-
Agradecida por una larga vida en el servicio de JehováLa Atalaya 1997 | 1 de octubre
-
-
MI PADRE, que estaba desempleado, partió con rumbo a Estados Unidos en 1905. Tres años más tarde regresó con una maleta llena de hermosos regalos para mí y mis hermanos, y telas de seda y otros artículos para mi madre. Sin embargo, sus bienes más preciados eran los tomos de Estudios de las Escrituras, de Charles Taze Russell.
Mi padre comenzó a relatar a sus amigos y familiares las cosas que había aprendido en aquellos libros. En la capilla del pueblo demostraba con la Biblia que no existe un infierno ardiente. (Eclesiastés 9:5, 10.) En 1909, al año siguiente de haber regresado mi padre de Estados Unidos, el hermano Russell visitó Noruega y pronunció varios discursos en las ciudades de Bergen y Cristianía (la actual Oslo). Mi padre viajó a Bergen para escucharlo.
-
-
Agradecida por una larga vida en el servicio de JehováLa Atalaya 1997 | 1 de octubre
-
-
“Ven acá, Ottilie —me dijo— y observa lo que dice la Biblia.” Entonces me leyó textos de las Escrituras. Esto aumentó mi confianza en él y en lo que enseñaba. Él me animó a que leyera los Estudios de las Escrituras, así que durante el verano de 1914 me sentaba a leerlos en una loma desde donde se divisaba el pueblo.
En agosto de 1914, la gente se aglomeró fuera del edificio del periódico para leer las noticias sobre el estallido de la primera guerra mundial. Mi padre vino a ver lo que estaba pasando. “¡Gracias a Dios!”, exclamó, pues reconocía en el estallido de la guerra el cumplimiento de las profecías bíblicas sobre las cuales había estado predicando. (Mateo 24:7.) Muchos Estudiantes de la Biblia creían que pronto serían llevados al cielo; como no ocurrió así, algunos se desilusionaron.
Me pronuncio por la verdad bíblica
En 1915, a la edad de 17 años, terminé la enseñanza media y conseguí trabajo en una oficina. Entonces empecé a leer La Atalaya asiduamente, aunque no fue sino hasta 1918 que se celebraron reuniones periódicas en Kopervik. Al principio éramos cinco personas. Leíamos las publicaciones de la Sociedad Watch Tower, tales como Estudios de las Escrituras, y examinábamos la información mediante preguntas y respuestas. Mi madre, a pesar de la buena opinión que tenía de los Estudiantes de la Biblia, nunca se nos unió.
-