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“Cuando soy débil, entonces soy poderoso”La Atalaya (estudio) 2020 | julio
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NO CONFIEMOS EN NUESTRAS PROPIAS FUERZAS
7. ¿Cuál es la primera lección que aprendemos del ejemplo de Pablo?
7 La primera lección que aprendemos del ejemplo de Pablo es que al servir a Jehová no debemos confiar en nuestras propias fuerzas o capacidades. Desde el punto de vista humano, Pablo tenía razones para ser un hombre orgulloso y muy seguro de sí mismo. Se crio en Tarso, que era la capital de una provincia romana, una ciudad próspera y un importante centro intelectual. Pablo contaba con una buena educación, pues su maestro había sido Gamaliel, uno de los líderes judíos más respetados de la época (Hech. 5:34; 22:3). Y, en algún momento, llegó a tener cierta influencia en la comunidad judía. Dijo: “Estaba progresando en el judaísmo más que muchos de mi nación que tenían mi edad” (Gál. 1:13, 14; Hech. 26:4). Pero todo eso no hizo que confiara en sí mismo.
Pablo llegó a ver las aparentes ventajas del mundo como “un montón de basura” en comparación con el honor de seguir a Cristo. (Vea el párrafo 8).c
8. a) Según Filipenses 3:8, ¿qué pensaba Pablo de las cosas a las que había renunciado? b) ¿Por qué dijo Pablo que se alegraba de tener debilidades?
8 Pablo renunció de buena gana a las cosas que lo hacían poderoso desde el punto de vista de este mundo. De hecho, llegó a decir que aquellas aparentes ventajas eran “un montón de basura” (lea Filipenses 3:8). Eso sí, tuvo que pagar un precio por hacerse seguidor de Cristo. Su propia nación lo llegó a odiar (Hech. 23:12-14). Y los romanos, que eran sus conciudadanos, lo golpearon y lo metieron en la prisión (Hech. 16:19-24, 37). Además, le dolía mucho ser consciente de sus propias limitaciones (Rom. 7:21-25). Pero nunca permitió que sus enemigos o sus debilidades lo detuvieran. Más bien, dijo: “Me alegra tener debilidades”. ¿Por qué? Porque cuando se sentía débil era cuando veía cómo lo ayudaba el poder de Dios (2 Cor. 4:7; 12:10).
9. ¿Cómo debemos ver cualquier supuesta desventaja que tengamos?
9 Si queremos que Jehová nos conceda su poder, no debemos pensar que nuestra valía personal depende de nuestra fuerza física, educación, cultura o posesiones materiales. Esto no es lo que nos hace útiles a los ojos de Jehová. De hecho, en el pueblo de Dios “no hay muchos sabios desde el punto de vista humano ni muchos poderosos ni tampoco muchos de nacimiento noble”. Más bien, Jehová ha decidido usar “las cosas débiles del mundo” (1 Cor. 1:26, 27). Por tanto, no veamos cualquier supuesta desventaja como un obstáculo para servir a Dios, sino como una oportunidad para ver cómo nos ayuda con su poder. Por ejemplo, si alguien intenta hacernos dudar de nuestras creencias y nos sentimos intimidados, pidamos en oración valor para defender nuestra fe (Efes. 6:19, 20). O, si estamos luchando con algún tipo de enfermedad crónica, pidámosle a Jehová fuerzas para seguir haciendo todo lo que podamos en su servicio. Cada vez que sentimos su ayuda, nuestra fe aumenta y nos hacemos más fuertes.
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“Cuando soy débil, entonces soy poderoso”La Atalaya (estudio) 2020 | julio
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14. ¿A qué situación parecida a la de David le hizo frente el apóstol Pablo?
14 El apóstol Pablo le hizo frente a una situación parecida a la de David. Tenía enemigos muchísimo más poderosos que él. Estaba rodeado de líderes influyentes que lo odiaban y que en muchas ocasiones lo mandaron golpear y lo metieron en prisión. Al igual que David, sufrió el maltrato de quienes debieron ser sus amigos. Incluso algunos en la congregación cristiana se pusieron en contra de él (2 Cor. 12:11; Filip. 3:18). Pero nunca se dejó vencer por sus enemigos. Siguió predicando a pesar de la oposición. Fue leal a sus hermanos incluso cuando estos lo decepcionaron. Y, por encima de todo, le fue fiel a Dios hasta el fin de sus días (2 Tim. 4:8). Aunque tenía tanto en su contra, salió victorioso porque confió en Jehová y no en sus propias fuerzas.
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