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  • Aprendamos y enseñemos la moralidad cristiana
    La Atalaya 2002 | 15 de junio
    • a Cuando Josefo expuso que los judíos no eran culpables de sacrilegio, recordó la ley de Dios con estas palabras: “Nadie blasfemará de los dioses que otras ciudades veneren. Tampoco se saquearán los templos extranjeros ni se apoderará nadie de un tesoro que haya sido dedicado a algún dios” (cursivas nuestras) (Antigüedades judías, Libro IV, cap. VIII, párr. 10).

  • Aprendamos y enseñemos la moralidad cristiana
    La Atalaya 2002 | 15 de junio
    • Tú, el que expresas aborrecimiento de los ídolos, ¿robas a los templos?

  • Aprendamos y enseñemos la moralidad cristiana
    La Atalaya 2002 | 15 de junio
    • 8. ¿En qué sentido quizá ‘robaban a los templos’ algunos judíos del tiempo de Pablo?

      8 Pablo mencionó la práctica de robar a los templos. ¿Hacían eso literalmente algunos judíos? ¿A qué se refería el apóstol? Para ser francos, en vista de la información limitada que tenemos sobre ese pasaje, no podemos ser dogmáticos en cuanto a cómo ‘robaban a los templos’ algunos judíos. Con anterioridad, el registrador de la ciudad de Éfeso había dicho que los compañeros de Pablo no eran “saqueadores de templos”, lo que indica que al menos algunas personas pensaban que a los judíos se les acusaba de ello (Hechos 19:29-37). ¿Usaban personalmente o mercantilizaban artículos de valor procedentes de los templos paganos saqueados por los conquistadores o fanáticos religiosos? Según la Ley de Dios, el oro y la plata de los ídolos tenía que destruirse, y no destinarse a ningún uso personal (Deuteronomio 7:25).a De modo que es posible que Pablo aludiera a algunos judíos que desatendían el mandato de Dios y utilizaban artículos procedentes de templos paganos o se lucraban con ellos.

      9. ¿Qué malas costumbres relacionadas con el templo de Jerusalén equivaldrían a robar al templo?

      9 Por otra parte, Josefo mencionó un escándalo que causaron cuatro judíos en Roma, dirigidos por un maestro de la Ley. Los cuatro convencieron a una mujer romana, prosélita judía, para que les entregara oro y otros objetos de valor como contribución destinada al templo de Jerusalén. Una vez que obtuvieron estas riquezas, las utilizaron para sí mismos, lo que equivalía a robar al templo.b Otros saqueaban en cierto sentido el templo de Dios al ofrecer sacrificios defectuosos y promover el mercantilismo avaricioso en su recinto, convirtiéndolo de ese modo en una “cueva de salteadores” (Mateo 21:12, 13; Malaquías 1:12-14; 3:8, 9).

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