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Kenia y los países vecinosAnuario de los testigos de Jehová 1992
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Una de las personas a las que pudo ayudar a conocer la verdad fue Mary Girgis, que también llegó a ser precursora especial y cuya biografía se publicó en La Atalaya del 15 de julio de 1977. Mary vivía en la histórica ciudad de Omdurmán, la antigua capital de Sudán. Acababa de orar cuando la hermana Caliopi la visitó por primera vez un día de 1958. La hermana Caliopi encontró a una mujer preocupada por las espantosas bestias descritas en Revelación. ¿Qué podían significar? Los horrores del “infierno ardiente” también la inquietaban. Se preguntaba si esa era la voluntad de Dios. No obstante, su principal pregunta era: “¿Dónde está la verdad?”.
La hermana Caliopi respondió a todas esas preguntas. Mary se alegró de saber que Jesús ya es Rey. No obstante, su esposo, Ibrahim, le dijo: “No escuches a esa mujer. Debe ser una mala persona. El otro día se cayó del autobús y la gente decía: ‘Le está bien empleado por cambiar de religión’”.
Pese a todo, Ibrahim obtuvo dos libros, “Sea Dios veraz” y “Esto significa vida eterna”. Poco después de eso, cierto día a Ibrahim le decepcionó oír al sacerdote de su iglesia copta regañar a los hombres que permitían que sus esposas estudiaran y predicaran una religión distinta. ¡Estaba claro a quién se refería! Dejó la Iglesia, y a partir de entonces él y su familia se convirtieron en blanco de persecución. Un día alguien lanzó una piedra por encima del muro, que le alcanzó e hizo que se le saltaran las gafas, si bien ni él ni el pequeño que llevaba en brazos sufrieron daño serio.
En 1959 la policía acusó a Mary Girgis de ir por las casas con la intención de robar. El asunto llegó a los tribunales. Dos fiscales se coligaron contra ella, pero, por supuesto, no fueron capaces de probar la acusación, y el caso fue sobreseído.
En otra ocasión, unos sacerdotes le pusieron un pleito por sionismo. La hermana ensalzó el nombre de Jehová ante los cuatro jueces del tribunal. El juez presidente decidió en su favor y dijo: “Señora, puede ir por todo Sudán y predicar como quiera. La ley del país está de su lado y la protegerá”.
La hermana Girgis ha sido un ejemplo notable para los más jóvenes, así como lo fue la hermana Caliopi hasta su muerte. Estas dos mujeres celosas han ayudado a un buen número de personas a lo largo de los años.
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[Fotografía en la página 93]
Ingilizi Caliopi con Mary Girgis en Jartum (Sudán)
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