tilde va sobre la vocal abierta o la última de las cerradas siguiendo las reglas anteriores (ejemplos: Éufrates, Sirión, Binuí). También se emplea la tilde para indicar que se disuelve un diptongo (ejemplos: Efraín, Jeremías).

      Formas de mejorar. Muchas personas no se dan cuenta de que su pronunciación es un tanto deficiente. Si el superintendente de la escuela le señala que debe mejorar en algún aspecto, tómelo como una muestra de bondad y agradézcalo. Una vez que conozca el problema, ¿qué medidas puede tomar para superarlo?

      En primer lugar, cuando se esté preparando para leer en voz alta ante un auditorio, fíjese bien en cómo están escritas las palabras. Si no está seguro de cuál es la sílaba tónica de cierto término, consulte las reglas de acentuación. Lea varias veces en voz alta los términos que le ofrezcan dificultades. En algunos idiomas resulta útil buscar en los diccionarios la pronunciación de las palabras desconocidas; en la introducción de tales obras se explica el significado de los símbolos fonéticos utilizados.

      En segundo lugar, lea ante alguien que pronuncie bien y pídale que lo corrija.

      Un tercer modo de mejorar la pronunciación consiste en escuchar atentamente a quienes poseen una buena dicción. Si tiene los casetes de la Traducción del Nuevo Mundo y de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, escúchelos, anote las palabras que se pronuncien de manera diferente a como usted lo haría, y practique su lectura. Con el tiempo irá eliminando las pronunciaciones incorrectas, lo que mejorará notablemente su forma de hablar.

      CÓMO MEJORAR LA PRONUNCIACIÓN

      • Preste atención a cómo están escritas las palabras y consulte las reglas de acentuación en caso necesario.

      • Pida a un buen lector que lo escuche y le aconseje.

      • Observe cómo pronuncian quienes tienen buena dicción; compare la forma en que lo hacen con la suya.

      EJERCICIO: Fíjese bien en cómo deben pronunciarse las palabras poco comunes del Salmo 83 o de otro pasaje bíblico que le presente dificultades. Si es necesario, pregunte a alguien que conozca bien el idioma. Repare en cuál es la sílaba tónica de los nombres propios. Primero lea en voz alta tales nombres, y luego, todo el pasaje.

      Palabras cuya pronunciación debo practicar

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